DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA INGLESA Y ALEMANA


EL USO DE LA CORTESÍA Y LAS SOBREPOSICIONES EN LAS CONVERSACIONES. UN ANÁLISIS CONTRASTIVO ALEMÁN-ESPAÑOL


JOSEFA CONTRERAS FERNÁNDEZ


UNIVERSITAT DE VALENCIA

Servei de Publicacions 2005

Aquesta Tesi Doctoral va ser presentada a Valencia el dia 15 de Novembre de 2004 davant un tribunal format per:



Va ser dirigida per:

D. Hang Ferrer Mora


©Copyright: Servei de Publicacions Josefa Contreras Fernández


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Depòsit legal:

I.S.B.N.:84-370-6141-5

Edita: Universitat de València Servei de Publicacions

C/ Artes Gráficas, 13 bajo 46010 València

Spain

Telèfon: 963864115


UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

Facultat de Filología

Departament de Filologia Anglesa i Alemanya


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El uso de la cortesía y las sobreposiciones en las conversaciones. Un análisis contrastivo alemán-español


TESIS DOCTORAL

Presentada por :

Josefa Contreras Fernández Dirigida por :

Dr. Hang Ferrer Mora Valencia, Julio de 2004


A mis padres

Agradecimientos


En primer lugar, y dentro del ámbito académico, quiero expresar mi agradecimiento a mi director de tesis, el doctor Hang Ferrer Mora, por la confianza y apoyo tanto en mi persona como en mi trabajo en todo momento, así como por la amistad que me ha demostrado a lo largo de estos años.

Quiero expresar mi sincero agradecimiento al doctor Salvador Pons por el tiempo que me ha dedicado y sus buenos consejos.

También quisiera expresar mi agradecimiento a mi compañera de trabajo y amiga, la profesora y doctoranda Marta Albelda, por haberme proporcionado ideas y bibliografía imprescindible, por su apoyo moral y por todo lo que he aprendido con ella.

Gracias también a algunas personas de la Universidad Politécnica de Valencia que en algún momento del proceso de la tesis, me han apoyado y me han infundido ánimos: la doctora y directora del departamento de idiomas Cristina Pérez, la doctora Carmen Soler, la doctora Luz Gil, la doctora Emilia Enriquez, el doctor Jesús García, la profesora Amelia Plasencia, la profesora Inmaculada Sanz, la profesora Eva Adam, la profesora María Boquera, la profesora Lourdes Aznar y la profesora Daniela Gil.

Quiero agradecer a mi amiga, la profesora Ana Rosa Calero, que me ha proporcionado bibliografía alemana, por su ánimo y por su amistad. Asimismo, quisiera mencionar a mis amigas, la profesora Begoña Benlloch, la profesora Ulrike Thoss y Sophia Trelle, que me han facilitado las grabaciones de las conversaciones formales en Alemania.

Además no quisiera dejar de mencionar a la doctora Daniela Heid, por haber pasado las encuestas en la Fachhochschule de Regensburg para su implementación.

Por último, y no menos importante es el apoyo de mi familia. Quiero darles las gracias a mis padres, a quienes dedico la tesis, porque me han dado apoyo moral y me han animado en mi trabajo, a pesar de algunos momentos difíciles que tuvimos que afrontar por motivos de salud. A mi hermano que me ha enseñado que todo problema tiene solución. A Fernando, mi marido, por toda su ayuda y por su ánimo en los momentos problemáticos. Y a mis hijas, Alba e Iris, que nacieron durante el doctorado, por su alegría y cariño.

ÍNDICE


Pág.

1. Introducción ………………………………………………. 1

1.1. Objetivos de la tesis ……………………………………… 3

1.2. Hipótesis de la tesis ……………………………………… 5

1.3. Explicación y justificación de la estructura de la tesis …… 8

1.4. Método de trabajo ………………………………………... 9

1.5. Material del análisis ……………………………………… 13

2. La cortesía …………………………………………………. 16

    1. Definición del concepto cortesía …………………………. 16

      1. Contraste con términos equivalentes …………... 18

    2. Los estudios de la cortesía ………………………………… 20

      1. Grice y el concepto de implicatura ……………... 21

      2. Lakoff y las normas de cortesía ………………… 23

      3. Goffman y el concepto de imagen ………………. 26

      4. Brown & Levinson y las estrategias de cortesía… 29

      5. Leech y el principio de cortesía …………………. 36

      6. Fraser y el contrato conversacional ……………… 38

      7. Koike y el principio de minimización

        egocéntrica en la cortesía ……………………………….. 40

      8. Haverkate y su concepto de cortesía verbal

      9. Chodorowska-Pilch y su concepto de formas verbales

        como implicatura gramaticalizada de la cortesía ………… 45

    3. La cortesía y las teorías de imagen en la conversación ……… 47

      1. Equilibrio entre la imagen del hablante

        y la imagen del destinatario ……………………………… 48

      2. El modelo co-constituyente de la comunicación y

        la teoría de la constitución de la imagen …………………. 51

      3. La imagen dentro de un contexto situacional y cultural 54

    4. Imagen social y contexto sociocultural ………………………. 59

    5. Síntesis del concepto de la cortesía y de la imagen social……. 67

3: Actos de habla ………………………………………………… 70

    1. Actos de habla indirectos …………………………………….. 73

    2. Actos de habla y cultura …………………………………….. 78

    3. Actos de habla y análisis conversacional …………………… 83

    4. Conclusiones acerca de los actos de habla ………………….. 88

4: Análisis conversacional ……………………………………… 90

4.1. Introducción …………………………………………………. 90

    1. Características de la conversación …………………………... 93

      1. Rasgos interactivos ……………………………….. 94

      2. La conversación coloquial ………………………... 95

    2. El sistema de la toma de turno……………………………….. 97

      1. Cambio de turnos y solapamientos ……………….. 97

        4.3.2. Pausas y silencios …………………………………. 115

    3. Las unidades mínimas de la conversación …………………… 120

      1. Análsis estructural de la conversación …………….. 122

      2. El análisis secuencial ………………………………. 128

        1. Las secuencias marco ……………………. 128

        2. Las secuencias temáticas ………………… 131

4.5. Recopilación ………………………………………………….. 135

  1. Análisis de las conversaciones: la cortesía en

    el tratamiento de toma de turnos ………………………………… 136

    1. Análisis de las conversaciones formales y transaccionales

      españolas y alemanas referentes a la cortesía en la alternancia de turnos 140

      5.1.1. Función fática ………………………………………. 145

            1. La función fática en el corpus español …… 145

            2. La función fática en el corpus alemán …… 154

      5.1.2. Función colaborativa ……………………………….. 162

            1. La función colaborativa en el corpus español 163

            2. La función colaborativa en el corpus alemán 170

      1. Interpretación errónea de un LTP …………………… 177

        1. Interpretación errónea de un LTP

          en el corpus español ………………………………. 177

        2. Interpretación errónea de un LTP

          en el corpus alemán ……………………………….. 183

          5.1.4 Arranque simultáneo ………………………………… 190

                1. Arranque simultáneo en el corpus español …. 191

                2. Arranque simultáneo en el corpus alemán …. 197

              1. Intervención sin voluntad de apoderarse del turno …… 202

                1. Intervención sin voluntad de apoderarse

                  del turno en el corpus español ……………………… 205

                2. Intervención sin voluntad de apoderarse

                  del turno en el corpus alemán ……………………… 211

              2. Interrupción o intervención con voluntad de apoderarse

                del turno …………………………………………………….. 218

                1. Intervención con voluntad de apoderarse

          del turno en el corpus español ……………………… 219

    2. Análisis de la conversaciones coloquiales españolas y alemanas referentes a la cortesía en la alternancia de turnos ………………….. 227

      5.2.1. Función fática ………………………………………... 229

            1. La función fática en el corpus español ……. 229

            2. La función fática en el corpus alemán …….. 237

      5.2.2. Función colaborativa …………………………………. 242

            1. La función colaborativa en el corpus español 242

            2. La función colaborativa en el corpus alemán 249

      1. Interpretación errónea de un LTP …………………….. 253

        1. Interpretación errónea de un LTP

          en el corpus español ………………………………… 253

        2. Interpretación errónea de un LTP

          en el corpus alemán 258

              1. Arranque simultáneo 268

                1. Arranque simultáneo en el corpus español 269

                2. Arranque simultáneo en el corpus alemán 272

              1. Intervención sin voluntad de apoderarse del turno 276

                1. Intervención sin voluntad de apoderarse

                  del turno en el corpus español 276

                2. Intervención sin voluntad de apoderarse

                  del turno en el corpus alemán 281

              2. Interrupción o intervención con voluntad

                de apoderarse del turno 287

                1. Intervención con voluntad de apoderarse

                  del turno en el corpus español …………………….. 287

                2. Intervención con voluntad de apoderarse

          del turno en el corpus alemán …………………….. 294

    3. Resultados del análisis del corpus de las conversaciones……... 295

          1. Resultados del análisis de las conversaciones formales 297

            5.3.1.1. Función fática …………………………….. 297

            1. Función colaborativa ……………………... 299

            2. Interpretación errónea de un LTP ………… 301

              5.3.1.4 Arranque simultáneo ………………………. 304

              5.3.1 5. Intervención sin voluntad de apoderarse del turno 305

              5.3.1.6. Interrupción o intervención con voluntad

              de apoderarse del turno ……………………………. 307

          2. Resultados del análisis de las conversaciones coloquiales 308

            5.3.2.1. Función fática …………………………….. 308

            1. Función colaborativa ……………………… 310

            2. Interpretación errónea de un LTP ………… 312

              5.3.2.4 Arranque simultáneo ………………………. 314

              5.3.2 5. Intervención sin voluntad de apoderarse del turno 316

              5.3.2.6. Interrupción o intervención con voluntad

              de apoderarse del turno ……………………………. 318

          3. Conclusiones del análisis de las conversaciones ……. 319

  2. Análisis de las encuestas ………………………………………… 325

    6.1. Objetivos de la encuesta ………………………………………... 326

      1. Resultado de las encuestas acerca del comportamiento comunicativo 327

        6.2.2. Conclusiones de las encuestas acerca del comportamiento comunicativo y la interpretación de las interrupciones……… 334

      2. Resultado de las encuestas acerca del uso de la cortesía ……….. 336

        1. Análisis de las encuestas españolas acerca de la cortesía 337

        2. Análisis de las encuestas alemanas acerca de la cortesía 347

        3. Contraste de las encuestas españolas y alemanas

          acerca de la cortesía …………………………………………. 361

      3. Conclusiones de los datos obtenidos de las encuestas 372

  3. Conclusiones 376

8. Bibliografía ………………………………………………….. 392

Apéndice 1

Signos de transcripción …………………………………………. I

Apéndice 2

Conversaciones formales, conversación alemana coloquial

y fichas de las conversaciones coloquiales ……………………… II

Apéndice 3

Encuestas ………………………………………………………… XXXIV


  1. Introducción


    La conversación es una forma de comunicación entre las personas estrechamente ligada al contexto social y cultural en que se produce. Conversar es una forma de socialización y supone actualizar aspectos culturales y sociales propios del grupo al que pertenecen esas personas. Como forma de interacción social, los participantes de la conversación desean, por lo general, que esta interacción se suceda de forma grata tanto para ellos mismos como para los demás, para lo cual recurren a unos principios de conducta considerada socialmente válida por el grupo sociocultural al que pertenecen, ya que responden a unos valores apreciados y considerados por el grupo. Esta conducta válida que trata de facilitar el intercambio comunicativo y de favorecer las relaciones sociales a través de la comunicación, es realizada por medios lingüísticos como no lingüísticos, y constituye lo que en este trabajo vamos a denominar cortesía.

    El deseo de que la interacción social y comunicativa que constituye la conversación se suceda de forma grata para sus participantes se debe a la necesidad de tipo psicosocial de que la identidad de la persona (su yo) sea reconocida positivamente por parte de las otras personas que integran el grupo social. El reconocimiento por parte del grupo hacia uno de sus miembros le confirma a éste en su derecho a ser tenido en consideración y a seguir perteneciendo al grupo. Esta necesidad psicosocial que tienen los individuos, que desean para sí mismos y que desean que sea respetada por los demás, es lo que se denomina imagen social (face)1. Mantener la imagen social en buena posición


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    1 Goffman (1967)


    durante el encuentro comunicativo es precisamente la manera de conseguir una interacción social grata y armónica, o dicho de otra forma, es la finalidad del uso de la cortesía.


    Este estudio sobre la cortesía se enmarca dentro de la corriente teórica y metodológica de la pragmática, perspectiva de los estudios discursivos básicamente definida de dos maneras relacionadas entre sí: como el estudio de la relación de la lengua con sus usuarios (cf. Reyes, 1990: 17) y como el estudio de la comunicación lingüística en contexto, lo que supone tener en cuenta a sus usuarios (cf. Blum-Kulka 1997: 38)2. Usuarios de la lengua, contexto y comunicación, son las palabras principales en esta concepción que aparecen también en la siguiente definición:


    “Se entiende por pragmática el estudio de los principios que regulan el uso del lenguaje en la comunicación, es decir, las condiciones que determinan el empleo de enunciados concretos emitidos por hablantes concretos en situaciones comunicativas concretas, y su interpretación por parte de los destinatarios.” (Escandell, 1993: 16).


    Precisamente por el énfasis en el uso de la lengua, en los hablantes y en las situaciones concretas, la pragmática supone un marco apropiado de estudio de la cortesía, ya que este fenómeno social se realiza principalmente por medio de la lengua y en relación con la identidad de las personas que intervienen en la conversación y con circunstancias contextuales concretas. Desde esta concepción pragmática, por tanto, la lengua es considerada en su uso concreto y de acuerdo con sus fines comunicativos.


    1. Objetivos de la tesis


      Con la presente tesis nos proponemos alcanzar los siguientes objetivos:


      • contribuir a una caracterización de la cortesía alemana contrastándola con la cortesía española en las conversaciones formales y coloquiales, dando cuenta de qué estrategias comunicativas se usan y de cómo éstas responden a unos deseos de imagen caracterizados culturalmente de acuerdo con las características culturales

      • contrastar y contribuir a una caracterización de las sobreposiciones según el contexto situacional y cultural, analizando la función y la interpretación de las sobreposiciones en las respectivas conversaciones.


      El primer objetivo fue, a la vez, el punto de partida de la tesis: realizar un estudio empírico que contribuyera a ampliar la investigación sobre la cortesía en las conversaciones españolas y en las conversaciones alemanas, para lo cual nos centramos en las conversaciones formales (transaccionales) y coloquiales. Para cumplir este primer objetivo, hemos optado por seguir un enfoque interdisciplinar y abordar la cortesía desde una perspectiva pragmática y socio-etnográfica, por considerar que el uso de la lengua está directamente relacionado con el marco cultural en que se encuentran los hablantes (cf. Saville-Troike, 1989; Gumperz, 1990; Blum-Kulka, 1997), lo que supone considerar que la cortesía está


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      2 Revisiones críticas sobre las diversas definiciones de pragmática pueden verse en Levinson (1989) y Thomas (1995). Sobre los diferentes enfoques de la pragmática, véase Leech (1983).


      condicionada por aspectos sociales y culturales propios de la comunidad cultural de estudio. Por lo tanto, nuestro trabajo se inserta en los estudios pragmáticos que tratan de la relación entre lengua, cultura y sociedad. La lengua es en sí una manifestación de la cultura, una forma de comportamiento cultural, al mismo tiempo que la cultura se recrea y redefine, entre otros medios por el uso de la lengua (cf. Schiffrin, 1994; Blum-Kulka, 1997). En este trabajo consideramos que la manifestación comunicativa de la cortesía supone una forma de comportamiento cultural, responde a un marco cultural establecido, por lo que creemos que el conocimiento de este marco nos permitirá caracterizar la cortesía que aparece en el comportamiento comunicativo de los hablantes. Pero, por otra parte, consideramos que la dependencia entre lengua y cultura es mutua, de forma que el comportamiento cortés realizado concretamente en la interacción hablada actualiza y redefine continuamente los supuestos culturales en los cuales se basa.

      Por tanto, el primer objetivo de esta tesis es aportar una caracterización sociocultural y comunicativa de la cortesía conversacional alemana y de la española en interacciones formales (transaccionales) y coloquiales mediante el análisis de un corpus de conversaciones auténticas, así como a través del análisis de encuestas realizadas por hablantes nativos.


      Del objetivo de describir la cortesía en nuestro corpus conversacional surge el segundo objetivo de la tesis: contrastar y contribuir a una caracterización de las sobreposiciones según el contexto situacional y cultural, analizando la función y la interpretación de las sobreposiciones en las conversaciones formales y coloquiales, así como la interpretación de las mismas. Pensamos que los deseos de


      imagen adquieren su sentido en la conversación en relación con el contexto situacional y sociocultural. En este sentido, pretendemos averiguar cómo se realiza la cortesía en la actividad conversacional mediante estrategias comunicativas, centrándonos, sobre todo, en las sobreposiciones: en la función que presentan las interrupciones, es decir, en el tipo de sobreposición, en la causa de realización de esa sobreposición y en la reacción de los interlocutores. En este último caso, nos referimos a cómo se interpretan los solapamientos de acuerdo con las propiedades que suponemos de la imagen social de los hablantes que dependen de las características socioculturales.

      Para dar cuenta de este segundo objetivo, analizaremos las sobreposiciones en las conversaciones formales (transaccionales) y coloquiales españolas y alemanas, contrastando las causas de realización y las interpretaciones de las mismas y las relacionaremos con la imagen social de los hablantes de cada cultura. Asimismo, contrastaremos las diferentes opiniones que han emitido al respecto los hablantes nativos.


    2. Hipótesis del trabajo


      En la concepción de Brown y Levinson (1987), la cortesía es el comportamiento comunicativo que trata los deseos de imagen social de los hablantes, siendo la imagen del destinatario de los actos de cortesía la que se considera afectada por los actos corteses realizados por un hablante. Es decir, la situación de la imagen del hablante no es considerada en la realización de la


      cortesía, sólo la del destinatario. Esta propuesta, en nuestra opinión, es discutible, siendo nuestra hipótesis la siguiente:


      1. la cortesía que un hablante dirige a un destinatario podría no sólo satisfacer los deseos de imagen social del destinatario, sino también los del propio hablante que realiza el comportamiento cortés, considerando entonces la cortesía en beneficiar la imagen tanto del destinatario como del hablante, tratando de conseguir un equilibrio en ese beneficio para la imagen social que ambos poseen y que desean ver satisfecha en sus intercambios comunicativos. Apuntando hacia una situación equilibrada de sus respectivos deseos de imagen, los participantes estarían tratando de favorecer la interacción que llevan a cabo, de forma que esta pueda discurrir de forma grata y armónica. En ese sentido, consideramos que hay intervenciones con sobreposiciones que pueden ejercer actividades comunicativas de cortesía.


      2. Pensamos que los deseos de imagen de los interlocutores que mantienen el equilibrio presentan unas características dadas por la comunidad cultural a la que pertenecen, ya que los interlocutores construyen y afirman las imágenes sociales según el contexto situacional y su propio contexto sociocultural.


      3. Consideramos la conversación como un medio de construcción de las relaciones sociales, a través de la cortesía y a través de la dinámica del intercambio, es decir, de la alternancia de turnos; y en ese sentido, un factor integrante del análisis conversacional. Referente a la alternancia de turnos,


      pensamos que la organización entre los interlocutores para contribuir a la conversación no está guiada por el principio de “un hablante por vez” (cf. Sacks, Schegloff y Jefferson, 1974), sino que hay otros principios integrantes de la conversación, como las relaciones socio-emocionales establecidas entre los interlocutores durante la conversación, en donde el fenómeno de las sobreposiciones adopta la función de “filtro social” (cf. Cordisco, 2003) que permite, incluso estimula, ciertos comportamientos y otros no, según sea el conjunto de valores que se tenga o que se quiera presentar.


      A partir de esta propuesta de caracterización del fenómeno social y comunicativo de la cortesía y de las sobreposiciones, nos proponemos estudiar a lo largo de la tesis esos otros aspectos incluidos en su concepción y configuración, aspectos sometidos a la variación sociocultural: la realización de la cortesía frente a las consideraciones sociales exigidas por la sociedad a la que pertenecen los hablantes; la existencia de una función cortés de ensalzamiento de la imagen de los hablantes frente a las funciones atenuantes de las amenazas verbales a la imagen considerada en muchos estudios como la única función de la cortesía; las interpretaciones de las sobreposiciones y su relación con la imagen social de cada cultura, y, finalmente, las particularidades de la cortesía en las conversaciones formales (transaccionales) y coloquiales.


    3. Explicaciones y justificaciones de la estructura de la tesis


      En el capítulo dos iniciaremos el marco teórico del tema de este trabajo, que es la cortesía, desarrollando primero el concepto y los estudios que se han realizado hasta el momento sobre la cortesía, para luego centrarnos en la explicación de la hipótesis que pretendemos demostrar en este trabajo. Por ello, hemos dividido el capítulo de la cortesía en cuatro partes: la primera se centra en el concepto de la cortesía en sí, es decir, en la definición y en el contraste con otros términos; la segunda parte es una introducción al tema de la cortesía en la lingüística; en la tercera parte desarrollaremos la hipótesis de nuestro concepto de la cortesía en los intercambios comunicativos; y en la cuarta parte justificaremos nuestra propuesta de la imagen social en relación con el contexto sociocultural.

      En el capítulo tres continuaremos con el marco teórico referente a los actos de habla. En este somero capítulo (ya que no es el tema principal de nuestro trabajo) abordaremos los actos de habla, basándonos, sobre todo, en los actos de habla indirectos, relacionados con la cortesía. Posteriormente, haremos un breve recorrido de los actos de habla relacionándolos con el contexto cultural y, a continuación, los relacionaremos con el contexto situacional, es decir, con la conversación, ya que pensamos que los actos de habla deberían estudiarse dentro de la disciplina lingüística del análisis conversacional.

      Continuaremos el marco teórico del tema de este trabajo en el capítulo cuatro, haciendo un breve recorrido sobre el análisis de la conversación como disciplina lingüística. Empezaremos mostrando los diferentes enfoques y distintas denominaciones, para posteriormente ocuparnos del análisis conversacional en sí,


      abordando las características de la conversación y, sobre todo, el fenómeno de la alternancia de turnos y de las sobreposiciones3.

      Después de las investigaciones y conclusiones del marco teórico, presentaremos, en el capítulo cinco, el material empírico del trabajo: el corpus, es decir, el análisis de las conversaciones; cuyos objetivos son mostrar las diferentes interpretaciones de las sobreposiciones en las conversaciones y su relación con la imagen social de cada cultura, mostrar cómo es la realización comunicativa y social de la cortesía en las conversaciones formales y coloquiales españolas y alemanas con el fin de contrastarlas y averiguar las similitudes y diferencias, así como tratar de demostrar cómo el uso de la cortesía puede obedecer a un deseo de mantener una relación equilibrada entre los deseos del hablante y del oyente.

      En el capítulo seis analizaremos nuestro segundo corpus: las encuestas sobre hábitos sociales referente al uso de la cortesía, al comportamiento comunicativo y a la interpretación de las interrupciones, realizadas por informantes nativos españoles y alemanes. Por lo que los objetivos de las encuestas son: a) recoger percepciones acerca del tipo de comportamiento social, vista por nativos, para contrastar posibles coincidencias y divergencias con las premisas de la imagen social; b) obtener datos del comportamiento comunicativo de cada sociedad cultural (española / alemana) y contrastarlos; c) analizar los comportamientos comunicativos y las interpretaciones de las interrupciones con las premisas de la imagen social de la comunidad cultural tanto española como alemana y contrastarla; y d) comprobar qué se entiende por comportamiento


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      3 En lo que se refiere a las funciones de las interrupciones, tomamos los propuestos por Briz y el grupo Val.Es.Co. (2003), aunque nosotros hemos adoptado el término de sobreposición en lugar de “superposición” como utilizan ellos. Véase también el capítulo 6.


      cortés en cada sociedad cultural y en qué situaciones se usa la cortesía, con el fin de contrastar las similitudes y las diferencias.

      Finalmente, en el capítulo 7 se extraen las conclusiones a las que nos permite llegar este trabajo.


    4. Método de trabajo


      El método usado en el análisis de la cortesía y de las sobreposiciones de esta tesis se basa, como es frecuente, en estudios pragmáticos, en el concepto de acto de habla y en la teoría del análisis conversacional. El acto de habla (Austin, 1962; Searle, 1969) ha sido un concepto clave en pragmática al comprender la capacidad de la lengua no sólo de decir cosas, sino también de hacer cosas. De ahí, que decir gracias en las condiciones apropiadas es la realización de un acto de agradecimiento. En nuestro estudio recurriremos al concepto de acto de habla a fin de identificar el acto de habla realizado por los hablantes, si bien hemos empleado también el concepto de acto comunicativo (Hernández, 2002 apud Allwood, 1976) por comprender el acto comunicativo la finalidad comunicativa de la lengua en una conversación, frente a la orientación más filosófica del acto de habla, estudiado hasta ahora, sobre todo, en enunciados aislados. Nosotros entendemos que los hablantes utilizan los actos de habla en sus conversaciones dependiendo de los contextos situacionales y socioculturales, así como de los usos convencionales de su país. Por ello, en una conversación, los interlocutores saben interpretar las inferencias verbales y ni verbales. Por este motivo, los actos de


      habla estarían incluidos dentro de la competencia conversacional que cada hablante tiene para entender y producir enunciados y, por consiguiente, y según nuestra opinión, deben formar parte del análisis conversacional.

      Para analizar la conversación y las secuencias utilizaremos el método del análisis conversacional tal como lo entienden Sacks, Schegloff y Jefferson (1974) y Gallardo (1996) entre otros, al constituir un enfoque empírico que evita la elaboración de teorías prematuras. Ellos utilizan métodos inductivos, es decir, buscan pautas recurrentes en diferentes registros de conversaciones espontáneas y, en vez de una ontología de reglas, se enfatizan las consecuencias interactivas e inferenciales, por lo que el énfasis se pone en lo que ocurre realmente en una conversación. Por ello se adapta a nuestro análisis y, por consiguiente, al tema de nuestra tesis.

      En nuestro trabajo hablaremos de secuencia de cortesía: los fragmentos de conversación de una serie de actos o tratamientos de temas tienen un significado social cortés. El tratamiento del acto dentro de la secuencia supone que no lo consideremos como unidad individual y aislada, sino puesta en relación con los otros actos realizados en la secuencia conversacional. Esta postura sigue la dirección de trabajos pragmáticos que se centran en la serie de actos que conjuntamente realiza la acción comunicativa. (cf. Watts, 1991; Bravo, 1996; Placencia, 1996 y Hernández, 2002).

      La identificación de la cortesía en las secuencias conversacionales se hará de acuerdo con estudios pragmáticos y estudios socio-etnográficos sobre la imagen social. En cuanto a los criterios pragmáticos, se tratará de identificar la acción que realizan los actos mediante los aspectos comunicativos que presentan


      las intervenciones conversacionales de los hablantes, considerando por aspectos comunicativos la conjunción de: los aspectos lingüísticos (semántica, morfosintaxis, elementos suprasegmentales) y no lingüísticos, (incluyen el lenguaje no verbal como por ejemplo: las risas); las características interaccionales (la posición del acto en la secuencia en relación con los otros actos), y las características contextuales, entendidas en un amplio sentido que iría desde la situación física en que se encuentran los hablantes y el conocimiento de situaciones personales compartidas hasta las condiciones sociales y culturales en que se produce el encuentro comunicativo. La acción comunicativa (estrategias de cortesía, intervenciones y sobreposiciones) realizada en la secuencia se determina, no por uno solo de estos aspectos, sino por la conjunción de todos ellos.

      En lo referente a los criterios socio-etnográficos sobre la imagen social en la interpretación del comportamiento cortés y en la interpretación de las intervenciones, sobre todo, con sobreposición, nos fijaremos en los deseos de imagen de los participantes. Para definir los aspectos culturales que atribuimos a la imagen española, nos basaremos en los trabajos de Bravo (1996, 1999) y de Hernández (2002) sobre la imagen social y el comportamiento comunicativo de los españoles; en estudios antropológicos sobre el comportamiento social y los valores culturales españoles y en los resultados de la encuesta sobre la cortesía, el comportamiento comunicativo, la opinión de las interrupciones y el comportamiento social diario. Y para definir los aspectos culturales y establecer las características que le atribuimos a la imagen social alemana, nos basaremos en estudios antropológicos sobre el comportamiento social y los valores culturales alemanes, así como en los resultados de las encuestas sobre la cortesía, el


      comportamiento comunicativo, la opinión de las interrupciones y el comportamiento social diario.


      Finalmente, para la identificación de las intervenciones, las funciones de las mismas y las sobreposiciones nos basaremos en estudios pragmáticos realizados por Sacks, Schegloff y Jefferson (1974), Beinhauer (1978), Auer (1996), Gallardo (1996), Hidalgo (1998), Henne y Rehbock (2001), Rath (2001), Heilmann (2002) y, sobre todo, en Briz (2003). En cuanto a los criterios de las interrupciones y la cortesía, nos basaremos en estudios pragmáticos realizados por Lycan (1977) y Bañón (1997).


    5. Material del análisis


      El material empírico de este trabajo consta de un corpus de conversaciones grabadas en audio en Valencia, en Berlín y en Lippstadt, así como de encuestas de opiniones en torno al comportamiento social, al comportamiento comunicativo, a las interrupciones y a la cortesía. Estas encuestas fueron realizadas entre 160 hablantes: 80 hablantes españoles y 80 hablantes alemanes.


      El corpus de las conversaciones formales (transaccionales) fue grabado, transcrito y revisado por la autora de esta tesis. Las grabaciones se realizaron en agencias de viajes españolas en Valencia y en agencias de viajes alemanas en Berlín y en Lippstadt. El corpus de las conversaciones formales consta de ocho


      conversaciones españolas y de seis conversaciones alemanas. El número de conversaciones alemanas es menor, debido a la dificultad de grabar conversaciones en Alemania por el derecho de protección al cliente, por la negativa por parte de los agentes alemanes a dar su conformidad para que dichas conversaciones fuesen grabadas y por motivos de desplazamiento.

      El corpus de las conversaciones coloquiales pertenecen al corpus de las conversaciones coloquiales del grupo Val.Es.Co. (2002) y consta de dos grabaciones, una de veinte minutos grabados y otra de diez minutos grabados. Los hablantes que participan tienen entre sí lazos de parentesco o amistad, y sus conversaciones suceden en situaciones de visitas entre ellos.

      En lo referente a las conversaciones coloquiales alemanas también tuvimos problemas: no podíamos localizar grabaciones alemanas, y mucho menos con la misma temática de las conversaciones coloquiales del grupo Val.Es.Co. (2002). Por lo que el corpus conversacional alemán consta de una conversación coloquial4, procedente del Institut für Deutsche Sprache con una duración de treinta minutos grabados. Esta grabación estaba transcrita transliterada ortográficamente, por lo que tuve que ser transcrita y revisada por la autora de esta tesis. Los hablantes que participan en esta conversación también tienen entre sí lazos de parentesco o amistad, y sus conversaciones suceden igualmente en situaciones de visitas entre ellos.


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      4 El Institut für Deutsche Sprache no tenía otras conversaciones comparables a las conversaciones coloquiales del grupo Val.Es.Co. (2002).


      La encuesta o test de hábitos sociales (elaborada por nosotros)5 está inspirada, sobre todo, en la realizada por Hernández (2002) en su estudio de la cortesía en la conversación española de familiares y amigos.

      Nosotros hemos elaborado una encuesta en español para hablantes nativos españoles y una encuesta alemana para hablantes nativos alemanes. Nuestra encuesta consta de dos partes: en la primera se pregunta a los informantes sobre el comportamiento social, el comportamiento comunicativo, así como sobre las interrupciones y su opinión acerca de las mismas; en la segunda parte se les pregunta por su opinión en torno al concepto de cortesía, a qué comportamientos consideran corteses, al uso de la cortesía en situaciones formales e informales y por su opinión acerca de la caracterización del español versus alemán como persona cortés y en comparación con otras culturas.


      El uso científico que hacemos de las dos partes del material es el siguiente: el corpus conversacional constituye el material de análisis de la cortesía y de las sobreposiciones, por ser una muestra de lo que dicen los hablantes en situaciones reales; el análisis de las encuestas lo usamos, sobre todo, con valor orientativo, es decir, funcionan como supuestos sobre comportamientos comunicativos y valores sociales vigentes en la comunidad cultural que pueden ayudarnos a reconocer e interpretar tanto la cortesía como el fenómeno de las sobreposiciones que aparecen en el corpus de las conversaciones.



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      5 Véase apéndice 3.


  2. La cortesía


    En este capítulo iniciaremos el marco teórico del tema de este trabajo, que es la cortesía, desarrollando primero el concepto y los estudios que se han realizado hasta el momento sobre cortesía, para luego centrarnos en la hipótesis que pretendemos demostrar con el análisis del corpus. Para ello hemos dividido el capítulo en cuatro partes: la primera se centra en el concepto de la cortesía en sí, es decir, en la definición y en el contraste con otros términos; la segunda parte es una introducción al tema de la cortesía en la lingüística; en la tercera parte desarrollaremos la hipótesis de nuestro concepto de la cortesía en los intercambios comunicativos, y en la cuarta parte justificaremos nuestra propuesta de la imagen social en relación con el contexto sociocultural.


    1. Definición del concepto ‘cortesía’


      Si nos fijamos en la etimología, tanto del término alemán Höflichkeit que procede de Hof (corte) como del español cortesía, observaremos que ambos hacen referencia a corte, o sea, a la vida de la corte, donde los cortesanos se distinguían del pueblo común por sus buenos modales. Pero este hecho no hunde sus raíces en la Edad Media, otros pueblos como los antiguos egipcios ya cultivaban los buenos modales en sus interacciones a través de unas normas establecidas:


      „Jede Zeit ordnet den Verkehr zwischen Menschen durch Regeln des guten Benehmens, weil diese den Alltag leichter und angenehmer machen. Solche Umgangsformen drücken sich im allgemeinen Benehmen, in Gesten und in


      Worten aus, sie werden durch Verbote wie Vorschriften geregelt, und an diese allgemeine Sitte hat der Äg. sich zu halten.“ (Brunner, 1977: 1229).


      Ya en el sistema social del antiguo Egipto existían normas que regulaban el buen comportamiento. Se puede decir que la cortesía tradicionalmente se ha concebido como un conjunto de muestra de respeto, cuyo uso determinaba el buen funcionamiento tanto de la organización social como por ende de las interacciones. Además, el conocimiento de los principios que regulan la etiqueta conversacional era y es el objetivo principal de la educación y una de las notas distintivas de los buenos modales.

      Zillig (2001) hace un estudio diacrónico de los términos cortesía y tacto, basándose en ejemplos extraídos de libros de los buenos modales (Anstandsbücher) y libros de literatura, desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Según él, fue Goethe quien introdujo, en el siglo XVIII, el término tacto (Takt) en la lengua alemana significando “intuitiv richtiges Benehmen” (Zillig, 2001: 47). Para Knigge (apud Zillig, 2001) la cortesía era una forma de comportamiento en el trato con otras personas. Ya en aquel entonces, Knigge observa que lo que significa cortesía para unos, no lo es necesariamente para otros:


      “dem schwerfälligen Westfälinger […] alles hebräisch [ist], was ihm der Österreicher in seiner ihm gänzlich fremden Mundart vorpoltert; die zuvorkommende H ö f l i c h k e i t und Geschmeidigkeit des durch französische Nachbarschaft polierten Rheinländers würde man in manchen Städten von Niedersachsen für Zudringlichkeit, für Niederträchtigkeit halten!” (cf. Zillig, 2001: 50).


      De la cita se deduce que Zillig observa que hay una diferencia entre cortesía y tacto: mientras que el tacto es algo intuitivo, la cortesía es algo cambiante según la cultura o región y que se rige por normas, a veces


      inconscientes; por ello en ocasiones sólo se aprecia cuando alguien infringe la norma y notamos que falta esa cortesía.

      Pero el significado de las palabras no sólo cambia según la cultura, sino también según el contexto histórico. Así en el siglo XIX, la cortesía está más relacionada con el concepto social:


      “In den meisten Büchern (des 19. Jahrhunderts) wird der Wert für das Funktionieren der Sozialordnung, für das gesellschaftliche Ansehen und das berufliche Fortkommen und bei der Verhinderung oder der Lösung von Konflikten hervorgehoben.” (Zillig, 2001:56).


      Y es en el transcurso del siglo XVIV cuando se empieza a notar la separación de ambos conceptos: cortesía y tacto. Para Zillig, la cortesía es algo externo y formal y cuyas reglas se pueden aprender, mientras que el tacto es algo innato. Según esta clasificación, se podría decir – aunque más adelante lo analizaremos con profundidad – que el concepto de tacto sí es universal, en el sentido que hay personas que tienen tacto y otras que no, mientras que el concepto de cortesía depende más de las normas establecidas en cada sociedad o cultura. Nosotros vamos a centrarnos en el segundo concepto, en el de cortesía.


      1. Contraste con términos equivalentes


Thomas (1995) pretende delimitar el concepto de cortesía, ya que, según ella, ha llevado a confusión y malentendidos. Ella distingue entre deferencia y cortesía, registro y cortesía, y cortesía y forma lingüística: la deferencia se refiere al respeto que mostramos hacia otras personas por su edad, estado social etc.,


mientras que la cortesía es más general. Ambas se pueden manifestar a través de comportamientos sociales y formas lingüísticas. Pero Thomas afirma que la diferencia entre estos dos conceptos radica en que la deferencia no está relacionada con la pragmática, ya que el hablante no tiene elección a la hora de elegir una forma deferente u otra, y pone el ejemplo del sistema T/V, o sea, los pronombres personales de segunda persona: du/Sie, tú/usted, puesto que este uso está regido por normas sociolingüísticas.


“If the use of a particular form is obligatory in a particular situation, […] it is of no significance pragmatically; it is only when there is a choice, or when a speaker attempts to bring about change by challenging the current norms, that the use of deferent or non-deferent forms becomes of interest to the pragmaticist.” (Thomas, 1995: 152).


Según Thomas, se puede ser deferente sin ser cortés, ya que la forma deferente en sí no transmite ni cortesía ni respeto.

El concepto de registro, al igual que el de deferencia, es un concepto sociolingüístico y por ello tampoco tiene mucha relación con la pragmática, ya que no tenemos la elección de usar en una situación formal otro lenguaje que no sea un lenguaje formal, a no ser que el hablante utilice deliberadamente una forma no esperada, con el fin de cambiar la situación. Sólo en este caso sería interesante para la pragmática. Pero además, lo más importante en pragmática es el contexto:


“Doing pragmatics crucially requires context […] as soon as we put a speech act in context, we can see that there is no necessary connection between the linguistic form and the perceived politeness of a speech act.” (Thomas, 1995: 156).


Thomas (1995) concluye diciendo que para hablar de cortesía hay que tener en cuenta tanto la forma lingüística, como el contexto del enunciado, como


la relación que exista entre el hablante y el oyente, y las inferencias que el oyente pueda hacer. Siguiendo esta conclusión, Thomas afirma que por el mero hecho de hablar se puede traspasar el espacio de la otra persona, es decir, simplemente por decir algo o, por no decir nada, es en potencia un acto amenazante para la imagen; por lo que destaca en el modelo de Fraser (1990) los derechos y las obligaciones que contraen los hablantes en el “contrato conversacional” y en el modelo de Spencer-Oatey (2000) el enfoque cultural y situacional.

Aunque Thomas destaca la importancia del contexto, tanto cultural como situacional a la hora de hablar de cortesía, y en este sentido critica el concepto de universalidad de Brown & Levinson1, se basa en ellos enfatizando la importancia de sus estrategias y de los actos amenazantes para la imagen. Concerniente a esto, Thomas también tiene una visión negativa de las relaciones sociales, según la cual, las acciones siempre resultan potencialmente amenazantes para los demás, y la imagen pública siempre está sujeta a posibles ataques.


    1. Los estudios de la cortesía


      Para dar cuenta de las propiedades de la comunicación que dependen del carácter inherentemente social de las interacciones verbales, una buena parte de la investigación reciente gira en torno a nociones como las de cortesía o cortesía conversacional. Nuestro objetivo es hacer un resumen de las investigaciones


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      1 El concepto de universalidad de Brown & Levinson lo especificaremos en el apartado 2.2.4


      realizadas hasta ahora, repasando sus postulados básicos, para posteriormente proponer nuestro concepto de la cortesía y de la imagen social.


      1. Grice y el concepto de implicatura


        Muchos son los lingüistas que se han dedicado al estudio de la cortesía desde que el filósofo Paul Grice (1975) sugirió que además de las cuatro máximas2 establecidas por él en su Cooperative Principle, había otras que también influyen en la conversación y que pueden generar implicaturas no convencionales como por ejemplo la máxima be polite. Según él, la cortesía se puede considerar una implicatura conversacional generalizada que, además, puede ser gramaticalizada (cf. Grice, 1975).


        Hoy en día hay muchos lingüistas que admiten que efectivamente existe una diferencia entre lo que se dice y lo que se piensa, un hecho que ya Grice intentó demostrar al afirmar que existe una diferencia entre las lenguas naturales y las lenguas artificiales. Las lenguas naturales presentan elementos que no pueden etiquetarse con ningún “valor de verdad” y esto nos lleva a la implicatura o como Grice la describe:


        “[…] intuitive understanding of the meaning of ‘say’ in (a definite) context […] But for a full identification of what the speaker had said, one would need to know

        1. the identity of x, (b) the time of utterance, and (c) the meaning, on the particular occasion of utterance […]. In some cases the conventional meaning of the words used will determine what is implicated, besides helping to determine what is said.” (Grice, 1975: 44).


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          2 La máxima de la cantidad, de la calidad, de la relación y de la manera (más adelante las especificaremos).


          Dentro del concepto de implicatura, Grice (1975) distingue dos tipos: la implicatura convencional y la implicatura no convencional o conversacional. La implicatura convencional está relacionada con determinadas expresiones léxicas, mientras que la implicatura conversacional necesita estar contextualizada para transmitir un significado adecuado o determinado3.

          Grice (1975) utiliza el término de implicatura para designar lo que los interlocutores deducen en una conversación, basándose en el enunciado y en la relación que este enunciado tiene con elementos situacionales y no verbales. Y partiendo de la convicción de que el lenguaje tiene como fin primordial la comunicación y que lo que desean en un principio los interlocutores es una comunicación sin ‘problemas’, Grice (1975) postula su Cooperative Principle que guía toda la conversación y que él lo formula de la siguiente forma:


          “Make your conversational contribution such as is required, at the stage at which it occurs, by the accepted purpose or direction of the talk exchange in which you are engaged.” (Grice, 1975: 45).


          Con el fin de precisar estos requisitos, Grice (1975) elabora un conjunto de normas pragmáticas o normas conversacionales para que la conversación transcurra sin incidencias. Estas normas o máximas conversacionales son las siguientes:


          “1. Make your contribution as informative as is required (for the current purposes of the exchange).


          3 Véase capítulo 6: análisis del corpus de las conversaciones.


          1. Do not make your contribution more informative than is required. […]

          2. Be relevant […]

          3. Avoid obscurity of expression. Avoid ambiguity. Be brief (avoid unnecessary prolixity). Be orderly.” (cf. Grice, 1975: 45-46).


          La primera sería la máxima de la calidad, la segunda la máxima de la cantidad, la tercera la máxima de la relación y la cuarta la máxima de la manera. Como se ha mencionado anteriormente, Grice (1975) fue el primero en sugerir que además de estas máximas existen otras máximas y submáximas como la de ‘sé cortés’ que los interlocutores tienen en cuenta en una conversación y que pueden generar implicaturas no convencionales o conversacionales.


          “There are, of course, all sorts of other maxims (aesthetic, social, or moral in character), such as ‘Be polite’, that are also normally observed by the participants in talk exchanges, and these may also generate nonconventional implicatures.” (Grice, 1975: 47).


      2. Lakoff y las normas de cortesía


Desde la propuesta de Grice (1975) muchos lingüistas han retado las máximas conversacionales. Así, Robin Lakoff (1973) no cree que una comunicación ideal que se guíe por las máximas conversacionales establecidas por Grice sea una conversación normal en la vida real:


“It should be clear to anyone looking at these rules (se refiere a las de Grice) that a normal, interesting conversation violates these rules at every turn: it is insipid or stifflly formal conversation that hews to them. […] Rather, speakers seem to conspire, using a kind of principle of sanity: ‘I assume you’re sane, unless proven otherwise, and will therefore assume that everything you do in a conversation is done for a reason […]” (Lakoff, 1973: 297).


No obstante, Lakoff (1973) sugiere, desde la observación de las normas conversacionales de Grice (1975), que las normas pragmáticas o de comportamiento pragmático tienen preferencia, por lo que deben ser incorporadas en la gramática con el fin de poder explicar el significado comunicativo de una frase y propone dos normas que las denomina “Rules of Pragmatic Competence”: sé claro, sé cortés (cf. Lakoff, 1973: 296). De estas dos normas, la cortesía es más importante en la conversación, tanto que, en caso de dudas, gana la cortesía:


“[…] if one seeks to communicate a message directly, if one’s principal aim in speaking is communication, one will attempt to be clear, so that there is no mistaking one’s intention. If the speakers principal aim is to navigate somehow or other among the respective statuses of the participants in the discourse indicating where each stands in the speaker’s estimate, his aim will be less the achievement of clarity than an expression of politeness, as its opposite. […] when Clarity conflicts with Politeness, in most cases […] Politeness supersedes: it is considered more important in a conversation to avoid offence than to achieve clarity. This makes sense, since in most informal conversations, actual communication of important ideas is secondary to merely reafirming and strengthening relationship.” (Lakoff, 1973: 296 ss.).


Esta segunda norma, la de cortesía, es tan importante en la conversación que la autora la subdivide en otras “Rules of Politeness: (a) Don't impose. (b) Give options. (c) Make A (addressee) feel good - be friendly.” (Lakoff, 1973: 298). Posteriormente Lakoff especifica cada una de estas normas, ya que, según ella, la pragmática no se puede considerar de forma aislada, sino en conjunto con la sintaxis y la semántica. (cf. Lakoff, 1973: 296).

Lakoff comparara la primera norma (a): no te impongas o no te entrometas en los asuntos de otros con formas pasivas e impersonales, así como con el pronombre personal formal “usted/ Sie”. Estos recursos lingüísticos crean una


distancia entre el interlocutor y el mensaje, reduciendo así el grado de carga emocional y, a al mismo tiempo, aumentando la sensación de objetividad.

La segunda norma (b): da opciones, que suele cooperar con la primera norma, impide que el hablante se imponga sobre el oyente, permitiéndole al oyente, aunque, a veces, solo sea de forma aparente, que tome sus propias decisiones. Los recursos lingüísticos relacionados con esta norma son los eufemismos, las evasivas y los question tags4.

La tercera norma (c): haz que el oyente se sienta bien, sé amable contradice en un principio con la norma 1, donde se exige todo lo contrario, o sea, la distancia. Con la norma 3 el hablante intenta incluir al interlocutor u oyente de forma amigable en la conversación. Por ello, los recursos lingüísticos más utilizados son los pronombres personales informales “tú/du”, nombres propios y expresiones como “¿sabes?” (cf. Lakoff, 1973: 301).

Aunque Lakoff apunta que en caso de dudas, tiene preferencia la tercera norma, es importante que las normas de cortesía se adapten a los interlocutores y a la situación comunicativa, dado que la elección equivocada puede llevar a malentendidos:


“In a situation where we would expect R3 and get R1, the effect is a breach of politeness, rather than a free choice between that and a (polite) refusal to impose.” (Lakoff, 1973: 302).


Por lo tanto, las normas sociales son muy importantes ya que influyen directamente en la interacción. Y aquí Lakoff misma, anticipa una posible crítica a


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4 Véase capítulo 3.1.


su teoría: diferentes culturas o incluso miembros de diferentes grupos sociales pueden tener distintos modelos de cortesía.


“Now one objection to this formulation of the rules of politeness is that what is polite for me may be rude for you. I am claiming here that these rules are universal. But clearly customs vary. Are these statements contradictory? I think not. What I think happens, in case two cultures or an utterance, is that they have the same three rules, but different orders of precedence for these rules.” (Lakoff, 1973: 303).


Lakoff tiene en cuenta el contexto conversacional, incluso parte de él para formular su teoría, pero no considera el contexto cultural, donde las presuposiciones pragmáticas (cf. Lakoff 1973: 292), que ella considera inevitables, aun se hacen más patentes.


      1. Goffman y el concepto de imagen


        El sociólogo Erving Goffman (1957, 1971) fue quien introdujo el concepto de imagen, relacionado con el fraseologismo inglés ‘to lose face’, con correspondencia en muchas culturas.

        En alemán existen los fraseologismos ‘das Gesicht verlieren’ y ‘das Gesicht wahren’ aunque ambos son préstamos del inglés (cf. Duden, 1992). En español, en el diccionario de la Real Academia, solamente encontramos la entrada ‘lavar la cara a alguien’ que significa adular y lisonjear a alguien.

        La expresión inglesa ‘to lose face’ significa perder la reputación o el honor, conceptos importantes para Goffman. Ya en su libro “Presentaciones de la persona en la vida pública” Goffman (1971) estudia al ser humano dentro de su


        entorno social, empleando para ello la perspectiva de la actuación o representación social. El autor es de la opinión de que cuando un individuo está en presencia de otros, ambos interlocutores tratan de obtener la máxima información posible acerca del otro. Esto les permite definir la situación y el contexto, factores imprescindibles, ya que “vivimos por inferencia” (Goffman, 1971: 15). Relacionado con esto también nos habla de la “expresividad del individuo” y distingue entre “la expresión que da y la expresión que emana de él (individuo)” (cf. Goffman, 1971: 14). La primera incluye los símbolos verbales y la segunda los no verbales, es decir, las acciones que los demás interpretan como sintomáticas y que no solo están sujetas al individuo, sino también al contexto, y que conducen a que los demás adquieran una determinada impresión. Basándose en esto Goffman le da el nombre de:


        “[…] fachada (front) a la parte de la actuación del individuo que funciona regularmente de un modo general y prefijado, a fin de definir la situación con

        respecto a aquellos que observan dicha actuación.” (Goffman, 1971: 34).


        Dentro de este universo social, el individuo intenta mantener una ‘fachada’ o imagen positiva de él para ser aceptado socialmente y al mismo tiempo espera de su interlocutor que respete esta imagen como él respeta las demás. Para esta clase de comportamiento Goffman utiliza el concepto de face (imagen) que incluye dos aspectos complementarios: el respeto por la imagen de un mismo y la consideración hacia la imagen de otros:


        “So wie vom Mitglied jeder Gruppe erwartet wird, Selbstachtung zu zeigen, so wird von ihm erwartet, einen bestimmten Standard von Rücksichtsnahme aufrecht zu erhalten; man erwartet von ihm, daβ er sich bis zu einem gewissen Grad bemüht, die Gefühle und das Image anderer Anwesender zu schonen […].


        Die doppelte Wirkung der Regel der Selbstachtung und Rücksichtsnahme besteht darin, daβ jemand sich bei einer Begegnung tendenziell so verhält, daβ er beides währt: sein eigenes Image und das der anderen Interaktionspartner.” (Goffman, 1986: 15-16).


        El hablante trata de mantener durante la conversación una imagen de sí mismo a través de estrategias de actuaciones verbales y no verbales. Estas estrategias pueden ser conscientes o no, y tienden a institucionalizarse dependiendo de la clase de interacción y de la clase social de los participantes. Es importante que ambos interlocutores acepten estas estrategias de comportamiento, ya que tienen un efecto estabilizador: evitar o minimizar los efectos negativos, es decir, que puedan desequilibrar la situación y con ello la conversación. Goffman describe dos clases de técnicas para evitar los efectos negativos: los procesos evasivos, donde se evitan las situaciones embarazosas o se intentan minimizar o presentar de forma indirecta, y los procesos correctivos en los que se adopta un comportamiento ritual para compensar el daño producido para la imagen (cf. Goffman, 1986: 25). Pero habría que analizar si la cortesía es siempre un comportamiento estratégico con efecto estabilizador que implica una potencial amenaza de las interacciones sociales. Además, en caso de ser realmente necesario el uso de unas estrategias habría también que valorar la situación y el contexto, dentro del cual se produce la interacción.


      2. Brown & Levinson y las estrategias de cortesía


        El modelo de cortesía de Brown & Levinson5 (1978, 1987) ha sido y continua siendo para muchos investigadores el modelo guía sobre la teoría de la cortesía, sobre todo en lo que se refiere a los actos de habla. Por una parte, este modelo pretende completar el modelo de Grice (1975) y el Principio de Cooperación, ocupándose de los aspectos sociales y racionales de la comunicación; y por otra parte, estos autores se basan y amplían el modelo de la imagen social, establecido por Goffman, aunque ellos prefieren considerar el concepto de imagen como un conjunto de necesidades inherente al ser humano:


        “It would have been possible to treat the respect for face as norms or values subscribed to by members of a society […]. Instead, we treat the aspects of face as basic wants, which every member knows every other member desires, and which in general it is in the interests of every member to partially satisfy.” (B/L, 1987: 62).


        Partiendo entonces del hecho de que todo ser humano tiene una imagen pública que pretende preservar y la mejor manera de hacerlo es respetando a los demás, B/L formulan su teoría de la imagen. Según ellos, existen actos de habla que pueden amenazar la imagen que, a su vez, es vulnerable. Por consiguiente hay que mitigar estos actos para no poner en peligro la imagen, y con ello, las relaciones con los demás. Esta imagen tiene dos caras: la positiva y la negativa, que ellos definen como sigue:


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        5 A partir de ahora nos referiremos a ellos con la abreviatura de B/L.


        “[…] negative face: the want of every ‘competent adult member’ that his actions be unimpeded by others.[…] Positive face: the want of every member that his wants be desirable to at least some others.” (B/L, 1987: 62).


        La imagen positiva consiste en el deseo de ser aprobados por los demás interlocutores, o sea, en preservar la imagen pública de uno mismo; y la imagen negativa sería el deseo de libertad de acción para poder proyectar esta imagen.

        Carrasco (1999) opina que la definición de las imágenes de B/L es “un tanto confusa” (Carrasco, 1999: 4), porque el deseo de que el acto sea aprobado lleva implícito el deseo de no ser impedido en las acciones. Meier (1995) también les hace la misma crítica. A nuestro juicio, y como analizaremos posteriormente, además resulta confusa porque los términos utilizados “positivo” y “negativo” pueden llevar a interpretaciones erróneas.


        Según B/L el concepto de imagen es universal, por ello parten de una persona modelo para definir su teoría. Toda interacción cortés está motivada por salvar esa imagen, o sea, las dos caras de esa imagen, y ello da lugar a la cortesía positiva y a la cortesía negativa respectivamente. Pero hay algunos actos de habla que amenazan la imagen, por lo que establecen unas estrategias, o manifestaciones de cortesía, para minimizar los efectos de los actos amenazantes para la imagen (“FTA”) y las agrupan en cinco grupos:


        1. Do the FTA on record, without redressive action, badly;


        2. do the FTA on record, with redressive action, positive politeness;


        3. do the FTA on record, with redressive action, negative politeness;


        4. do the FTA off record;


        5. don’t do the FTA (cf. B/L, 1987: 69).


          El hablante puede realizar el acto amenazante de forma directa o explícita (on record) o de forma indirecta o implícita (off record), aunque existe un factor importante que influye en la elección: las variables sociológicas, o sea, la distancia social (D) entre el hablante y el oyente, la relación de poder (P) entre ellos y el grado (R) de imposición del acto en determinada cultura. B/L crearon entonces una ecuación:


          Wx = D(S,H) + P (H,S) + Rx


          W=grado de potencial amenaza de un acto, D=distancia social, S=hablante, H=oyente, P=poder, R= grado de imposición del acto (cf. B/L 1987: 76),


          para medir el grado en que un acto verbal resulta amenazante para la imagen. A través de esta ecuación, el hablante puede calcular el esfuerzo que tiene que emplear para mitigar la amenaza del acto en cuestión y de esta forma seleccionar la estrategia de cortesía más adecuada. Primero ha de decidir si realizar el acto de forma directa o indirecta. Si realiza el acto de forma directa, entonces su intención comunicativa ha de ser clara y transparente. El hablante utilizará la estrategia “ bald on record” o abierta, - coincide con las máximas de Grice (1975)-, cuando para él sea más importante la información que satisfacer los deseos de la imagen del interlocutor o cuando no tenga que temer represalias


          por parte del interlocutor. Las formas lingüísticas que utilizará serán formas impersonales o pasivas.

          También puede decidir realizar el acto de forma directa pero con una acción reparadora “with redressive action”. En este caso el hablante transmitirá al oyente que no se pretendía dañar la imagen. Esta acción se subdivide en dos estrategias: “positive politeness” y “negative politeness”. La cortesía positiva está orientada principalmente hacia la imagen positiva del interlocutor, y de alguna forma también está basada en la idea de mantener una buena relación durante la interacción, ya que el hablante considera a su interlocutor como un igual. La cortesía positiva normalmente pasa desapercibida en la conversación diaria; sólo elementos lingüísticos de exageración denotarían esta estrategia.


          “Positive-politeness utterances are used as a kind of metaphorical extension of intimacy, to imply common ground or sharing of wants to a limited extend even between strangers who perceive themselves, for the purposes of the interaction, as somehow similar. For the same reason, positive politeness techniques are usable not only for FTA redress, but in general as a kind of social accelerator, where S, in using them, indicates that he wants to ‘come closer’ to H.” (B/L, 1987: 103).


          B/L indican que hay 15 estrategias para la cortesía positiva:


          1. mostrar interés en lo que respecta al interlocutor;


          2. exagerar: a través de la entonación, el acento o intensificadores;


          3. intensificar el interés del interlocutor por ejemplo utilizando presente y pasado, estilo directo, o expresiones como “¿sabes? “;

          4. utilizar un lenguaje adaptado al interlocutor (dialectos etc.), nombres de pila, diminutivos u otras formas para mostrar afecto, así como el pronombre personal informal (tú/du);

          5. buscar acuerdos;


          6. evitar desacuerdos o hacer pseudo-acuerdos como si el hablante y el oyente estuvieran llegando a la misma conclusión, o decir mentiras piadosas;

          7. establecer un terreno común, hablando de cosas no relacionadas con el acto amenazante antes de realizarlo, o reduciendo la distancia que pueda haber entre el punto de vista del hablante y el oyente. El hablante puede optar aquí entre varios elementos lingüísticos: el pronombre inclusivo “nosotros”, demostrativos, y cualquier elemento que le pueda acercar al interlocutor y tenga connotación familiar;

          8. hacer bromas;


          9. hacer valer que el hablante se interesa por los deseos del oyente;


          10. ofrecer o prometer cosas, incluso aquellas que luego no se van a mantener;

          11. ser optimista, es decir, presuponer que el oyente quiere colaborar;


          12. incluir tanto al hablante como al oyente en la actividad;


          13. dar o preguntar por los motivos que puedan llevar o no a determinada acción;

          14. asumir reciprocidad;


          15. hacer ‘regalos’ (gifts) al interlocutor, es decir, mostrar simpatía, comprensión y colaboración (cf. B/L ,1987: 101-129).


          La cortesía negativa es la que, según B/L se puede observar, sobre todo, en las culturas occidentales y la que ofrece más elementos lingüísticos convencionalizados. B/L atribuyen 10 estrategias basadas en la cortesía negativa:


          1. sé convencionalmente indirecto, utilizando frases como “¿Me puedes pasar la sal?” que no son ambiguas contextualmente, es decir. que no se entienden como pregunta, sino como petición, también se pueden utilizar preguntas que impliquen críticas;

          2. no presupongas cosas, es decir, mantén una cierta distancia entre el interlocutor. Para ello, el hablante puede utilizar “hedges”(atenuadores) de esta forma el hablante evita su cometido, y esto es fundamental para desarmar las amenazas interaccionales;

          3. no coacciones al interlocutor: sé pesimista, expresando dudas;


          4. minimiza la imposición;


          5. muestra deferencia;


          6. comunícale al interlocutor tus deseos sin que le afecte, por ejemplo, a través de disculpas,

          7. o impersonalizando, es decir, utilizando verbos impersonales, la voz pasiva, pronombres indefinidos o el estilo indirecto,

          8. o realizando el acto amenazante como una regla general,


          9. o nominalizando;


          10. no hagas que el interlocutor se sienta mal por incumplir determinado requerimiento (cf. B/L, 1987: 129-211).


          El hablante puede elegir también realizar el acto amenazante de forma encubierta “off record” utilizando principalmente implicaturas. De esta forma el oyente tendrá que activar sus conocimientos y la lógica para, a través de


          mecanismos de inferencia, sacar el significado del enunciado expresado explícitamente. B/L distinguen dos formas de proceder: a) ‘Invita a implicaturas conversacionales’, violando la máxima de la relevancia, la máxima de la cantidad y la máxima de la calidad y b) ‘sé impreciso o ambiguo, violando la máxima de la manera.


          Los trabajos de B/L son los más seguidos durante los últimos años, por eso hemos desarrollado aquí de forma tan amplia su teoría, pero nosotros pudimos observar al poner en contacto los postulados de estos autores con los datos de nuestras conversaciones naturales que aunque sí se podrían adaptar a los rasgos sociales que se aprecian en las interacciones de nuestro corpus alemán (lengua anglogermana), no se adaptan a los rasgos sociales apreciables en las interacciones españolas. A nuestro parecer, el problema reside en que los aspectos negativos y positivos de la imagen social están acotados socioculturalmente, es decir, que son válidos para aplicarlos a algunas comunidades de habla, por ejemplo la anglosajona, pero no para todas las comunidades de habla, como pretendemos mostrar con nuestro análisis. Así como también intentaremos mostrar que, no se pueden clasificar las culturas o sociedades como lo hacen B/L. Según estos autores, en el capítulo 7 Sociological Implications de su libro Politeness (cf. B/L 1987: 238-254), distinguen, sin desmentir su postulado de universalidad, entre culturas de cortesía positiva y culturas de cortesía negativa – gracias, según apuntan, a comentarios de algunos etnólogos como Dell Hymes (cf. B/L 1987: 245/297). Según B/L, las sociedades menos privilegiadas económicamente muestran una predilección por la cortesía positiva, mientras que


          las clases superiores se inclinan por la cortesía negativa. Estos autores afirman que culturas con predilección por la cortesía negativa serían, entre otras, las culturas inglesa, americana y japonesa, mientras que la cortesía positiva estaría representada en las culturas africana y en algunas sociedades occidentales con tendencia a utilizar el pronombre personal formal (tú/du) frente al informal (usted/Sie) (cf. B/L 1987: 242- 246).


          Nosotros pensamos que es muy atrevido, sobre todo sin haber realizado estudios empíricos y sólo mediante la formulación abstracta de una ecuación de distanciamiento, poder hacer una distinción de esta índole. Como han mostrado muchos lingüistas e investigadores de la cortesía (Watts 1989, Kasper 1990, Wierzbicka 1992, Blum-Kulka 1992, Ide 1992, Janney/Arndt 1992, Escandell

          1995, Meier 1995, Thomas 1995, Bravo 1999, Carrasco 1999, Hernández 2002) hay que tener en cuenta muchos otros factores. Además identificar una cultura en términos de negativo/positivo (indirecto/directo) puede resultar problemático y crear no sólo estereotipos, sino facilitar la falsa creencia de algunos de creerse mejores que otros.


      3. Leech y el principio de cortesía


        Leech (1983) es de la opinión que el principio de cortesía es muy importante en la conversación, más que las cuatro máximas propuestas por Grice (1975). Eso le ha llevado a ampliar las máximas de Grice completándolas con las


        máximas de cortesía “Politeness Principle (PP)” y de ironía “Irony Principle” (cf. Leech 1983).

        Leech introduce en la pragmática, bajo el nombre de retórica interpersonal, además del principio de cooperación de Grice, el principio de cortesía para el que postula un sistema de máximas: la de tacto, la de generosidad, la de aprobación, la de modestia, la de unanimidad y la de simpatía (cf. Leech 1983: 16). Según Leech, el incumplimiento de estas máximas da como resultado un comportamiento descortés o no cortés.

        Leech afirma que los principios de cooperación y de cortesía operan de forma universal, pero admite que puede haber diferencias sociales en la interpretación, pero que él no ha profundizado en este aspecto:


        “Another aspect of the subject which this chapter has neglected is the typological study of cultures and languages in relation to the Interpersonal Rhetoric. So far, our knowledge of intercultural differences in this sphere is somewhat anecdotal: there is the observation for example, that some eastern cultures (eg China and Japan) tend to value the Modesty Maxim much more highly than western countries; that English-speaking cultures (particularly British?) gives prominence to the Maxim of Tact and the Irony Principle; that Mediterranean cultures place a higher value of the Generosity Maxim and a lower value of the Modesty Maxim. These observations assume, of course, that such principles, being the general functional ‘imperatives’ of human communication, are more or less universal, but that their relative weights will vary from one cultural, social, or linguistic milieu to another. Although these matters remain unclear in detail, the Interpersonal Rhetoric provides a framework in which they may be systematically investigated.“ (Leech, 1983: 24).


        Un punto importante que Leech también destaca es que las reglas gramaticales son fundamentalmente convencionales y los principios de la pragmática son fundamentalmente no convencionales, es decir, conversacionales (cf. Leech 1983: 24), aunque esto no quiere decir que no puedan convencionalizarse con el tiempo, como es el caso de la metáfora (cf. Leech,


        1983:28). La diferencia más importante quizás entre la gramática y la pragmática es que la pragmática actúa como “problem-solving procedures” (cf. Leech, 1983:

        36) en el sentido que incorporan mecanismos de la inteligencia humana, basándose en evidencias contextuales, para evaluar probabilidades alternativas. Así, Leech concluye:


        “Language consists of grammar and pragmatics. Grammar is an abstract formal system for producing and interpreting messages. General pragmatics is a set of strategies and principles for achieving success in communication by the use of the grammar. Grammar is functionally adapted to the extent that it possesses properties which facilitate the operation of pragmatic principles.” (Leech, 1983: 76).


        Y uno de los principales objetivos de la sociopragmática es averiguar cómo se manifiestan las diferentes máximas en las diferentes sociedades, como por ejemplo las máximas de la cortesía. Thomas (1995) opina que el sistema de máximas propuestas por Leech es el que mejor se adecua a las comparaciones lingüísticas entre países.


      4. Fraser y el contrato conversacional


        El modelo de cortesía de Fraser (1980) está basado en el principio cooperativo de Grice (1975) y en el concepto de face estableciendo así un Conversational Contract basado en los derechos y en las obligaciones de los interlocutores. Los hablantes deciden qué derechos y obligaciones han de tener para con los demás en la conversación:


        “I assume that whenever two individuals […] engage in serious conversation they establish a conversational contract. On entering into a given conversation, each party brings an understanding of some initial set of rights and obligations vis-à- vis the other. These may be a conventional set […] or the set may be determined by previous conversation and knowledge of the person they are talking with. During the course of a conversation, there is always the possibility for an ongoing renegotiation of this conversational contract” (Fraser, 1980: 343).


        Fraser (1989) afirma que teniendo en cuenta el contrato conversacional, un enunciado puede ser considerado cortés por el oyente, si el hablante no ha violado los derechos y las obligaciones válidas en el momento de la interacción (cf. Fraser, 1980), aunque en un trabajo posterior observa que lo que se aprecia no es la cortesía, sino más bien la ausencia de la cortesía que es lo mismo que violar el contrato conversacional:


        “Politeness on this view, is not a sometime thing. Rational participants are aware that they are to act within the negotiated constraints and generally do so. When they do not, however, they are then perceived as being impolite or rude. Politeness is a state that one expects to exist in every conversation; participants note not that someone is being polite - this is the norm - but rather that the speaker is violating the CC.” (Fraser 1990: 233).


        Fraser (1990) repasa cuatro acercamientos a la cortesía: “the social-norm view, the conversational-maxim view, the face-saving view, and the conversational-contract view” (Fraser 1990: 219) y concluye que ninguno es adecuado, pero el “face-saving” (cf. Goffman, 1971; B/L, 1987) es el más elaborado y por ello proporciona el mejor marco teórico. Fraser parte de este concepto para establecer los derechos y las obligaciones de los interlocutores. Según él, entablamos una conversación y la mantenemos teniendo en cuenta el contrato conversacional, es decir, los derechos y obligaciones que los interlocutores tienen. Y, por lo tanto, según Fraser, ser amable no es ‘sentirse bien’ como afirman Lakoff o Leech ni ‘sentirse mal’ como dicen B/L, sino ser amable sería en términos de Fraser tener en cuenta los deberes y las condiciones del contrato conversacional (cf. Fraser 1990: 233).



        “Being polite is taken to be a hallmark of abiding by the CP – being cooperative involves abiding by the CC. Sentences are not ipso facto polite, nor are languages more or less polite. It is only speakers who are polite, and then only if their utterances reflect an adherence to the obligations they carry in that particular conversation.” (Fraser 1990: 233).


        Nosotros pensamos que es cierto que no se puede tachar de antemano algo de cortés o no cortés, ni se pueden calificar las lenguas con grados de cortesía, pero los hablantes que sí son corteses, según Fraser, porque se rigen en una conversación por unos derechos establecidos, forman parte de una sociedad y de una determinada lengua con sus respectivas normas, por lo tanto todo está interrelacionado y con variaciones y diferencias según a) el contexto situacional y b) el contexto cultural.


      5. Koike y el principio de minimización egocéntrica en la cortesía


        Koike incorpora en su postulado el punto de vista de B/L, el de Lakoff y el de Leech, y define la cortesía lingüística como:


        “[…] the communication of respect for the social relationship between speaker and listener through the use of communicative strategies recognized by the society as carrying a particular illocutionary force.” (Koike, 1989: 189).


        Pero Koike hace una observación importante y es que un acto de habla no es en sí cortés, sino que depende de cómo sea interpretado según su contexto y de


        las normas de conductas establecidas por la sociedad, es decir, que depende de la sociedad y de la cultura. Por ello, aunque la autora se basa en el concepto de imagen social, y sobre todo, en el concepto de distancia social, desarrollado por B/L, no hace referencia al concepto de universalidad que estos autores mantienen.


        Su trabajo se centra en actos de habla, en concreto, en directivos como por ejemplo órdenes, peticiones y sugerencias. Según ella, la cortesía aumenta si hay un aumento tanto lingüístico (presente → pasado) como personal (hablante → otros) desde el punto de vista del hablante y propone un principio general que lo llama Principle of Egocentric Minimization in Politeness “for greater degrees of politeness, minimize the speaker's egocentric role in the utterance” (Koike, 1989: 192).

        En nuestro posterior análisis demostraremos que si bien las observaciones del principio de minimización egocéntrica de la cortesía que hizo esta autora también la podemos apreciar en los datos obtenidos de nuestro corpus, sin embargo podemos observar variaciones lingüísticas debido a las diferencias socioculturales. Nosotros ejemplificaremos en el capítulo del análisis de las conversaciones6, que el concepto de distancia social que Koike adopta de B/L no se puede generalizar.


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        6 Véase capítulo 5.


      6. Haverkate y su concepto de cortesía verbal


        Unos años más tarde, Haverkate (1994), desde un punto de vista pragmalingüístico, basándose en las teorías de los actos de habla de Searle (1969), las máximas conversacionales y de cortesía de Grice (1975) y de Leech (1983), en la cortesía verbal de B/L(1987) y en la relevancia de Sperber y Wilson (1986, 1994), establece su postulado de cortesía verbal. Haverkate también se basa en el concepto de imagen de B/L y nos habla de imagen o cortesía positiva y negativa, relacionado más bien con las normas de Lakoff (1973); es decir, la cortesía negativa estaría manifestada a través de la normas “No impongas tu voluntad al interlocutor e indica opciones”, y la cortesía positiva a través de “Haz que tu interlocutor se sienta bien; sé amable.” (cf. Haverkate, 1994). Según él:


        “[…] ningún hablante, cualquiera que sea su lengua materna, es capaz de expresarse de forma neutra: sus locuciones son corteses o no lo son, lo cual equivale a afirmar que la cortesía está presente o está ausente, no hay término medio. Este fenómeno no se debe considerar aisladamente, ya que se deriva de la naturaleza del comportamiento humano en general.” (Haverkate, 1994: 17).


        Haverkate, basándose en que “la racionalidad constituye la base de la cortesía en general y […] de la cortesía lingüística en especial” (Haverkate, 1994: 33), hace una “valoración del balance coste-beneficio”, es decir, de las ventajas y desventajas que los interlocutores tienen en una conversación. Y nos dice que el hablante elegirá una estrategia de cortesía que le suponga un menor coste verbal para alcanzar su objetivo, pero enfatiza que “la cortesía no es propia de determinadas clases de oraciones, sino de locuciones en una situación comunicativa específica” (Haverkate, 1994: 38) y pone el ejemplo de un


        imperativo, que, según el contexto, puede interpretarse como exhortación cortés y, por lo tanto, redundar en beneficio de ambos. Esto evidenciaría la importancia del contexto situacional para la correcta interpretación de la oración o para poder detectar la cortesía. En este respecto afirma Haverkate:


        “[…] el hablante racional busca un equilibrio entre coste verbal y beneficio interactivo, guiándose tanto por su relación social con el interlocutor como por la índole de la situación comunicativa.” (Haverkate, 1994: 39).


        Por ello, Haverkate es de la opinión que la cortesía no es una acción autónoma, sino que está integrada en toda la acción verbal, y es por eso, que se puede considerar “un subacto del acto de habla” (cf. Haverkate, 1994: 50). Según Haverkate, estos subactos son actos opcionales que sirven de soporte al acto ilocutivo central.


        Para poder estudiar la cortesía dentro de la interacción comunicativa, Haverkate hace un análisis tipológico, oponiendo varios niveles (cf. Haverkate, 1994: 53). Siguiendo la ramificación de la cortesía + comunicativa, + lingüística llegamos a la cortesía + metalingüística, que se subdivide en comunicación fática y etiqueta conversacional. La primera se refiere a establecer o mantener el contacto social y la segunda al comportamiento conversacional en general. A ambas finalidades de la cortesía metalingüística, Haverkate las considera dependiente de la cultura en cuestión, y por lo tanto, no universal. (cf. Haverkate, 1994: 66 ss).


        Haverkate establece unas estrategias que utiliza el hablante cortés para mitigar el contenido de su proposición y distingue entre:


        “[…] la modificación semántica y la modificación pragmática de la proposición. Esta categoría se divide en dos subcategorías: locuciones performativas atenuadas y manipulaciones del valor veritativo.” (Haverkate, 1994: 117).


        Las locuciones performativas atenuadas establecen la distancia formal entre la expresión de la fuerza ilocutiva atenuada y el contenido proposicional. Las manipulaciones del valor veritativo se manifiestan a través de estrategias léxicas y deícticas. Haverkate establece una tipología de estrategias basadas en los actos de habla corteses (cortesía intrínseca) y no corteses (cortesía extrínseca).

        Haverkate (2003) también realiza una análisis de la cortesía comunicativa española contrastándola con la holandesa. Para ello, toma como base la distinción que efectúan B/L entre culturas de cortesía negativa y culturas de cortesía positiva y afirma que, desde un punto de vista intercultural, sí se puede hacer “una división general o incluso universal entre culturas de cortesía positiva y culturas de cortesía negativa” (Haverkate, 2003: 60). Este autor hace un análisis contrastivo de los actos de discurso, o sea, “los actos de habla incrustados en una situación comunicativa concreta” (Haverkate, 2003: 62), estudiando los actos asertivos, directivos y expresivos y llega a la conclusión, que “la cortesía española forma parte de la clase de las culturas en las que la cortesía positiva constituye el centro de gravedad.” (Haverkate, 2003: 70).

        Nosotros opinamos que, aunque sí puede haber una diferencia entre la cultura holandesa y la española referente a la imagen, pudiendo clasificar la cortesía holandesa de cortesía negativa, no ocurre lo mismo con la española. En la


        cortesía española no se observa el aspecto positivo de la imagen, que incluye el deseo de que ésta sea apreciada y aprobada por los otros, sino que se corresponde más bien con los conceptos propuestos por Bravo (1999) relacionados con las categorías de “autonomía” y “afiliación”7.


      7. Chodorowska-Pilch y su concepto de formas verbales como implicatura gramaticalizada de la cortesía


Chodorowska-Pilch (1998) en su disertación se pregunta cómo contribuyen las formas lingüísticas a la manifestación de la cortesía. Ella amplia la teoría de la gramaticalización, sobre todo de Hopper y Traugott (1993), y se basa en las categorías de tiempo, aspecto y modo. Chodorowska sugiere que el uso de formas verbales sea considerado una implicatura gramaticalizada de la cortesía. Esta autora es de la opinión de que las figuras semánticas de ciertos verbos requiere mitigación para suavizar el contenido proposicional de esos verbos y concluye que hay dos factores que motivan la cortesía, a saber, el significado proposicional impositivo de los verbos y/o la fuerza ilocutiva de los actos de habla. Los actos de habla impositivos que ella estudia son: las preguntas directas, las preguntas indirectas, los enunciados impositivos, las peticiones, las peticiones indirectas, las sugerencias, las explicaciones, las ofertas y las promesas. (Chodorowska, 1998: 37-42). Su hipótesis es que la cortesía depende de la


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7 Véase apartado 2.3.


distancia interpersonal/interaccional entre el hablante y el oyente, por lo que postula lo siguiente:


(i) [...] if the utterance is removed from the actual and/or factual perspective, the expression of politeness of this utterance will increase. [...] (ii) [...] if the utterance is hearer-oriented the expression of politeness is greater than for a speaker-oriented utterance. (Chodorowska, 1998: 42-43).


Unos años más tarde, en el año 2003, Chodorowska-Pilch hace un estudio sobre las ofertas corteses en español peninsular, basándose, sobre todo, en las máximas de cortesía de Lakoff (1973), en el concepto de imagen tanto positiva como negativa de B/L (1987) y en el concepto de gramaticalización de Hopper y Traugott (1993), y llega a la siguiente conclusión:


“El significado de la oferta cortés está convencionalizado sólo en determinados actos de habla, que pueden acompañar o formar parte de estas ofertas mitigadas […] Determinados verbos (poder, querer), construcciones (condicionales) y formas verbales (el imperfecto, el condicional, el futuro y el presente del subjuntivo) son recursos de los que se pueden valer los interlocutores para el mantenimiento de las reglas de cortesía en las ofertas.” (Chodorowska, 2003: 314).


Los recursos lingüísticos propuestos por Chodrowska-Pilch también los observamos en nuestro corpus, aunque no partimos de la misma base, es decir, nosotros no nos basamos en el concepto universal de la imagen negativa de B/L (1987); ya que para poder caracterizar la imagen, hay que relacionar comportamientos comunicativos con contextos culturales y situacionales.


2.3. La cortesía y las teorías de imagen en la conversación


La conversación es una forma de comunicación entre las personas y está directamente relacionada con el contexto social y cultural en el que se produce. Conversar es una forma de socialización y supone utilizar y actualizar las normas culturales y sociales del grupo al que pertenecen los interlocutores. Por ello, nuestro enfoque pretende ser interdisciplinar y abordar la cortesía desde una perspectiva pragmalingüística y socio-etnográfica.

Nuestro concepto de cortesía se basa en los deseos de imagen social que todo ser humano tiene y que en sus intercambios comunicativos desea que sean respetados. Las personas viven en una sociedad, por lo que aspiran a que su imagen social sea aceptada o considerada por el grupo. Este grupo, a su vez, tiene establecido unas normas para que los comportamientos comunicativos se desarrollen de una forma deseada. Los miembros entonces de este grupo utilizarán unas determinadas estrategias para lograr este propósito. Este comportamiento social para satisfacer la autoestima o la imagen es lo que Goffmann (1967, 1971) denomina “face-work”. En este sentido adoptamos el estudio más seguido por la investigación pragmática, el de Goffmann y, sobre todo, el de B/L (1987) en su concepto de imagen y en su consideración de la cortesía como universal, ya que todos los hablantes son conscientes de la existencia de una imagen social, pero, en nuestra opinión, no se puede comprender todo el comportamiento comunicativo en estrechas normas universales, pues existen otros factores decisivos como lo social y lo cultural, que nosotros vamos a denominar contexto cultural. Además, para que el comportamiento comunicativo se considere cortés, no podemos tener


en cuenta solamente las locuciones aisladas, sino todo el contexto situacional, es decir, las secuencias conversacionales dentro de un determinado contexto y una determinada situación. Para ello, nos basaremos, por una parte, en Arundale (1999) y, por otra parte, en Bravo (1999, 2000, 2001, 2003) y en Hernández (2002). Primero explicaremos el concepto que ellos tienen de la cortesía y del concepto de imagen en los intercambios comunicativos y luego desarrollaremos nuestra hipótesis.


      1. Equilibrio entre la imagen del hablante y la imagen del destinatario


        Hernández (2002) se basa en el concepto de imagen de B/L (1987) y lo amplía, es decir, mientras que B/L sólo consideran la imagen del destinatario de los actos de cortesía, Hernández también tiene en cuenta la imagen del hablante en la realización de la cortesía. Esta autora parte de la idea, de que la cortesía con la que un hablante se dirige a un destinatario puede no sólo satisfacer los deseos de imagen social del destinatario, sino también los del propio hablante que realiza el comportamiento cortés. La cortesía consistiría entonces en beneficiar la imagen, tanto del destinatario como del hablante, y conseguir un equilibrio en ese beneficio. (cf Hernández, 2002: 12).

        Hernández se basa en la imagen social de Goffman (1971) de que todos los hablantes son conscientes de la existencia de una imagen social y de una necesidad de orientarse hacia ella en sus encuentros con otras personas (cf. Hernández, 2002: 53). Esto es lo que de acuerdo con B/L (1987) es universal, pero


        para estos autores, como hemos visto, la imagen social consta de una imagen negativa y otra imagen positiva, y la que impera es la imagen negativa. Además, B/L tienen una concepción de la comunicación como amenazante para la imagen del individuo y, por ello, establecen unas estrategias de cortesía mitigadoras de la potencial amenaza. Hernández (2002) les critica que se centren sólo en la parte verbal de la comunicación, sin tener en cuenta el contexto cultural, importante para la interpretación de la cortesía (cf. Hernández, 2002: 54). Los seres humanos viven en sociedad, y por ello desean que su imagen social sea aceptada y considerada por el grupo al que pertenecen, para lo cual el grupo canaliza el comportamiento comunicativo de sus miembros a través del uso de unas estrategias que actúan como herramientas para lograr ese propósito social. El comportamiento social de satisfacción de la imagen es denominado por Goffman “face work” o actividades de imagen como lo llaman Bravo (1999, 2001, 2003) y Hernández (2002) consistentes en las acciones comunicativas realizadas para satisfacer los deseos de imagen, entre ellas las que dentro del marco social forman la cortesía (cf. Goffman, 1967: 12). Pero Hernández es de la opinión de que, por una parte, las actividades de imagen pueden ir dirigidas tanto al oyente como al hablante8 y, por otra parte, las actividades de imagen pueden ser también no corteses. Por ello, ella distingue entre “Actividades de Imagen Dirigidas al Hablante (AIDH) y Actividades de Cortesía (AC)” (cf. Hernández, 2002). Las AIDH se refieren al:


        “[…] comportamiento comunicativo de un hablante que se dirige a su propia imagen, destacándola positivamente, y sin que en principio la imagen de D entre en consideración [y las AC] las actividades de imagen corteses [...] si están


        image

        8 Véase también Meier 1995.


        dirigidas a la imagen del destinatario y la destacan positivamente [y ambas] las AIDH y las AC forman parte de una categoría superior que engloba a ambas: las de las Actividades de Imagen.” (Hernández, 2002: 56/57) .


        Según Hernández (2002), las AC no benefician solamente la imagen del oyente o destinatario, sino también las del hablante, ya que el objetivo de la cortesía es satisfacer los deseos de ambos: pues si el hablante beneficia la imagen de su destinatario, está realizando un comportamiento que es evaluado positivamente por la sociedad, y eso favorece su propia imagen. (cf. Hernández, 2002: 59; Watts, 1992: 51)9. Y en opinión de Hernández,


        “[…] en la cortesía lo que se trata de conseguir [...] es el beneficio mutuo de los hablantes, lo que supone el beneficio de la imagen de ambos [...] beneficio mutuo que finalmente supone favorecer la interacción comunicativa y social” (Hernández, 2002: 60).


        Hernández (2002) dice que no se puede hablar de un equilibrio de imagen total y completo, ya que en la interacción social hay dos hablantes con sus respectivos deseos de imagen, pero parece ser que es precisamente por esa falta de equilibrio completo que los hablantes aspiran a lograrlo, y en esto consiste la cortesía. Y ese equilibrio de las imágenes, según Hernández, se mueve dentro de unos parámetros comunicativos establecidos y a veces convencionalizados pero, en cada ocasión comunicativa, los hablantes los hacen suyos actualizándolos o renovándolos según sus intereses para conseguir enfatizar las imágenes de unos y de otros (cf. Hernández, 2002: 67).

        Para Hernández (2002), la imagen social está principalmente definida por las características que reflejan los contextos socioculturales de la comunidad a la


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        9 Según Watts, la cortesía realza la posición del ego con respecto a la del alter.


        que pertenece el individuo, y esto se contradice con la idea de universalidad que plantean B/L (1987). Pues “estas diferentes características son la razón de que los actos no se expresen de la misma manera en las diferentes culturas.” (Hernández, 2002:82). Hernández, basándose en Bravo (1996, 1999), niega la validez de los conceptos de imagen negativa e imagen positiva para la cultura española y propone como alternativa unas categorías relacionadas con la dimensión del ego y del alter y las denomina autonomía y afiliación. Dicha autora define la imagen de autonomía española como “mostrarse original y consciente de las buenas cualidades propias” y la imagen de afiliación sería “el ideal de confianza: saber a qué atenerse con respecto al otro y que se puede hablar sin temor a ofensas” (Hernández, 2002: 84), y afirma que aunque estos dos deseos de imagen son los principales y están conectados, no son las únicas características de la imagen social española; pues éstas están ligadas a otros conceptos, como son el honor, el orgullo y el amor propio.


      2. El Modelo co-constituyente de la comunicación y la teoría de la constitución de la imagen


        Arundale (1999) parte fundamentalmente del modelo de B/L (1987) y también del de Grice (1975) para establecer “patterns”10 . Según este autor, el modelo de Grice de codificación/ descodificación no puede explicar las propiedades que surgen de la interacción y por lo tanto no es suficiente para el


        modelo de cortesía. Este autor propone un modelo alternativo para conceptualizar la cortesía: el modelo co-constituyente que surge de la concepción de la interacción como sistema. Este modelo también se basa, a su vez, en el modelo de ideología de Althusser (1971), según el cual, los individuos constituyen y mantienen en sus conversaciones diarias, ya sean banales o científicas, unas ideologías, por lo que Arundale afirma lo siguiente: “All interaction, whether regarding theoretical models of communication or conceptualizations of politeness, is thus inherently ideological.” (Arundale, 1999: 120) Para este autor, una ideología no es una estructura abstracta que guía y determina nuestras acciones personales, sino un conjunto de experiencias de intercambios con otros en determinadas situaciones y en tiempos diferentes. Por lo tanto, las ideologías y los modelos co-constituyentes difieren según los interlocutores y las culturas.


        El modelo de comunicación de Arundale es un modelo ‘co-constituyente’ e implica lo siguiente:


        “[…] what individual human beings know is co-constituted in inter-action with other human beings, and that as humans come into contact with one another over time, across the multiplicity of events in which they co-constitute interpretings in talk-in-inter-action, they can be seen to socially construct certain knowings.” (Arundale, 1999: 120).


        El modelo de comunicación, según este autor, es un modelo que se constituye y se mantiene en y durante la conversación con otro(s), cara a cara, por lo que es una construcción social, al igual que cualquier otro elemento de nuestro


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        10 Arundale denomina estos “patterns”: modelo de transmisión de la información, modelo de codificación y descodificación y el modelo co-constituyente de la comunicación (cf. Arundale, 1999: 119).


        mundo que reconocemos, le damos un significado y, por lo tanto, pertenece al mundo de nuestra existencia (cf. Arundale, 1999: 120). Y, según Arundale, como se construye durante la conversación no es suficiente analizar los enunciados de forma aislados como lo hacen Grice (1975) y B/L (1987). La comunicación es un fenómeno que surge por darse en interacciones dinámicas, donde los participantes producen enunciados adyacentes que influyen de forma recíproca en la formulación de los demás enunciados y en las interpretaciones de los mismos.


        “[…] we co-constitute a new in each inter-action patterns that we have likely co- constituted in similar form in the past, and it is the continual re-co-constituting or co-maintaining of these patterns that observers attempt to explain using abstractions like ‘ideologies’ or ‘social institutions’. But from the perspective of the co-constituting model of communication, an ideology or social institution does not exist except as a continual renewing of patterns in inter-action.” (Arundale, 1999: 142).


        Al establecer una comunicación, al mismo tiempo, establecemos una unidad social, y a la vez, también se establece la imagen, es decir, para Arundale la imagen es algo que se crea, dependiendo de la sociedad y de la interaccón, es algo que se co-constituye y se crea en la conversación. Este concepto de imagen es contrario al de B/L (1987), para los cuales, la imagen se conceptualiza como necesidad o deseo, como un deseo psicológico o extrínseco a la conversación. Para Arundale, la imagen es intrínseca a la conversación y debe ser estudiada dentro del análisis conversacional como factor co-constituyente de la interacción humana y de la cortesía, por lo que establece un modelo alternativo al de la teoría de la cortesía que lo denomina ”Face Constituting Theory”11



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        11 Abreviado: FCT


        “The non-Gricean co-constituting model that grounds FCT not only allows one to conceptualize these social level phenomena, but also provides explanations for how they are achieved. And because it explains face as co-constituted or interactionally achieved, FCT makes evident that facework is fully intrinsic to or endogenous in conversation.” (Arundale, 1999: 147).


      3. La imagen dentro de un contexto situacional y cultural


Como podemos derivar de Hernández (2002) y Arundale (1999), el concepto de imagen es de suma importancia para el estudio del análisis conversacional, porque, por una parte, refleja el compromiso que el hablante tiene con su propia actuación frente al otro y, por lo tanto, es imprescindible para una teoría de la cortesía; y, por otra parte, la imagen se crea durante la conversación y es, por lo tanto, factor integrante de ella.

La imagen social, muy bien descrita por Goffman (1971), tiene la virtud de conectar los conceptos de identidad personal y social. La identidad personal del “yo” es un conjunto de cualidades sin las cuales el individuo no puede imaginarse a sí mismo, y en lo social, el “yo” es un conjunto relativamente estable de percepciones acerca de quienes somos en relación con nosotros mismos, los otros y los sistemas sociales.


Antes de proceder a desarrollar nuestra hipótesis, vamos a especificar nuestro concepto de la imagen social y, por ende, el concepto de la cortesía. A nuestro entender, y como hemos visto hasta ahora, existe una necesidad de diferenciar en el concepto de cortesía entre lo universal y lo particular. B/L (1987), aunque defienden la universalidad de la cortesía, sí aceptan al final de su


libro ciertas particularidades que distinguen a unas sociedades de otras, y que ellos lo atribuyen a diferencias de estatus social. Zillig (2001) observa que la conceptualización de la cortesía no es la misma para todos, por lo que él diferencia entre el tacto, lo intuitivo y universal, y la cortesía, lo externo o cambiante según las normas que rijan en cada región o cultura. Janney y Arndt (1992) distinguen también entre cortesía social y tacto. Otros autores (Fraser y Nolen 1981, Watts 1989, Kasper 1990, Ide 1992, Meier 1995, Thomas 1995, Carrasco 1999 etc.) intentan delimitar el concepto de cortesía para dar cuenta de esta “dicotomía”. Por una parte, pueden haber factores comunes y, por lo tanto, se pueden denominar universales, pero, al mismo tiempo, existen factores que varían. Y esos factores o esa imagen social se constituye según el contexto sociocultural.


Según Bravo (1996, 1999) “existen contextos socioculturales que dan cuenta de representaciones particulares de la realidad cognitiva, emotiva y social, los cuales se manifiestan en ‘contenidos básicos’ de la imagen con la que un individuo o grupo se identifica.” (Bravo, 1999: 157). Para Bravo esos contenidos básicos son universales en el sentido de que son categorías vacías que deberán ser rellenadas para cada comunidad de habla, por ello, para poder caracterizar esa imagen social, hay que relacionar los comportamientos comunicativos con los contextos socioculturales.

Los aspectos de la imagen social negativa/positiva de B/L (1987) se corresponden en las culturas anglosajona a la necesidad de autonomía y


afiliación.12 Pero los comportamientos comunicativos que, por ejemplo, distinguen al individuo del grupo no están en todas las culturas relacionados con la imposición a la libertad de acción de los interactantes, que sería el aspecto negativo (cf. Bravo 1999). En la cultura española esa categoría vacía de autonomía se caracterizaría más bien por la afirmación de la originalidad del individuo o de sus buenas cualidades y no por el reclamo de sus derechos a no sufrir imposición a su libertad de acción o a su privacidad (cf. Bravo 1996, 1999, 2003; Hernández, 2002).

Por lo tanto, para Bravo los contenidos de imagen surgen cuando hay que formular un valor cultural, pero este valor cultural no se puede trasladar de una cultura a otra, sino que hay que describirlo mediante términos que den cuenta de los sentidos socioculturales de cada cultura, observando la relación entre comportamientos comunicativos y premisas culturales. Esta observación provee información acerca de los rasgos que describen a una imagen social y a sus concretas diferencias con la de otras culturas.


El valor cultural que caracteriza, según nuestro criterio, a la imagen social alemana es la autonomía y la privacidad13, es decir, nosotros aceptamos las categorías vacías de autonomía para la sociedad alemana, pero pensamos que para


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12 La autonomía española sería, para Bravo, verse o ser visto diferente de los otros, y la afiliación española sería verse o ser visto en su identificación con el grupo, aunque no siempre hay una separación tajante entre la imagen de autonomía y la imagen de afiliación (cf. Bravo, 2003).


13 Aunque, en un principio, si se podría adaptar a la imagen social (imagen positiva y imagen negativa) descrita por B/L, pero por un lado, ellos no tienen en cuenta al oyente y, por otro lado, no son las características principales de la imagen social alemana.


la imagen social alemana se adapta mejor el término de privacidad que de afiliación14.

Para nosotros, la cortesía es conseguir un equilibrio en beneficio de la imagen social tanto del hablante como del oyente, es decir, conseguir un beneficio mutuo en los encuentros con otras personas o en las conversaciones, con el fin de que éstas se puedan llevar a cabo. Aunque, todas las personas son conscientes de la existencia de esta imagen social y de la necesidad de orientarse hacia ella, esta imagen se refleja de diferente forma según la cultura, la situación, la edad y la conversación en sí, es decir, el rol que uno representa en una conversación.

Las características que nosotros deducimos de nuestras investigaciones, de nuestro corpus de las conversacioes15 y de las entrevistas16 y que reflejan la imagen social alemana son la autonomía y la privacidad17. La autonomía alemana no sería como la española (descrita por Hernández 2002) de “mostrarse original de las buenas cualidades propias”, sino mostrarse orgulloso de tener habilidad crítica y confianza en sí mismo. Esto estaría relacionado con la libertad de acción y con la búsqueda de la identidad. Así como Bravo (1999) define la autonomía española como “verse o ser visto diferente de los otros”, la autonomía alemana sería verse o ser visto en delimitación con los otros. Por otro lado, mientras que para la imagen social española habíamos aceptado el término de afiliación, para la imagen social alemana proponemos el término de privacidad. Mientras que la imagen social española se caracteriza por la confianza, la imagen social alemana se caracteriza por la delimitación de lo privado y lo ajeno o


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14 Véase apartado 2.4 y capítulos 5 y 6.

15 Véase capítulo 5.

16 Véase capítulo 6.

17 En el apartado 2.4 explicaremos cómo hemos llegado a esas conclusiones.


público. Bravo describe la afiliación española como “verse o ser visto en identificación con el grupo” y nosotros describimos la privacidad alemana como intensificación de las relaciones internas o externas.18


En una conversación, la imagen social se manifiesta porque el hablante está presentando una imagen de sí mismo a su interlocutor en un escenario de habla, y esta presentación es única y temporal y está conversacionalmente y circunstancialmente acotada.

Con este trabajo intentaremos demostrar la hipótesis de nuestra investigación: nosotros consideramos la cortesía como a) comportamiento comunicativo, cuyo fin es destacar positivamente tanto la imagen del oyente como la del hablante, b) comportamiento comunicativo dependiente del entorno sociocultural y situacional y c) factor integrante del análisis conversacional.


Nosotros partimos de la idea de que el fin de la cortesía en el discurso es principalmente quedar bien con los demás, pero este quedar bien con otro(s) implica también un compromiso con la propia imagen social, ya que esta actuación está bien vista socialmente. Esto significa que el discurso de la cortesía constituye en sí mismo una presentación del yo frente al otro: el hablante manifiesta una imagen de cortesía, pero esta imagen está acotada socioculturalmente, es decir, en esta imagen hay implícito un conocimiento de ciertas reglas o normas de comportamiento social, que diferencia la presentación de, por ejemplo, un hablante español de un hablante alemán. Además, no es una



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18 Lo explicaremos con más detalle en el apartado 2.4.


presentación teatral, es decir, sólo a una audiencia sin retroalimentación, sino que se da dentro de un escenario, donde la interacción es parte integrante e indispensable del discurso; por lo que postulamos nuestra idea de considerar la cortesía factor integrante del análisis conversacional. Casi todos los actos de habla constituyen verdaderas secuencias, con varias fases, cada una de ella compuesta de varios movimientos, en los que los participantes se van ajustando a los requerimientos de imagen recíprocos y donde las estrategias pueden ir variando o mezclándose.


    1. Imagen social y contexto sociocultural


      La cortesía está ligada a la imagen social y al contexto sociocultural. En relación con este último concepto, Göhring nos da una definición etnográfica de lo que representa para él el concepto de cultura:


      “Kultur ist all das, was man wissen, beherrschen und empfinden können muβ, um beurteilen zu können, wo sich Einheimische in ihren verschiedenen Rollen erwartungskonform oder abweichend verhalten, und um sich selbst in der betreffenden Gesellschaft erwartungskonform verhalten su können, sofern man dies will und nicht etwa bereit ist, die jeweils aus erwartungswidrigem Verhalten entstehenden Konsequenzen zu tragen.” (Göhring, 1997: 10).


      Para Göhring, la cultura está sobre todo relacionada con el saber entender e interpretar bien los roles que uno tiene que desempeñar en cada situación, o sea, con la imagen social. Por ello, para explicar nuestro concepto de la imagen social española y de la imagen social alemana, vamos a hacer un breve recorrido del


      contexto sociocultural alemán contrastándolo con el contexto sociocultural español.


      Antes de contrastar los contextos socioculturales de cada país, repasaremos el concepto que utilizamos en nuestra tesis para caracterizar la imagen social española, así como nuestra propuesta para la caracterización de la imagen social alemana. Basándonos, sobre todo, en Bravo (1999, 2003) y Hernández (2002), hemos caracterizado la imagen social española través de los conceptos vacíos de autonomía y afiliación, que Bravo y Hernández los rellenan para la imagen social española de la siguiente forma:

      -La autonomía española estaría relacionada con “mostrarse original y consciente e las buenas cualidades propias”, así como “verse o ser visto diferente a los otros”, sin olvidar que también hay otras características como, por ejemplo, el orgullo o el amor propio (cf. Bravo, 1999, 2003; Hernández, 2002).

      • El concepto de afiliación estaría relacionado con la confianza, es decir, “saber a qué atenerse con respecto al otro y saber que se puede hablar sin temor a ofensas”, así como “verse o ser visto en identificación con el grupo”. (cf. Bravo, 1999, 2003; Hernández, 2002)


        Para la imagen social alemana hemos propuesto caracterizarla por el concepto de autonomía y por el de privacidad, basándonos en el análisis de nuestro corpus de conversaciones y en el análisis de las encuestas realizadas a hablantes nativos, así como también en la bibliografía consultada.


        • El concepto de autonomía alemana estaría relacionado, para nosotros, por una parte por la confianza en sí mismo y la hablidad crítica y, por otra parte, en la delimitación con los demás, que, a su vez, estaría relacionado con la identidad.

        • El concepto de privacidad, que hemos propuesto para la imagen social alemana, estaría relacionado con la separación de lo privado y lo ajeno o público, y con la intensificación de las relaciones internas y externas. En la imagen social alemana también hay otras características, como pueden ser el deseo de libertad de acción o el deseo de no-intromisión en asuntos ajenos.


      Queremos destacar que aunque éstas sean las características principales para la imagen social de cada cultura, éstas pueden variar dependiendo de la comunidad, del grupo al que uno pertenece y, sobre todo, de la interacción, es decir, del tipo de conversación, si es más formal o más informal.


      A continuación procedemos al recorrido del contexto sociocultural alemán, contrastándolo con el contexto sociocultural español.

      El significado de una vida sedentaria y de la propiedad se ha reflejado durante toda la historia alemana y tuvo su culmen en el siglo XIX con la Revolución Industrial y con las inmigraciones y emigraciones (cf. Althaus y Mog, 1996). A pesar de las migraciones, la norma imperante era el concepto de vida sedentaria: la “Ortsfestigkeit […] wer wegzieht, gehorcht mehr der Not als einem Bedürfnis nach Veränderung. In Deutschland, so läβt sich pointiert formulieren,


      hat man nicht von auswärts zu sein, man ist ‘von hier’.” (Althaus y Mog, 1996: 56). Ello también llevó a la gran importancia que se le atribuía a la casa: al “Daheim”, así como también a la aún existente fijación de los alemanes al tiempo libre (Feierabend, Wochenende, Ferien), que es como algo sagrado para ellos y que no encuentra la misma correspondencia en España. Los alemanes le otorgan una gran importancia a la separación entre lo privado y lo ajeno o público como, por ejemplo, el trabajo. Esta relación entre lo privado y lo público también se puede contrastar, según Althaus y Mog (1996), con otros aspectos de la vida cotidiana como son las puertas cerradas en las oficinas, que los americanos o los españoles no conocen y la enorme cantidad de verjas para delimitar su propiedad o esfera privada. Esta actitud reservada también se puede observar en la mayoría de los alemanes: los extranjeros tachan a los alemanes de distantes, fríos y reservados, mientras que los españoles, por ejemplo, se caracterizan por su forma de actuar tan extrovertida y abierta, pero, al mismo tiempo, con amistades superficiales. Según Amando de Miguel (1997) los españoles se caracterizan, sobre todo, por el lugar central que ocupa la relación de la amistad:


      “También es curiosa la expresión castellana de tener ‘cara de pocos amigos’. Se supone, entonces, que hay que tener muchos amigos. No importa aquí tanto la calidad como la cantidad. […] El hecho de tener muchos amigos se considera un mérito, una gracia especial, en una sociedad, como la española, donde se vive tanto hacia fuera. […] El uso social lleva a tener que presumir de que uno hace amigos con facilidad.” (De Miguel, 1997: 39-40).


      Esto confirma también la característica de la imagen social española de afiliación, de verse o ser visto en identificación con el grupo y de la confianza que impera en esos grupos de amistades, donde se puede hablar sin temor a ofensas. En cambio, en Alemania también hay una gran cultura hacia la amistad, pero de


      forma diferente. Las amistades suelen ser profundas e intensas, ya que éstas les aporta estabilidad, seguridad y orientación. Por ello, también existe una gran tendencia a formar parte de los Vereine. “Mehr als die Hälfte aller Bunderbürgerinnen und Bundesbürger sind in zirka 200000 Vereinen organisiert” (Althaus y Mog, 1996: 102). Referente a la familia, ésta recibe una gran importancia e influencia en España:


      “El capítulo de familia es el que mejor realiza el principio separador entre el ‘ser’ y el ‘deber ser’, que tan bien caracteriza a la sociedad española. La familia debe ser el reino del afecto, pero muchas veces es realmente su contrario. Sobre todo porque la familia no es una sola. Está la de origen […], la de fundación […] y la política (el sujeto y la familia política del cónyuge). A su vez, dentro de cada una de esas ‘familias’, caben distintas relaciones personales, que pueden evolucionar con distinto signo o al menos con variable intensidad afectiva.” (De Miguel, 1997: 134).


      En cambio, en Alemania, aunque existen las mismas relaciones familiares, no hay tanta convivencia familiar: “Typisch deutsch ist die Hochschätzung der Familie nicht” (Althaus y Mog,1996: 96). Aunque el estado ha establecido normas y ayudas para aumentar la importancia del valor de la familia (reducciones de impuestos para familias con niños, Kindergeld, excedencias para madres y padres con niños pequeños remuneradas según ingresos, programas especiales en las construcciones de las viviendas, rechazo a las escuelas donde permanecen los niños todo el día - como por ejemplo suele ser en España - para que los niños estén más tiempo con la familia, etc.), los hechos contradicen la realidad: han aumentado los modelos de educación antiautoritaria, también han aumentado las formas de vida alternativa, el porcentaje de natalidad ha descendido considerablemente, mientras que el porcentaje de parejas divorciadas se ha incrementado y los jóvenes se van pronto del hogar familiar; resumiendo: una


      familia ‘normal’ es hoy en día la excepción (cf. Althaus y Mog, 1996). Por otra parte, esto también reflejaría la característica de libertad de acción, de confianza en sí mismo y de habilidad crítica, que sería lo que nosotros hemos denominado autonomía y privacidad, que caracterizan a la imagen social alemana.

      La autonomía, que nosotros hemos caracterizado para la imagen social alemana con la delimitación de los demás, está también relacionada con la identidad o la búsqueda de identidad: “Das Eigene spiegelt sich im Fremden […] der fremde Blick wiederrum gibt das Eigene zu erkennen” (Althaus y Mog, 1996: 29). Según estos autores, la cultura americana se convirtió para la República Federal Alemana, más que para otros países, en la cultura de orientación para los alemanes. Después de la Segunda Guerra Mundial se produjo un cambio de identidad, que era necesario para superar el sentimiento de culpabilidad, por ello, los vencidos se identificaron con los vencedores. Aunque después de la guerra de Vietnam, los americanos ya no eran tan inocentes y más comparables a los alemanes. A continuación empezaron en Alemania movimientos contra las armas nucleares, manifestaciones a favor de la paz y en contra del desarme, una mayor concienciación hacia el medio ambiente, así como el movimiento feminista. En la República Democrática Alemana no se produjeron tales manifestaciones porque no estaban permitidas, sólo estaban permitidas las manifestaciones que ordenaba el estado. Por ello, debido al excesivo control por parte del estado, en la R.D.A. aún se acentúa más el deseo de separación entre lo privado y ajeno o público. Después del derrumbe del muro que dividía a las dos Alemanias surgió una conciencia de patriotismo, de individualización, sobre todo en la R.D.A. Además de la unificación de las dos Alemanias, residen en Alemania un gran porcentaje de


      extranjeros, por lo que todo ello ha dado lugar a una acentuación de estilos de vida diferentes y plurales y a un aumento de necesidad de búsqueda de identidad nacional. Aunque el tema de la búsqueda de la identidad es un tema humano o universal, pero esta búsqueda de encontrar una identidad nacional y, a su vez, personal se hace más patente en la sociedad alemana. De hecho muchos autores alemanes, como por ejemplo Monika Maron, han tratado este tema:


      “Monika Marons Hauptfiguren durchlaufen einen Entwicklungsprozess, eine Reise nach innen. Denn sie befassen sich mit sich selbst und versuchen durch ihr Gedächtnis, ihre Erinnerungen, Erlebnisse und Wach-träume zur Identitätsfindung zu gelangen, zur inneren Einheit mit sich selbst. Diese Identität ist dann ihre eigene, mit keiner anderen vergleichbar, individuell und folglich nicht von auβen auferlegt.” (Contreras, 2002: 132-133).


      Monika Maron es una autora de la antigua República Democrática Alemana que, como la mayoría de los autores de esta antigua República, critica la identidad impuesta por el gobierno, la falta de libertad y la problemática relación entre lo privado y lo público (cf. Emmerich 1997). Por ello, las protagonistas de Monika Maron huyen de la sociedad y se encierran en sus habitaciones. Referente a esto también sería importante destacar la importancia que se le otorga en Alemania a las habituaciones individuales como, por ejemplo, las habitaciones para los niños/jóvenes que, a veces, son más grandes que la propia sala de estar. La individualidad y la privacidad son importantes y parecen haber desarrollado un sistema característico de la cultura alemana, mostrando un énfasis particular en los derechos y en la autonomía de cada individuo: respetando al otro y rechazando intrometerse en asuntos ajenos. Esta característica defiere de muchas otras culturas como, por ejemplo, la española. Esta forma de ser y de actuar no solamente se ve reflejada en diferentes aspectos de la vida cotidiana como antes


      hemos mencionado, sino también en las conversaciones: Para empezar, la distancia habitual que mantienen los interlocutores alemanes entre sí es mucho mayor que la que mantienen los hispano-hablantes. Los alemanes suelen hablar en voz baja por respeto a los demás, mientras que los españoles no lo suelen hacer, ya que están acostumbrados al ruido: “Uno de esos rasgos indelebles de la personalidad colectiva del español es su manera de hablar alto” (de Miguel, 1997: 348). Esto también está relacionado con la forma de expresar sentimientos de emoción o de afecto en las conversaciones que varía entre países mediterráneos como España y países anglogermanos como Alemania o Inglaterra. Pero lo más característico en las conversaciones y el tema de nuestro trabajo es la sobreposición, es decir, los solapamientos y las interrupciones. Como veremos en el capítulo 5, en al análisis de las conversaciones y en el capítulo 6, en el análisis de las entrevistas, se puede observar que en las conversaciones alemanas existe una mayor tolerancia por la idiosincrasia de cada individuo, o sea, el respeto por los demás y la privacidad. Esto se refleja en que las interrupciones son menores y se interpretan de forma diferente que en la sociedad española, donde los solapamientos casi son imprescindibles para mantener ‘viva’ la conversación y para mostrar esta característica de afiliación, confianza e identificación con el grupo.


      En este apartado hemos querido explicar nuestra propuesta de la imagen social, debido a las diferencias que existen entre cada cultura, la alemana y la española, que se refleja en la forma de ser y de actuar de cada individuo, o sea, en la imagen social de las personas. Dicho de otra forma, la imagen social es diferente por las características que reflejan los contextos socioculturales de la comunidad a la que


      pertenece el individuo. Esto lleva a que la cortesía se exprese y se interprete de forma diferente en cada cultura.


    2. Síntesis del concepto de la cortesía y de la imagen social


Para concluir, resumiremos brevemente el capítulo de la cortesía. Hemos empezado definiendo el concepto de cortesía, desde el sistema social del antiguo Egipto hasta nuestro tiempo, y hemos observado que etimológicamente procede de la corte, donde los cortesanos se distinguían por sus buenos modales. Hoy en día, se observa que hay diferencia en la conceptualización de la cortesía. Esto ha llevado a muchos estudiosos (lingüistas, antropólogos etc.) a delimitar el término de la cortesía, contrastándolo con otros. Thomas (1995) a llegado a la conclusión de que para hablar de la cortesía hay que tener en cuenta tanto la forma lingüística como el contexto del enunciado, la relación entre el hablante y el oyente, y las inferencias que el oyente pueda hacer.

Tanto el concepto de implicatura de Grice (1975), como las normas pragmáticas de la cortesía de Lakoff (1973) y su postulado de incluir sus normas pragmáticas en la gramática han sido crucial en el estudio de la cortesía, al igual que los trabajos sobre la imagen (face) o las actividades de imagen (face-work) realizados por Goffman (1959, 1971). No obstante, el trabajo modelo que ha servido de guía para muchos investigadores ha sido el modelo de la cortesía de B/L (1978). Pero, tanto su aportación al concepto de imagen (imagen positiva / imagen negativa), como su estudio sobre los actos amenazantes para la imagen


(FTA) han servido también de base para futuras críticas, sobre todo, en el terreno de la lingüística comparada, ya que se ha podido constatar que la cortesía no es universal, puesto que depende de factores sociales, e incluso de factores situacionales. Por lo que pensamos que se adapta más a un modelo de imagen co- constituyente (Arundale 1999), es decir, la imagen se va creando a la vez que se crea la conversación. Por ello, la cortesía depende tanto del contexto sociocultural como de la situación dentro de la cual se desarrolla la comunicación. Siguiendo esta idea, no es factible que los conceptos de imagen negativa / imagen positiva postulados por B/L (1987) sean transferibles y válidos para todas las culturas. Por ese motivo, pensamos que los postulados de Bravo (1996, 1999) y de Hernández (2002) de autonomía y afiliación, al tratarse de categorías vacías que pueden ser rellenadas para cada comunidad de habla según los comportamientos comunicativos y los contextos socioculturales, sirven como base para describir los rasgos de la imagen social de cada cultura y contrastar las concretas diferencias o similitudes con la imagen social de otras culturas. Por lo tanto, basándonos en las categorías de autonomía y afiliación, hemos propuesto para la imagen social alemana las categorías de autonomía y privacidad.

El concepto de autonomía alemana estaría relacionado, por una parte, por la confianza en sí mismo y la habilidad crítica y, por otra parte, en la delimitación con los demás, que, a su vez, está relacionado con la individualidad y la identidad. Y el concepto de privacidad estaría relacionado con la separación de lo privado y lo ajeno o público y con la intensificación de las relaciones internas y externas, así como con el deseo de no-intromisión en asuntos ajenos y, por consiguiente, de libertad de acción.


Para caracterizar la imagen social alemana, nos hemos basado en la bibliografía consultada, en el análisis de nuestro corpus de las conversaciones y en las encuestas sobre hábitos sociales realizadas a hablantes nativos. Referente a la bibliografía consultada, hemos obtenido información acerca de las diferentes características que reflejan los contextos socioculturales de cada comunidad de habla, es decir, la española y la alemana, con el fin de contrastarlas. Esto nos ha llevado a la conclusión de que la cortesía se expresa y se interpreta de forma diferente en cada cultura, por lo que la imagen social no es transferible de una cultura a otro, debido a los diferentes contextos socioculturales.


  1. Actos de habla


    En este apartado vamos a abordar los actos de habla, sobre todo, los actos de habla indirectos, relacionados con la cortesía, para posteriormente hacer un breve recorrido de los actos de habla relacionándolos con el contexto cultural y con el contexto situacional, es decir, con la conversación. Los actos de habla, como el mismo término indica, se refieren al habla, es decir, requieren de una situación comunicativa en la que realizarse, ya que si, por ejemplo, hacemos una petición, necesitamos a un interlocutor. Por lo tanto, los hablantes han de tener una competencia conversacional. Tener una competencia conversacional significa poder entender y producir enunciados dentro de un determinado contexto. Para ello son imprescindibles las inferencias que los hablantes hacen de los enunciados y esas inferencias están relacionadas con el contexto situacional y cultural. De acuerdo con Sperber y Wilson (1986; 1994), la comunicación humana no se debe entender como un mero proceso ostensivo-inferencial en el que el emisor atrae la atención del oyente sobre una serie determinada de hechos para comunicar algo, y que lleva al oyente a inferir la realidad a la que él se refiere. Durante el proceso inferencial que tiene lugar en la comunicación, el receptor combina la información que recibe en la interacción verbal con los supuestos o representaciones mentales que tienen almacenados en su mecanismo cognoscitivo, un subconjunto de los cuales forma lo que se denomina contexto.


    La teoría de los actos de habla se originó en la filosofía del lenguaje y ha sido estudiada desde entonces por varios filósofos y lingüistas. Los más destacados son Austin (1962) y Searle (1969) Ellos fueron influenciados por Wittgenstein (1953), quien enfatizó que el significado de las palabras y el uso están sistemáticamente relacionados en el lenguaje, es decir, comprendemos el significado de las palabras aprendiendo a utilizarlas en el lenguaje. Siguiendo esta filosofía, Austin y Searle llegaron a la conclusión de que la unidad mínima de la comunicación no son solamente expresiones lingüísticas, sino, sobre todo, la realización de ciertos actos de habla, como plantear preguntas, dar órdenes, hacer promesas, etc.

    Austin fue el primero en señalar que cuando hablamos realizamos tres tipos de actos:


    1. Acto locutivo: que se refiere a la estructura morfológica, semántica y sintáctica. Según Austin, el acto ilocutivo es “the act of ‘saying something’” (Austin, 1962: 94), y se subdivide en tres actos:

      • el acto fonético, que consiste en la producción de sonidos de la lengua,

      • el acto fático, que es el cumplimiento de las reglas sintácticas y léxicas de una lengua,

      • el acto rético, que se ve reflejado en la reproducción en estilo indirecto de un enunciado (cf. Austin, 1962: 95).


    2. Acto ilocutivo: que hace referencia a la intención con que el hablante formula una frase. Este acto tiene lugar cuando una actuación lingüística se realiza mediante un acto enunciativo para satisfacer una necesidad comunicativa en concreto, por ejemplo, hacer una pregunta, dar una información, dar un consejo, etc.

    3. Acto perlocutivo: con el que se busca el efecto causado en el oyente.


Este acto tiene lugar cuando un hablante consigue la finalidad prevista a través de sus enunciados (cf. Austin, 1962: 109).


Searle (1969) establece cuatro tipos de actos de habla, es decir, añade uno más a los ya establecidos por Austin, a saber:


  1. Acto enunciativo: que consiste en articular palabras y oraciones en concreto.

  2. Acto ilocutivo: enunciar, preguntar etc. Este acto equivale al definido por Austin.

  3. Acto proposicional: referir y predicar, es decir, el acto proposicional está formado por un acto referencial y un acto perlocutivo.

  4. Acto perlocutivo: hace referencia a la reacción del oyente. Este acto también se puede comparar con el definido por Austin.


Además establece una serie de condiciones, que sirven de marco para la realización correcta del acto de habla, con el fin de que “tenga éxito”: las condiciones del contenido proposicional, las precondiciones


preparatorias, las condiciones de sinceridad y la condición esencial. Los actos ilocucionarios y proposicionales consisten característicamente en emitir un enunciado en un determinado contexto, bajo ciertas condiciones y con ciertas intenciones. Correlativamente a la noción de actos ilocucionarios está la noción de las consecuencias o efectos que tales actos tienen sobre las acciones, pensamientos o creencias, etc. de los oyentes, que son los actos perlocutivos.


El acto de habla se considera la unidad básica de la comunicación y esto sugiere que existe una serie de conexiones entre un acto de habla, lo que el hablante quiere decir, lo que la oración emitida significa, lo que el hablante intenta, lo que el oyente comprende y lo que son las reglas que gobiernan los elementos lingüísticos. Por lo tanto, es importante considerar la comunicación como un todo y los actos de habla como parte integrante de la comunicación, al igual que la interacción en particular, es decir, el determinado contexto situacional en el que se da dicha comunicación, y el contexto cultural, como al final de este apartado intentaremos demostrar.


    1. Actos de habla indirectos


      Searle (1975) señala que hay casos en los que “the speaker’s utterrance meaning and the sentence meaning come apart in various ways. One important class of such cases is that in which the speaker utters a sentence,


      means what he says, but also means something more” (Searle, 1975: 59). El ejemplo típico es: “can you pass me the salt?”, cuya ilocución directa es pregunta, pero que en realidad es una petición. Por ello, dentro de los actos de habla Searle diferencia entre actos de habla directos, donde el hablante dice lo que opina, y actos de habla indirectos, donde el hablante opina otra cosa de lo expresado explícitamente.


      "In indirect speech acts the speaker communicates to the hearer more than he actually says by way of relying on their mutually shared background information, both linguistic and non linguistic, together with the general powers of rationality and inference on the part of the hearer. [...] the apparatus necessary to explain the indirect part of indirect speech acts includes a theory of speech acts, certain general principles of cooperative conversation [...], and mutually shared factual background information of the speaker and the hearer, together with an ability on the part of the hearer to make inferences." (Searle, 1975: 61).


      En el caso de los actos de habla indirectos son muy importantes los conocimientos compartidos (“mutually shared factual background information”) incluso imprescindibles para que el oyente pueda realizar las inferencias oportunas. Normalmente el hablante presupone que existe tal conocimiento compartido y que el oyente descifrará el acto ilocucionario no literal. Según Vanderveken (2002) los actos de habla indirectos son casos de explotación de la máxima de la cantidad, establecida por Grice (1975):


      “A speaker mean to perform indirectly a speech act by way of performing the literal illocutionary act when he exploits the maxim of quantity by intending to draw the hearer’s attention to the fact that certain non literal conditions of non defective performance are fulfilled in the conversational background.” (Vanderveken, 2002: 58).


      Sökeland (1980), por ejemplo, dice que un acto de habla es indirecto “[…] wenn zwischen der sprachlichen Struktur seiner Äuβerung und seiner kommunikativen Funktion ein problematisches Verhalten besteht” (Sökeland, 1980: 14). Este autor pone como ejemplo una pregunta retórica que si se toma como tal, el significado de la oración se equipararía con una afirmación, por lo que la oración sería al mismo tiempo una pregunta y una afirmación, lo cual no es posible. Por ello dice que es el contexto el que se encargará de actuar como elemento desambiguador a favor de una de las dos acciones.


      En relación con esto y con los actos de habla indirectos, Green (1975), basándose en Sadock, se ha ocupado principalmente de los “whimperative questions” que tienen la entonación y la forma superficial de las preguntas pero las restricciones coocurrentes y la fuerza ilocucionaria de los imperativos, y que no admiten respuestas, o por lo menos no las mismas que las preguntas. Según él, muchas lenguas parecen tener los “whimperatives”, pero no lo han derivado de la misma forma que lo ha hecho la lengua inglesa, derivando los así llamados “question tags”: por ejemplo:


      1. Open the window, will you?


      2. Peter ist krank, glaube ich.


      3. Dame el lápiz, quieres.


        El alemán solo tiene estos “tags” en oraciones declarativas, pero no en imperativas, y el español solo los tiene en imperativas con el verbo modal “querer”. Estos “whimperatives” son una forma indirecta para atenuar la fuerza ilocutiva de la imposición.


        Las formas indirectas, como señalan Held (1992) y Escandell (1995), se utilizan como una técnica para preservar la imagen, en el sentido de que rebajan las obligaciones de ambos interlocutores: al emisor lo coloca en posición de espera y al destinatario le ofrece libertad de decisión.


        Esto lo podemos observar, si contrastamos las siguientes oraciones1:


      4. Quería ver las ofertas que tenéis para Semana Santa.


      5. Ich wollte erstmal fragen, was es da für angebote gibt.


        En la oración española, el cliente expresa su deseo de obtener algo de forma más directa que en la oración alemana: en español se utiliza el tiempo verbal de imperfecto en lugar de presente con el fin de atenuar el enunciado impositivo y suavizar la fuerza de ilocución. En alemán, el cliente utiliza una forma indirecta con el verbo modal en pasado, de esta manera se crea una mayor distancia interpersonal entre hablante y oyente, además expresa la actitud cortés del hablante, al no imponerse sobre el oyente, dejándole libertad de acción y respetando los principios de cooperación de Grice (1975).


        La teoría de los actos de habla y los principios de cooperación establecen un marco teórico, dentro del cual los actos ilocucionarios indirectos se pueden entender. Sin embargo, dentro de este marco teórico ciertas formas tienden a establecerse y adoptar un uso convencional, mostrando un grado más o menos avanzado de gramaticalización, como son las formas idiomáticas para los actos de habla indirectos. Mientras que conservan su significado literal, adquieren un uso convencional como son, por ejemplo, formas corteses para hacer preguntas, así no llevan significado imperativo, es decir, al no imponerse directamente sobre el oyente, le ofrece libertad de decisión.


        "Politeness is the most prominent motivation for indirectness in requests, and certain forms naturally tend to become the conventionally polite ways of making indirect requests. [...] The mechanisms are not peculiar to this language or that, but at the same time the standard forms from one language will not always maintain their indirect speech act potencial when translating from one language to another." (Searle, 1975: 76).


        En los siguientes ejemplos, la cortesía es la motivación principal para los actos de habla elegidos, que son, a su vez, los usos convencionales en cada lengua para expresarse de forma cortés.


      6. Kannst du mir dieses Buch geben?


      7. ¿Me pasas ese libro?


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        1 Estas oraciones pertenecen a nuestro corpus.


        En estos dos ejemplos, los actos ilocucionarios elegidos en las dos lenguas son oraciones interrogativas. Pero, aunque las dos oraciones son interrogativas, observamos que mientras en la lengua alemana se utilizan verbos modales, en la lengua castellana, en el lenguaje coloquial, no se utilizan con tanta frecuencia2. Este hecho evidencia que hay diferencias según las culturas, y es que cada lengua se rige por unas normas, establecidas por los habitantes de las culturas en cuestión.


    2. Actos de habla y cultura


      Según Searle, hablar un lenguaje es tomar parte en una forma de conducta que está gobernada por unas normas o reglas; por lo tanto, aprender y dominar un lenguaje es aprender y haber dominado esas reglas. (cf. Searle, 1980) Así, los actos de habla, como dice este filósofo, están regidos por principios universales de cooperación y cortesía, aunque, como acabamos de ver y posteriormente lo ejemplificaremos con más detalles, esto tiene diferentes matices en culturas y lenguas diferentes.


      "Los universales no son entidades que pertenezcan al mundo, sino a nuestro modo de representar el mundo; se identifican, por lo tanto, no apelando a hechos del mundo, sino a expresiones que tengan los significados relevantes. [....] el universal se identifica solamente en el sentido completo, presentándolo al oyente con el significado relevante [...] o colocando al oyente en una situación en la que pueda aprender el significado." (Searle, 1980: 123).


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      2 Véase capítulo 5: Análisis de las conversaciones.


      De esta cita se puede derivar que los modos de realización de los actos de habla llevan consigo implicaciones sociales, ya que cada cultura tiene estilos diferentes de interacción. Según la cultura, las estrategias interpretativas y las inferencias varían, y esto puede llevar a malentendidos o incluso a un colapso de la comunicación. Por ello, hay muchos lingüistas, como por ejemplo Carlos Hernández, que consideran importante estudiar la cultura del interlocutor para entenderlo y hacerse entender, sin cometer errores pragmáticos, que puedan tener como consecuencia un rechazo social.


      "[...] muchas veces el error pragmático en una praxis conversacional exolingüe no es identificado como tal, [...] aunque no por ello el desfase o desajuste en la interacción verbal deja de ser valorado en términos negativos. Esta valoración - necesariamente acrítica - será caldo de cultivo de numerosos prejuicios sobre la conducta o estilo de vida del otro." (Hernández, 1999: 136).


      Los hablantes nativos pueden perdonar de los hablantes no nativos errores puramente lingüísticos como pueden ser los fallos fonológicos, sintácticos o léxicos, sin embargo los errores pragmáticos los interpretarán como una grosería y no como un problema de transferencia debido a las diferencias sociolingüísticas.


      Gass / Neu (1996) también enfatizan que el hecho de que los actos de habla se realicen en cada cultura de formas diferentes, puede dar origen a problemas comunicativos con mayor o menor gravedad.


      Debido a la importancia que tiene la cultura en los actos de habla, estos han sido estudiados por lingüistas como por ejemplo Blum-Kulka y House (entre muchos otros), que han comparado y contrastado diferentes lenguas. Cada cultura tiene preferencias específicas por determinados tipos de estrategias. Si tenemos en cuenta a este respeto los datos presentados por Blum-Kulka y House (1989: 134) comprobaremos que sus investigaciones dieron el siguiente resultado: la frecuencia de uso de los imperativos en español (40%) multiplicaba la cifra del alemán (20%) por dos y los hablantes alemanes a su vez optan por utilizar preguntas más directas; en cambio, en el uso de las peticiones indirectas el alemán (76%) se sitúa por delante del español (58%). Esto no quiere decir, que los alemanes sean los más corteses en su forma de actuar y los españoles sean los más directos y atrevidos, ya que la cortesía y los actos de habla indirectos no son necesariamente correlatos uno del otro. Lo que sí podemos decir con estos datos es que los anglogermanos (ingleses y alemanes) prefieren distanciarse más de sus interlocutores al utilizar las formas indirectas. Y si nos fijamos en las formas de actuar en las respectivas culturas, vemos que es un reflejo plasmado en la lengua. Por ejemplo, tanto los alemanes como los ingleses se distancian más entre los interlocutores que los españoles, que incluso llegan a tocarse con las manos. Esta distancia o respeto por la autonomía del individuo también la vemos reflejada tanto en la conversación: los anglogermanos suelen evitar los solapamientos, mientras que en España es casi necesario interrumpir en la conversación, como también en la forma de vida: mientras que los anglogermanos delimitan su esfera privada, los


      españoles buscan el contacto con los demás. El alemán, al igual que el inglés, parece haber desarrollado un sistema característico de la cultura anglosajona que muestra un énfasis particular en los derechos y en la autonomía de cada individuo, y no sólo rechaza intrometerse en asuntos ajenos, sino que delimita las relaciones familiares y privadas frente a las ajenas o públicas. Esta característica difiere de muchas otras lenguas europeas, entre otras del español (cf. Contreras, 2003: 227).


      Esto demuestra que las culturas marcan las lenguas. A este respecto afirma Wierzbicka en su libro Semantics, Culture and Cognition lo siguiente:


      "[...] thinking is essentially identical with speaking and therefore differs from language to language and from nation to nation. [...] Thought cannot be transferred from one language to another because every thought depends on the language in which it has been formulated." (Wierzbicka ,1992: 3).


      Los hablantes de cada cultura utilizan estrategias diferentes para las inferencias que realizan en una conversación, o sea, que las implicaciones sociales varían según la cultura o la lengua en cuestión.

      Los hablantes adquieren, a lo largo de su socialización, una determinada habilidad sociocultural, que les permite elegir qué actos de habla utilizar en cada situación conversacional. Respecto a esto, dice Cohen:


      “[…] successful planning and production of speech act utterances depend on the sociocultural and sociolinguistic abilities of the speaker. Speakers and hearers are successful speech act users when they have control over the


      speech act sets for a given speech act in the language in which they converse.” (Cohen, 1996: 22).


      Los hablantes nativos saben qué actos de habla utilizar en cada situación y en cada contexto con los miembros de su comunidad de habla.3


      La comunicación ha de considerarse como un todo, abarcando no sólo el contenido, sino también el contexto, tanto situacional como cultural, exolingüe o introlingüe. Las inferencias conversacionales - el proceso a través del cual el oyente interpreta lo que el hablante ha intentado querer decir con su contribución conversacional – están determinadas por las señales discursivas que el hablante recibe, tanto verbales como no verbales. Estas señales discursivas que Gumperz (1982) y Graham (1996) denominan “contextualization cues”, y que son imprescindibles para realizar las inferencias correspondientes de la interacción, varían según la cultura en cuestión; por lo tanto, son comportamientos que se aprenden a lo largo de la socialización del individuo y que los miembros de una cultura o comunidad de habla comparten (cf. Graham, 1996).


      Por ello, las comunidades de habla, como ha mostrado Gumperz (1982), tienen sus modelos de habla, y esos estilos discursivos son específicos de cada cultura y son de suma importancia para la creación y afirmación de la identidad cultural.


    3. Actos de habla y análisis conversacional


      Tanto los estudios en el campo de la filosofía (Austin 1962, Grice 1975, Searle 1969 etc.) como los estudios en el campo de la lingüística (Sadock 1974) y en la antropología (Hymes 1974, Gumperz 1982) tienen en común la suposición que lo fundamental para la comunicación humana es la noción del acto de habla, es decir, de un determinado acto a través de palabras (por ejemplo: pedir algo etc.). Pero, además habría que tener en cuenta que la comunicación humana se basa principalmente en la interacción, con lo cual habría que considerar también a los interlocutores y su competencia conversacional y al contexto, dentro del cual tiene lugar una determinada conversación.


      Geis (1995), en su libro Speech Act and Conversational Interaction propone una nueva teoría de los actos de habla. Para él, la teoría de los actos de habla ha de estar incluida dentro de una teoría más amplia que sería la teoría de la competencia conversacional, que dé cuenta de cómo hacemos las cosas con palabras en una conversación natural. A esta teoría la llama “Dynamic Speech Act Theory (DSAT)” y es una síntesis de la teoría de los actos de habla tradicional, el análisis tradicional, la investigación de la inteligencia artificial en el proceso del lenguaje natural, así como también la teoría de la cortesía de Brown y Levinson (1987) y la teoría del registro de Halliday y Hassan (Halliday y Hassan, 1989 apud Geis, 1995) Según


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      3 Véase a este respecto también Boxer, Diana (1996)


      Geis, la teoría de la competencia conversacional ha de dar cuenta de todo lo involucrado en las interacciones conversacionales como son:

      • la habilidad tanto para reconocer un objetivo como para alcanzarlo,


      • la habilidad para entender los enunciados y los comportamientos no verbales y para producirlos adecuados al contexto.

      De la teoría del análisis conversacional, Geis extrae la teoría de que los actos de habla como pedir, ofrecer, prometer, etc. son más bien acciones sociales que lingüísticas, ya que se dan en secuencias conversacionales que ocurren de forma natural en la interacción y no son enunciados construidos individualmente y aislados del contexto conversacional.


      Geis parte de los siguientes postulados para su Dynamic Speech Act Theory:


      1. Al enunciar cualquier frase, un hablante está realizando un acto literal, convencionalmente asociado al tipo de frase enunciada y este acto literal ha de considerarse un acto de habla, ya que se realiza diciendo algo “in saying something” y en este sentido DSAT está completamente de acuerdo con Searle.

      2. Los actos de habla primarios de Searle (prometer, ofrecer, pedir etc) son actos sociales y no lingüísticos y en ese sentido han de considerarse actos comunicativos y no actos de habla.


      3. Se debe abandonar la tesis de que los enunciados individuales son actos de habla primarios, ya que lo que se habría de tener en cuenta serían las secuencias.

      4. Lo que hacemos en una interacción (específicamente, cualquier comunicación interactiva) está determinado por el tipo de interacción en la que nos encontramos.

      5. La estructura de los actos de habla de Searle ha de ser revisada en varios aspectos, incluyendo la inclusión de un efecto u objetivo interaccional. Sólo de esta forma se puede entender el fenómeno de la cortesía en la conversación.

      6. Cada enunciado debe tener un significado transaccional (opuesto a la fuerza ilocucionaria). De esta forma, en lugar de asociar un acto de habla de Searle con cada enunciado, asociaremos uno o más elementos de la estructura de la interacción que, a su vez, está relacionado con el significado contextual del enunciado en el contexto en el que ocurre.

      7. Hay un elemento, denominado “pragmatic stratum” que une los elementos de la estructura de la interacción (predicados de condiciones y dominios) que han de considerarse como figuras de significado pragmáticos de cierto tipo, figuras semánticas, y ciertas figuras del contexto social y discursivo, específicamente estilo, cortesía, registro, y figuras discursivas, en enunciados que ocurren en interacciones coloquiales.

      8. La teoría de los actos de habla ha de ser dinámica: la estructura de la interacción tiene que incorporarse en un modelo computacional de


      generación de enunciados y de entendimientos de enunciados o una teoría semántica dinámica (o ambos) (cf. Geis, 1995: 9-12).


      Geis critica a Austin y Searle y otros que se han basado, por una parte, en intuiciones para definir cómo han de usarse enunciados individuales y, por otra, que estos enunciados están aislados de contextos reales:


      “[…] speech act theorists have failed to appreciate the absolutely critical contribution of context in circumstances in which we find single utterances being used to do things like make requests, invitations, and offers, etc.” (Geis, 1995: 13).


      Según Geis los actos comunicativos son sociales por tres razones: la primera es que muchos de los actos se pueden realizar de forma no verbal; la segunda es que lo que diferencia a las acciones comunicativas no es un componente lingüístico, sino más bien las relaciones sociales entre los participantes, los estados psicológicos y las actitudes y muchos otros factores no lingüísticos; y la tercera es que elementos sociales del contexto tienen un papel crítico en la diferenciación de las acciones comunicativas (cf. Geis, 1995: 13).


      Los actos de habla son por naturaleza actos sociales. Esto lo demuestra el hecho de que el hablante utilizará una frase con un determinado acto ilocucionario según los conocimientos del hablante, lo que el hablante quiera conseguir con el enunciado emitido y las circunstancias o aspectos sociales del contexto. Por lo tanto, se puede decir que el significado del


      enunciado se deriva según el contexto o según en qué contribuya este enunciado a la interacción. Basándose en esta argumentación Geis dice que cualquier enunciado que ocurra en una interacción tendrá tanto un “significado transaccional”, que refleje en qué contribuye para alcanzar el efecto transaccional de la interacción, como un “significado interaccional” que refleje las actividades de la imagen que realiza el enunciado (cf. Geis, 1995: 33). Según Geis, no podemos hablar de cortesía sin tener en cuenta el significado transaccional. Por ejemplo, un significado puede ser cortés con una “respuesta preferida”, pero esta respuesta preferida no necesariamente tiene que ser la que el oyente quiera oír o el hablante quiera decir, sino que puede ser la preferida según la institución en cuestión o las normas sociales vigentes. Pero en cualquier caso será la que mejor ampare la imagen positiva y la sociabilidad y solidaridad. Geis dice que las respuestas no preferidas son las que amenazan la imagen negativa del oyente (FTA)4, mientras que las respuestas preferidas son las que respetan la imagen positiva del oyente, que él las denomina “responder’s positive face (FRA)” (cf. Geis, 1995: 105).


      La cortesía discursiva se considera un uso convencional y, por lo tanto, dependiente del contexto, pero ni Gordon & Lakoff, ni Searle & Morgan que estudian los actos de habla tradicionales, es decir, desde un punto de vista tradicional, no dan cuenta de cómo las convenciones dependen del contexto. Levinson (1983) dice que las convenciones de uso surgen como


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      4 En este punto no coincidimos con Geis, ya que para nosotros los actos no son a priori posibles amenazas para la imagen, sino que dependen del contexto situacional.


      un medio para que la realización de las acciones comunicativas sean más específicas y como resultado de un proceso de cortocircuito o cognitivo. El DSAT de Geis va más allá: no sólo considera que hay una asociación convencional entre las formas lingüísticas y los actos de habla, sino que hay una asociación convencional entre las formas lingüísticas y elementos de la estructura interaccional, además del contexto:


      “The point that speech act theorists have missed is that context is more important than form or literal meaning in our ability to use single utterance to do so complex a thing as requesting people to do things for us.” (Geis, 1995: 139).


      Pero nosotros, además, opinamos que no sólo es importante el contexto de la conversación o situacional, sino también el contexto cultural.


    4. Conclusiones acerca de los actos de habla


Para concluir queremos resumir brevemente los aspectos más importantes de este capítulo. Según la teoría de los actos de habla, la unidad mínima de la comunicación no son solamente expresiones lingüísticas, sino la realización de los actos de habla. Pero las comunicaciones no son monólogos, siempre van dirigidas a otras personas, por lo que el conocimiento mutuo y compartido es imprescindible, especialmente por las inferencias que hacemos de los enunciados. Como cada cultura tiene diferente realizaciones de los actos de habla, los hablantes de una cultura harán inferencias diferentes a hablantes de otras culturas y las implicaciones


sociales serán diferentes. Los hablantes utilizan los actos de habla en sus conversaciones dependiendo de los contextos socioculturales y de los usos convencionales de su país. Por ello, en una comunicación, los interlocutores saben interpretar las inferencias verbales y no verbales. Por este motivo, los actos de habla están incluidos dentro de la competencia conversacional que cada hablante tiene para entender y producir enunciados y, por consiguiente, deben formar parte del análisis conversacional; ya que son actos sociales y no individuales, donde influyen las relaciones sociales, el contexto situacional y cultural, las circunstancias y, sobre todo, las actividades de imagen, dado que en una conversación no se establece únicamente la unidad social, sino la imagen social, que es la presentación del yo frente al otro, y que es, en definitiva, la responsable de las actuaciones en las conversaciones.


  1. Análisis conversacional


    En este capítulo haremos un breve recorrido sobre el análisis de la conversación como disciplina lingüística. Empezaremos mostrando los diferentes enfoques y distintas denominaciones; posteriormente nos ocuparemos del análisis conversacional en sí, abordando, sobre todo, el fenómeno de la alternancia de turnos y de las sobreposiciones.


    1. Introducción


      Podemos agrupar en tres orientaciones las líneas más importantes dedicadas a este estudio: el Análisis del Discurso, surgido en Gran Bretaña en torno a los años 60, la Pragmática Dialógica, desarrollada en diversas universidades francófonas europeas, y fuera de la órbita europea, el Análisis Conversacional de los etnometodólogos norteamericanos (cf. Gallardo, 1996; Hidalgo, 1998).


      El análisis del discurso, al igual que el análisis de la conversación son enfoques, en principio similares, que tratan de dar una explicación de cómo se producen y comprenden la coherencia y la organización secuencial en el discurso. No obstante, los estilos de análisis de ambos enfoques son diferentes y prácticamente incompatibles.


      El análisis del discurso emplea una metodología típica de la lingüística. Esta consiste en ampliar las técnicas de la lingüística más allá de la unidad oracional. Los procedimientos que se emplean son los siguientes:


      1. el aislamiento de un conjunto de categorías básicas o unidades del discurso,

      2. la formulación de un conjunto de reglas de concatenación determinadas sobre tales categorías, que delimiten las secuencias o categorías bien formadas de las secuencias mal formadas.


        Para ello, se apela a la intuición acerca de lo que es un discurso coherente o bien formado. También se tiende a tomar uno o varios textos (normalmente construido por el analista) para analizar en profundidad las características interesantes de este limitado dominio con el fin de descubrir lo que ocurre realmente. (cf. Labov y Fanshel, 1977; Levinson, 1989).

        Los analistas del discurso pueden dividirse en dos categorías básicas: los gramáticos del texto y los teóricos del acto de habla. Nosotros no nos centraremos en esta metodología puesto que tratan el discurso como una oración aislada con los límites de la oración y no como una conversación entre hablantes en situaciones concretas.


        La Pragmática dialógica incluye los trabajos de la Escuela de Ginebra y los estudios de la lingüística interaccional de Kerbrat-Orecchioni, entre otros. La pragmática dialógica utiliza en general las propuestas de los autores británicos


        sobre el análisis del discurso, pero los datos ya no son tan restrictivos. Ellos se basan en interacciones marcadas situacionalmente extrayendo los datos de conversacones cotidianas. La orientación de estos estudios es lingüística, ya que integran las aportaciones de la pragmática enunciativa (cf. Gallardo, 1996).


        El análisis conversacional tal como lo entienden Sacks, Schegloff, Jefferson (1974) y otros es un enfoque empírico que evita la elaboración de teorías prematuras. Utilizan métodos inductivos: se buscan pautas recurrentes en muchos y diferentes registros de conversaciones espontáneas y en vez de una ontología teórica de reglas, se enfatizan las consecuencias interactivas e inferenciales. El énfasis se pone en lo que ocurre realmente en una conversación y no en lo que se adivina que podría ocurrir. A priori no se apela a juicios intuitivos, sino que la intuición sirve como guía para los investigadores.

        También hay una tendencia a evitar los análisis basados en textos únicos; se tiende más bien a examinar varios ejemplos de un fenómeno concreto en conversaciones diferentes para descubrir lo que ocurre en las interacciones reales con el fin de estudiar la organización secuencial del habla y averiguar cómo se conciben los enunciados en esas conversaciones, centrándose, sobre todo, en el contexto secuencial y en el contexto o extralingüístico, sumamente importante para el proceso inferencial (cf. Levinson, 1989). Lo que caracteriza a estos estudiosos es su formación sociológica, no lingüística, que les lleva a estudiar el lenguaje como vehículo fundamental de la interacción social cotidiana. De este modo, la etnometodología es una tendencia sociológica que se centra en los problemas de la cotidianidad o microsociología, prestando especial atención al


        modo en que el actor social organiza e interpreta las acciones de la vida diaria. Por ello extraen los datos para sus investigaciones de grabaciones de conversaciones cotidianas, centrándose en cuestiones como la toma de turno, los tipos de secuencias o la organización de prioridad. Aunque a veces se les critica que el marco teórico resulta en algunas ocasiones poco sólido, se trata de una línea de investigación imprescindible y muy productiva, que durante los años 80 se ha ido integrando progresivamente en estudios más “lingüísticos” del análisis del discurso y de la pragmática dialógica.


    2. Características de la conversación


      La conversación pertenece a un conjunto de actividades de intercambio, de interacción y dentro de ese marco se ubica en el subconjunto de los intercambios que tienen que ver con el habla. La conversación es el intercambio de habla por excelencia. Una conversación no siempre se da entre dos personas, sino que el número de personas implicadas en la conversación puede aumentar o incluso variar. Además la conversación se da dentro de un grupo, de una sociedad y con unas características de conducta específicas del grupo o la sociedad en cuestión para realizar dicho intercambio. Son situaciones de intercambios reales dentro de nuestra vida cotidiana.

      Una conversación es, en definitiva, un tipo de discurso oral que se caracteriza por su inmediatez comunicativa, es decir, por su carácter actual y por la ausencia de planificación, por su dinamismo dialógico entre hablante y oyente,


      por su carácter cooperativo y por su alternancia de turnos no predeterminada, siendo este último el rasgo pertinente y definidor de la conversación.


          1. Rasgos interactivos


            Con rasgos interactivos nos referimos a un grupo de características que, aunque aparecen en la conversación, se pueden también dar en cualquier otro acontecimiento dialogado.

            La relación entre hablante y oyente o el “dinamismo dialógico” (cf. Gallardo, 1996) supone que el vínculo que se establece entre ambos no es de sucesividad sino de simultaneidad. Como consecuencia de esta simultaneidad aparecen tres rasgos:


            1. Sistema dual de la toma de turno. La toma de turno conversacional, como veremos posteriormente, se organiza en dos niveles: un primer nivel donde aparecen las emisiones sucesivas con las que los hablantes favorecen el progreso informativo y temático de la conversación y un segundo nivel, que sólo se explican por referencia al habla de los demás: las aportaciones o continuadores (cf. Gallardo, 1996).

            2. Carácter actual e inmediatez. Esto hace referencia a la relación de los participantes y sus enunciados con el “aquí y ahora” conversacional.

            3. Estructura triple básica. Las interacciones que suponen una presencia simultánea de los participantes se organizan con una estructura triple: el


              lenguaje, el paralenguaje y la quinésica. Como consecuencia de esto, todos los implicados son a la vez emisores y receptores (cf. Gallardo, 1996). Los hablantes elaboran sus turnos e intervenciones teniendo en cuenta cuál será la recepción que realicen sus oyentes. Así se crea una relación de interdependencia constitutiva en virtud de la cual son realidades simultáneas y no sucesivas. Todo hablante recibe señales mientras habla y todo oyente, aunque callado, emite señales. De esta manera se crea el “dinamismo dialógico” antes mencionado: “aunque todo hablante es emisor y todo oyente es receptor, también el hablante es receptor y el oyente es emisor.” (Gallardo, 1996: 29).


          2. La conversación coloquial


      La conversación coloquial es el objeto de estudio del grupo de investigación Val.Es.Co. (Valencia Español Coloquial), como se refleja en sus múltiples trabajos. En sus trabajos, Briz et al. (2000) y Briz (1998) establecen una clara delimitación entre los rasgos conversacionales y los rasgos coloquiales dentro de la conversación coloquial, que se define a través de unos rasgos primarios y constantes unos rasgos coloquializadores. Entre los rasgos primarios se hallan los conversacionales, los tipológicos y los coloquiales son:

      • toma de turno no predeterminada,


      • dinamismo conversacional entre emisor y receptor,


      • retroalimentación: más de dos intervenciones recíprocas.


      Junto a estos rasgos pragmáticos que aparecen en toda conversación, existen unos rasgos tipológicos y unos rasgos coloquiales. Los tipológicos (interlocución cara a cara, carácter interpersonal) sirven de criterio para discriminar tipos de conversación como la telefónica o la transaccional. Esta tipología se apoya en elementos externos como la situación y el propósito. Los rasgos coloquiales, por su parte, son los que determinan la aparición del registro coloquial:

      • inmediatez, carácter actual,


      • ausencia de planificación,


      • conversación no transaccional.


        Cuando aparecen estos rasgos simultáneamente se puede calificar esta interacción como una conversación coloquial. Además, existen unos rasgos denominados coloquializadores que permiten adscribir la conversación al registro coloquial en casos en los que falta alguno de los rasgos primarios:

      • relación de igualdad entre los participantes (simetría),


      • temática no especializada (aunque se puede hablar también en términos


      • coloquiales sobre temas especializados),


      • marco de interacción no marcado.


        1. El sistema de la toma de turno


          La conversación, como antes hemos mencionado, se identifica por un sistema de turno no marcado, donde, en principio, no aparecen restricciones en cuanto al orden de los turnos y a su distribución, al contenido, a su duración, al número de participantes etc. Pero esto daría un enfoque poco realista, reduciendo el proceso conversacional diciendo que primero habla un interlocutor y cuando este termina le releva otro interlocutor en el uso de la palabra. A menudo, y dada la relación entre hablante y oyente, como hemos dicho antes, las conductas simultáneas son frecuentes en la conversación, y más aún en las conversaciones españolas, por lo que necesitamos un modelo de toma de turno capaz de explicar la alternancia de turnos: el cambio de hablante fluido, el cambio imprevisible y las interrupciones.


              1. Cambio de turnos y solapamientos


                Una conversación es un tipo de discurso oral que se caracteriza, como se ha mencionado anteriormente, por su inmediatez comunicativa, es decir, por su carácter actual y por la ausencia de planificación, por su dinamismo dialógico entre hablante y oyente, por su carácter cooperativo y por su alternancia de turnos no predeterminada, siendo este último el rasgo pertinente y definidor de la conversación.


                En cuanto a las características de la toma de turno, es decir al funcionamiento interno conversacional, Sacks, Schegloff y Jefferson (1974) proponen 14 rasgos definidores o rasgos conversacionales:


                1. cambio de hablante recurrente


                2. en general, cada vez habla un solo participante


                3. los solapamientos son frecuentes, pero breves


                4. generalmente, entre un turno y el siguiente no hay huecos ni solapamientos

                5. el orden de los turnos no es fijo, sino variable


                6. la duración de los turnos no es fija, sino variable


                7. la longitud de la conversación no se especifica con antelación


                8. lo que dicen los participantes no se especifica con antelación


                9. la distribución alternativa de los turnos no se especifica con antelación


                10. el número de participantes puede variar


                11. el habla puede ser continua o discontinua


                12. se utilizan técnicas de distribución de turnos (hablante elige al siguiente o uno se autoselecciona)

                13. se utilizan distintas unidades construccionales del turno (puede constar de una palabra o ser más largo)

                14. existen mecanismos de rectificación para los errores y violaciones de la toma de turno.


                  Según estos autores, solamente cuando aparecen estos catorce rasgos podemos hablar de conversación, destacando el dinamismo dialógico entre hablante y oyente. Pero esta toma de turno, como veremos posteriormente, no siempre es así. Gallardo (1996) aconseja eliminar de la lista los números 2, 3, 4 y

                  11 por la propia regla de cambio de hablante, ya que la toma de turno se manifiesta de forma diferente según las variables sociolingüísticas: cabe distinguir entre el contexto y la situación, entre lo formal y lo informal. En un ambiente más informal las interrupciones carecen de consecuencias graves en la relación de los participantes y las leyes de cortesía son más relajadas, mientras que en un ambiente más formal las interrupciones no son socialmente tan recomendables. Además, la importancia social concedida a los solapamientos y a las interrupciones cambia según las culturas, como ejemplificaremos posteriormente en nuestro análisis.


                  El cambio de turno, o sea, el conjunto sucesivo y alternante de turnos ocupados por diferentes hablantes, es el rasgo definidor de la conversación porque es el que hace que la conversación evolucione, aunque no todas las contribuciones de los participantes tienen el mismo valor y, por lo tanto, no todas las contribuciones hacen avanzar la contribución. Briz (2003) distingue entre intervenciones y turnos1: en las primeras solamente hay un cambio de emisor, mientras que en las segundas, además de ese cambio, se reconoce una contribución positiva al desarrollo de la conversación.


                  image

                  1 Para Gallardo (1996) el turno es un hueco estructural que puede ser rellenado por una aportación o una intervención, siendo solo esta última la que garantiza la continuidad de la conversación.


                  “Entre intervenciones y turnos media una relación de inclusión, ya que todo turno es, al mismo tiempo, una intervención, pero no toda intervención puede constituirse en turno.” (Briz, 2003: 16).


                  Briz considera la intervención sólo como perteneciente a la estructura de la conversación, y el turno como unidad social, perteneciente, ya no solo a la conversación en sí, sino a la relación que se establece entre hablante y oyente, que necesita del reconocimiento de los interlocutores para instaurarse, y que es la responsable de la progresión conversacional.


                  “Unidad social, responsable de la progresión conversacional, caracterizada por ser un lugar de habla rellenado con emisiones informativas aceptadas por los interlocutores mediante su atención manifiesta y simultánea.” (Briz, 2003: 20).


                  En una conversación, alguien tiene el turno de habla cuando los demás interlocutores lo aceptan y le otorgan el papel de hablante, es decir, una emisión se constituye en turno cuando los demás interlocutores la reconocen, de ahí también su carácter social. Por lo tanto, sólo a través de la aceptación de los demás oyentes, un emisor se convierte en hablante y puede hacer progresar la conversación.


                  Para que la conversación progrese es necesario el cambio de turno, que es, a su vez, el factor definidor de la conversación, pero esta alternancia de turnos, es decir el cambio de hablante y oyente no está predeterminado.

                  Según Sacks, Schegloff y Jefferson (1974) el cambio de turno se produce normalmente coincidiendo con el punto en el que finaliza un hablante su turno. Ellos lo denominan lugares de transición pertinente (LTP) Según estos autores,


                  las reglas para los LTP se reúnen en dos grupos: en primer lugar está la técnica de la selección directa, cuando esta técnica no se sigue, se puede instaurar la técnica de la autoselección, si no es así, el primer hablante puede seguir hablando hasta que otro hablante se autoseleccione. Si en el primer LTP no han operado estas técnicas, se vuelve a aplicar en el siguiente LTP hasta que el cambio de hablante sea efectivo. Hidalgo (1998) denomina a los LTP “Unidades Construccionales de Turno (UCT).” Según él, es importante que el oyente identifique los puntos finales de las UCTs, aunque enfatiza que la identificación de las UCTs no se produce principalmente según criterios sintácticos, puesto que en la conversación la sintaxis se subordina a las necesidades pragmáticas y de eficacia comunicativa. Por ello, su alternativa es considerar además los rasgos suprasegmentales, que permitirán al oyente reconocer los posibles LTP’s, ya sea en el interior del turno, ya sea al final del turno. Puesto que el reconocimiento de las UCTs no siempre está delimitado por pausas.


                  “En ocasiones […] (la) sucesión de habla sin pausa […] suele ocurrir tras un tonema descendente previo en la intervención de L1, maraca prosódica-sintáctica que representa la completitud de su emisión. […] Sin embargo, esta situación (sucesión de habla sin pausa) no siempre se produce tras un LTP, sino que L2 puede intervenir después de una estructura elípticamente (y consciente) por parte del emisor.”(Hidalgo, 1998: 223).


                  En este sentido dice Auer (1996) que tanto la prosodia como la sintaxis dependen principalmente del oyente, ya que es él quien decide cuando tomar el turno. Aunque es de la opinión que también es tarea del hablante, puesto que según él, hay expansiones que son vulnerables de solapamientos, por lo tanto ambos, hablantes y oyentes, colaboran en la construcción y en la transición de los turnos. Auer se centra en la sintáctica guestáltica, es decir en ‘puntos’ de


                  compleción sintáctica, que indican que la sintaxis guestáltica está cerrada. Para ello no solamente es necesario la habilidad sensitiva del contexto, sino también ciertas reglas, siendo una de estas reglas la paréntesis oracional (Satzklammer) alemana, que indican el final de una oración, aunque en una conversación son probables que se produzcan expansiones. En este sentido dice:


                  “[…] the fact that all expansions are vulnerable to overlap can lead to a conflict […] It has shown how speakers and recipients can cooperate to achieve a pattern which avoids this conflict. Either the first point of syntactic gestalt closure is interpreted as a ‘recognition point’ for turn-taking by recipient, after which speaker adds only low-relevance material, contextualized prosodically by the addition of unstressed syllables without further pitch protrusion and deletable by overlap; or, high-relevance (rhematic) material is added as a new intonational contour after a small ‘gap’, or after a recipient’s continuer, which frames it as a response to the recipient’s initial withholding of a next activity.” (Auer, 1996: 94/95).


                  Pero aún considerando los rasgos suprasegmentales como la entonación, la transición no siempre se realiza sin perturbaciones, por lo que se producen los solapamientos o las intervenciones.


                  Hablamos de solapamientos cuando tenemos una superposición de dos o más hablantes, que pueden ser intervenciones solapadas: o totalmente solapada, donde el hablante anterior continúa con su contribución sin reconocer la intervención, o parcialmente solapadas, o sea, un turno parcialmente rellenado por dos intervenciones.


                  Así, los solapamientos se suelen producir en el interior de una intervención anterior y pueden estar motivados por distintos motivos:

                  1. función fática,


                  2. función colaborativa,


                  3. interpretación errónea de un LTP,


                  4. arranque simultáneo,


                  5. voluntad de apoderarse del turno (cf. Briz, 2003).


                  La función fática se relaciona con las respuestas fáticas, que se producen cuando un oyente/emisor se confirma en su papel comunicativo de oyente, para demostrar que está atento y reconoce lo que el interlocutor le está diciendo. El oyente puede realizar esta intervención antes de que el hablante termine su turno, pero después de que haya terminado la parte más significativa del mismo. Por ello, este habla simultánea no supone una interrupción, porque no hay ruptura de la continuidad del primer turno ni voluntad de continuar con el turno.


                  Hablamos de función colaborativa cuando un oyente completa la intervención del hablante. Estos solapamientos no se consideran interrupción grave, incluso, frecuentemente, son ignorados por el hablante en uso de turno que continúa con su intervención y termina su turno de habla. En estos casos se habla (cf. Gallardo, 1996; Briz, 2003) de interrupciones discontinuas: El hablante que tiene el turno de habla, a pesar de la breve interrupción, continúa y termina con su intervención.


                  Una interpretación errónea de un LTP se puede dar por distintos motivos: las pausas, los silencios, los alargamientos vocálicos etc. se consideran LTP. Ya que como señalábamos anteriormente los cambios de turno no están


                  predeterminados, estos factores se consideran, a priori, un indicio de que el hablante ha finalizado su turno. De este modo se evitan los silencios y se regula el acceso a la palabra y a la sucesión fluida de turnos.


                  Un ejemplo de arranque simultáneo es cuando dos o más interlocutores empiezan a hablar a la vez. Normalmente es uno de ellos el que consigue apoderarse

                  del turno y termina su intervención. Aunque, obviamente, los solapamientos por arranque simultáneo no se consideran interrupción en ninguna de las lenguas en cuestión, es decir, ni en la alemana ni en la española. Solamente los solapamientos competitivos, en los que un interlocutor interviene con el fin de apoderarse del turno, son los que, sobre todo, en Alemania se consideran interrupciones normalmente graves, como posteriormente ejemplificaremos en nuestro análisis y con los resultados de nuestras encuestas a hablantes nativos.


                  En este sentido, Gallardo (1996) opina lo siguiente:


                  “La mayoría de las veces, la interrupción se realiza por la necesidad comunicativa que lleva al oyente a participar en el discurso sin esperar a un momento posterior, en el cual su participación ya no sería tan pertinente. Los hablantes son conscientes de que tales interrupciones no suponen necesariamente un delito conversacional; la consecuencia negativa que puede tener la interrupción es, evidentemente, que el fragmento solapado no sea entendido, por lo que es normal la aparición de repeticiones” (Gallardo, 1996: 122).


                  Gallardo es de la opinión de que la interrupción es algo frecuente en el marco de la conversación y que no por ello equivale a descortesía, pues no puede perjudicar el buen desarrollo de la conversación (cf. Gallardo, 1993). Nosotros


                  opinamos que esto no se debería generalizar. Como apuntábamos anteriormente, hay que distinguir entre el contexto y la situación, entre lo formal y lo informal y, sobre todo, entre las diferentes culturas.


                  Lycan (1977), por ejemplo, es de la opinión de que los autores etnometodológicos se equivocan en considerar la premisa de que ‘un interlocutor habla cada vez’. Lycan señala que hay casos en los que la interrupción resulta necesaria e inobjetable, por lo que, según él, se puede distinguir entre la interrupción descortés y la permisible. Su trabajo se centra en parámetros de aceptabilidad de las interrupciones y establece seis máximas conversacionales:


                  1.- Interrumpe sólo cuando, al hacerlo, aumente significativamente la eficacia de la conversación o cuando (más raramente) haya consideraciones externas de utilidad general que exijan supeditar los fines conversacionales a otros fines.

                  2.- Trata de que tu intervención sea el obstáculo menor que permitan las circunstancias.

                  3.- No interrumpas a un hablante si te resulta posible lograr tus fines esperando un poco.

                  4.- Interrumpe sólo en el más amplio punto de entrada disponible.


                  5.- Mantén una conducta externa afable y, cuando resulte apropiado, reconoce que has interrumpido.

                  6.- No violes las reglas formales que definen una situación de habla convencional en la que te encuentres (cf. Lycan 1977).


                  Con todo, nosotros opinamos que la identificación de las interrupciones es una cuestión subjetiva (como posteriormente veremos también con la cuestión del silencio), que depende de la interpretación del oyente o del analista, y del contexto situacional y cultural. Como veremos en el capítulo 7, en el resultado de las encuestas, la interpretación de la interrupción como algo más o menos cortés depende de las diferentes culturas. En este sentido, como intentaremos demostrar posteriormente, hay una discrepancia entre alemanes y españoles.


                  Para Bañón (1997), también es necesaria una cierta flexibilidad al interpretar la transición de turnos, en general, y la interpretación en particular, incorporando la información sintáctica y entonativa, el marco comunicativo, el tipo de discurso, la relación entre los interlocutores, así como las tendencias y frecuencias de uso de las interrupciones tanto de la interacción en general como de cada uno de los participantes. Por ello, para lograr la identificación de una interrupción es imprescindible atender a todas las marcas que ofrece el desarrollo de un turno para valorar si el turno está o no está acabado. Bañón define la interrupción de la siguiente forma:


                  “[…] diríamos que la interrupción es un proceso semicomunicativo relacionado especialmente con el no dejar de hablar cuando se tiene el pleno derecho de hacerlo y también con el no dejar de decir cuando se desea decir. […] el no dejar de hablar y el no dejar de decir, en el sentido de no perder la oportunidad de hablar, comportamiento que, en algunas ocasiones, provoca la inevitable presencia no sólo de encadenamientos turnales, sino también de sobreposiciones turnales, que pueden desembocar en auténticas interrupciones.” (Bañón, 1997: 18).


                  Bañón establece un cuadro según los diferentes tipos de interrupción: Según la actitud que muestra el mensaje interruptor con respecto al mensaje


                  interrumpido (tema), puede tratarse de una interrupción transformadora o una interrupción conservadora. La interrupción transformadora cumple una función censora en algunos contextos y, en otros, se produce para recuperar el dominio sobre el tema y para reinstaurar la estructura típica de la interacción. La interrupción conservadora, por su parte, se produce, en ocasiones, para impedir que quede desatendido algún reclamo. Según la actitud que muestra el mensaje interruptor con respecto al mensaje interrumpido (argumento), puede tratarse de una interrupción coincidente o una interrupción discrepante. Las interrupciones coincidentes son normalmente no conflictivas, ya que son colaboradoras, es decir, que insisten positivamente en los argumentos u opiniones de un hablante, aunque también es posible que se conviertan en conflictivas, si el interruptor trata de competir por la consecución del turno. La interrupción también puede ser en unos casos previsibles y en otros imprevisibles. Para poder hacer previsiones acerca del comportamiento interruptor de los interlocutores es necesaria la habilidad tanto de la competencia comunicativa, como del conocimiento de los demás interlocutores, de la propia interacción, así como del contexto cultural en el que nos encontramos, ya que en este sentido hay una gran diferencia entre los comportamientos alemanes y españoles. Bañón diferencia según la probabilidad de aparición del mensaje interruptor entre interrupción previsible y entre interrupción imprevisible. Este autor también analiza las interrupciones según la relevancia: Según la conveniencia del mensaje interruptor, la interrupción puede ser pertinente o impertinente. Para Bañón la pertinencia es una cuestión de grado, por lo que una interrupción es más pertinente según los contextos, por ejemplo:


                  1. cuando se produce para constatar deficiencias en el canal comunicativo que impiden la correcta recepción del mensaje,

                  2. cuando se produce para proporcionar una nueva información o para completar la que otra persona esté dando, siempre que se considere necesaria para seguir adecuadamente el mensaje o para aclararlo,

                  3. cuando se produce para completar la información, es decir, cuando se observa que no ha sido comprendida de una manera adecuada,

                  4. cuando se produce para pedir información nueva o complementaria que ayude al seguimiento o esclarecimiento de ese mensaje, o para rectificar una información que se sabe errónea (cf. Bañón, 1997).


                  En definitiva, la interrupción pertinente es la que aporta información nueva o complementaria de interés para la aprehensión adecuada del mensaje, y la interrupción impertinente es la que no aporta información nueva ni ayuda a completar o esclarecer el mensaje. Aunque, el interruptor o el interrumpido no tienen que coincidir necesariamente sobre la caracterización informativa que hacen de la interrupción ni sobre su grado de pertenencia o impertenencia. En este sentido, Bañón (1997) diferencia según la repercusión del mensaje interruptor sobre el discurso interrumpido entre interrupción trascendente e interrupción intrascendente. Toda interrupción supone una presentación de información que, más tarde, el interrumpido puede considerar o no en la recuperación de su turno. Si esa información que conforma el turno interruptor es incorporada, Bañón la denomina interrupción trascendente, en caso contrario, interrupción intrascendente. Un último tipo de interrupción es para Bañón la oportunidad con


                  respecto a los microtemas que se van tratando, por lo que diferencia entre la interrupción contigua o inmediata si se interrumpe para tratar el microtema que en ese momento se desarrolla y entre interrupción no-contigua o mediata en caso contrario.


                  Para Beinhauer (1978), el encadenamiento entre habla y réplica es un fenómeno de particular interés y especialmente apreciable en la conversación entre españoles, con la consecuencia de la sobreposición parcial entre turnos o de interrupciones. Según este lingüista alemán,


                  “El español parece que atiende a las palabras del interlocutor de manera más concreta y precisa que, por ejemplo, un alemán. Es decir: parece que se fija más en la forma de lo que oye que en el contenido. El alemán, por el contrario, suele fijarse más en el contenido que en la forma. Capta las ideas del interlocutor asimilándolas para luego contestar de una manera enteramente independiente, sin que influya en su réplica la forma de que venía revestido lo manifestado por el interlocutor. En otros términos: adopta en la conversación una actitud más egocéntrica que el español.” (Beinhauer, 1978: 184-185).


                  Por ello, al fijarse el interlocutor alemán más en el contenido, asimilando las ideas para luego contestar, no interrumpe tan frecuentemente como el interlocutor alemán, porque necesita tiempo para hacer las inferencias cognitivas necesarias. Debido a este motivo, puede deberse el hecho de que en la bibliografía española que hemos consultado hay numerosas referencias al fenómeno de las sobreposiciones, mientras que en la bibliografía alemana no hay muchas. Tal vez por ello, hay lingüistas alemanes que animan a la investigación:


                  “Es ist eine genaue Untersuchung erforderlich, um zu klären, ob eine Überlappung kompetitiv oder kooperativ (z.B. bestätigend, vorwegnehmend) ist


                  […], oder ob mit der Überlappung Rederecht beansprucht (wird)“ ( Deppermann, 2001: 61).


                  Según Rath (2001) no hay conversación sin cambios de hablantes, ya que es la alternancia entre hablar y escuchar lo que constituye una conversación, pero él opina que: “der Sprecherwechsel erfolgt in der Regel ohne Störung” (Rath, 2001: 1214). Él dice que el oyente puede tomar el turno en los LTP (Sacks, Schegloff y Jefferson, 1974) que él denomina “übergangsrelevante Stelle”. Para el cambio de turno, el oyente deberá considerar, sobre todo, las unidades construccionales del turno, teniendo en cuenta las “Satzbildungsregeln”, aunque también hay otros criterios como la entonación, la fonología o los así llamados “tag questions”. Para Rath (2001), el oyente ha de dejarse llevar por su habilidad sensitiva (“Gefühl”), ya que sólo después de haberse producido el cambio de hablante, se puede saber si ambos, tanto hablante como oyente, han interpretado ese lugar como LTP. Si no lo han interpretado de la misma manera puede surgir entonces el problema del habla simultánea. Aunque en las conversaciones coloquiales, donde el papel del oyente es activo y cooperativo, donde se espera del oyente ciertas señales, que confirmen su papel de oyente, como aprobación, rechazo o algún comentario o duda, es más normal (aunque no muy frecuente ya que va contra la máxima conversacional: “Man läβt den Partner aussprechen” (Rath, 2001: 1220) que el oyente haga alguna intervención en un lugar no apropiado (no LTP) y que, por lo tanto, se dé el caso de habla simultánea; pero no siempre son interpretadas como interrupciones, es decir, como impedimentos para que la conversación siga su rumbo, lo que sí puede suceder es que den lugar a un


                  cambio de tema. Según Rath (2001), los intentos de interrupción se producen cuando no está claro un LTP, entonces la interrupción se puede solucionar tematizándola y pidiendo disculpas al interlocutor.


                  Henne y Rehbock (2001) también opinan que una conversación transcurre normalmente sin problemas, aunque a veces se dé el caso de habla simultánea. Pero este habla simultánea tiene una duración limitada y se debe, en la mayoría de las veces al “Rückmeldungsverhalten” del oyente, que le afirma con este comportamiento al interlocutor que le está prestando atención. Otra cosa distinta sería “das gesprächsschrittbeanspruchende Verhalten des Hörers” (Henne y Rehbock, 2001: 171):


                  “Gesprächsschrittbeanspruchungen sind weitere spezifische Höreraktivitäten. Der Begriff ‘Beanspruchung’ impliziert in diesem Fall das Vergebliche: Sofern eine Gesprächsschrittbeanspruchung vorliegt, wird sie vom Sprecher als Inhaber des Gesprächsschritts zurückgewiesen; andernfalls liegt keine Beanspruchung, sondern eine Übernahme des Gesprächsschritts vor, und man kann dann nicht mehr von Höreraktivität sprechen” (Henne y Rehbock, 2001: 174/175).


                  Rath (2001) y Henne & Rehbock (2001) son de la opinión de que los cambios de turnos normalmente ocurren sin problemas, aunque admiten que a veces se da el caso de habla simultánea o de interrupción, pero no tematizan este fenómeno. Heilmann (2002) en su libro Interventionen im Gespräch trata del fenómeno de la interrupción referente a un estudio de género, es decir, si interrumpen más las mujeres o los hombres. Ella define las Interventionen de la siguiente forma:


                  “Als Interventionen unterscheide ich Überlappungen, Unterbrechungsversuch, Unterbrechung, reaktive Unterbrechung, Expansionsverhinderung (welche ohne Simultansequenz sein kann) kompetitive Unterbrechung und Einwurf […] Der Einwurf (Nuv. neutrale Intervention, u. U. mit Nähe zum Unterbrechungsversuch) wurde ergänzt durch weitere neutrale Interventionen wie Simultanstart […], Rezipienzsignale, emphatische Interjektionen und Satzvervollständigungen.” (Heilmann, 2002: 44).


                  Referente a estos parámetros, ella solamente investiga si las interrupciones han sido erfolgreich, erfolglos o neutral, ya que es de la opinión que las Interventionen sólo adquieren significado en el contexto con otros factores. Así llega a la conclusión de que, aunque las mujeres interrumpen más que los hombres, pero que evitan, al igual que los hombres, las interrupciones competitivas. Heilmann aunque diferencia entre varios tipos de solapamientos y interrupciones, no las investiga en profundidad; por lo que hemos llegado a la conclusión de que no hay investigaciones exhaustivas sobre este tema, quizás porque en las conversaciones alemanas los solapamientos y las interrupciones no son tan frecuentes y, por lo tanto, no presentan problemas para el buen desarrollo de la conversación.


                  Nosotros opinamos que en los países de lengua española y alemana se aceptan las interrupciones cuando son solapamientos cooperativos, pero no cuando la intención es apoderarse del turno, sobre todo en las conversaciones alemanas. Si nos fijamos en el concepto de la imagen y la cortesía, entenderemos por qué las interrupciones se dan con más o menos frecuencia en los intercambios españoles y alemanes, y por qué adquieren una valoración diferente en según qué cultura.2


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                  2 Véase capítulo 5 y 6.


                  Bañón (1997) opina que “en una conversación ha de combinarse la cortesía conversacional con la rentabilidad comunicativa” (Bañón, 1997: 103). Según él, hay que tener en cuenta el cumplimiento de determinados objetivos, ya que esto repercute directamente en el fenómeno de la interrupción: la interrupción puede tener tanto una función estratégica como una rentabilidad comunicativa y contribuir en la imagen del interlocutor. Aunque admite que la interrupción puede tener también algunas desventajas, sobre todo, cuando se interrumpe con mucha frecuencia. Por ello, distingue entre “interrupción abrupta” (más descortés) e “interrupción suave” (más cortés). A partir de esta distinción habla de distintos grados de adscripción de una interrupción a un tipo u otro y establece las siguientes consideraciones, que, según él, deben entenderse “en términos generales”:


                  1.- La interrupción voluntaria es menos cortés que la involuntaria.


                  2.- La interrupción con sobreposición es, en general, menos cortés que la que se produce sin sobreposición turnal, es decir, la que se produce en una pausa.

                  3.- La interrupción es, en general, menos cortés si supone la transgresión directa de alguna de las normas, explícitas o implícitas, que caracterizan un determinado género discursivo.

                  4.- La interrupción es menos cortés si el hablante ha solicitado explícitamente no ser interrumpido durante su intervención.


                  5.- La interrupción es menos cortés si se realiza a personas con cierto poder contextual y, por consiguiente, menos descortés si se realiza en áreas de la equidad en el uso y en la distribución de los turnos.

                  6.- La sucesión de interrupciones es menos cortés que la interrupción única.


                  7.- La interrupción es menos descortés si ha sido provocada de alguna manera por parte del interrumpido.

                  8.- La interrupción es menos descortés si el turno interruptor se presenta con atenuantes cualitativos-cuantitativos.

                  9.- La interrupción es menos descortés si en el turno interruptor se justifica la interrupción.

                  10.- El proceso de interrupción es menos descortés si acaba con la devolución del turno al interrumpido por parte del propio interruptor.

                  11.- La interrupción es menos descortés cuando el interrumpido ya ha consumido mucho tiempo en su turno.

                  12.- La interrupción es menos cortés cuando se realiza sobre el turno de alguien que ha hablado poco tiempo y menos descortés cuando la realiza alguien que ha hablado poco tiempo en comparación con los otros interlocutores.

                  13.- La interrupción es menos descortés cuando la realiza alguien que acaba de ser valorado.

                  14.- La interrupción es menos abrupta si es coincidente que si es discrepante.


                  15.- La interrupción es menos abrupta si es conservadora del tema que si es transformadora.

                  16.- La interrupción es menos descortés siempre que resulte pertinente y más descortés si es impertinente.


                  17.- La interrupción resulta menos descortés cuando se realiza para corresponder lo más rápidamente posible a la petición de información que solicita el hablante. 18.- Por lo general, la interrupción previsible es menos descortés que la imprevisible.

                  19.- Siempre resulta más cortés por parte del interrumpido hacer que trascienda el contenido de una interrupción que obviarlo.

                  20.- La interrupción mediata es, por naturaleza, más abrupta que la inmediata (cf. Bañón, 1997: 107-113).


                  Según nuestro criterio, la mayoría de estas consideraciones son muy útiles, por lo que las tendremos en cuenta para nuestro análisis del corpus. Pero hay algunas consideraciones con las que no estamos de acuerdo. Pensamos que la consideración (1) no es adecuada, debido a que una interrupción siempre es voluntaria; puede ser consciente o inconsciente, pero no involuntaria. Asimismo, pensamos que las consideraciones (6), (11) y (12) dependen, sobre todo, del contexto situacional, y la última consideración (20) depende tanto del contexto situacional como del contexto cultural.


              2. Pausas y silencios


          Según Kotschi (1996), las pausas son un indicio destacado para señalar los límites entre los segmentos del discurso, aunque no son los únicos. Existen otros medios o indicios que tienen una función parecida a la de las pausas, con los que


          se gana tiempo para preparar la tarea cognitiva de la activación de elementos de segmentación.


          “Podemos distinguir los siguientes grupos de indicios de segmentación: pausas, fenómenos prosódicos (dilación, variación entonacional), características morfosintácticas (repetición de palabras, paralelismo sintáctico) y elementos verbales (señales de articulación, conectores)” (Kotschi, 1996: 189).


          Para Bergman (1982) las pausas y los silencios no son nada anormal en una conversación:


          “Daβ in einem Gespräch mehr oder weniger lange Phasen des Schweigens auftreten, Phasen, in denen keiner der Interagierenden sich sprachlich äuβert und das Gespräch für kurze Zeit zum Erliegen zu kommen scheint, ist nichts Ungewöhnliches.” (Bergmann, 1982: 143).


          Según este lingüista alemán, es normal que surjan pausas largas y silencios en una conversación. Lo importante para él es saber interpretarlas y esto depende del lugar en el enunciado donde aparezcan, del contexto, de la relación entre las personas y del enunciado anterior al silencio.

          Bergmann (1982) diferencia tres tipos de silencios, que según él son parecidos aunque no idénticos a los identificados por Sacks, Schegloff y Jefferson (1974) (pauses, gaps, lapses). Bergmann diferencia entre “redezuginterne Sprechpause”, “freie Gesprächspause” y “Redezugvakanz”.

          Las primeras, las pausas internas (redezuginterne Sprechpausen) , son las que se producen cuando el hablante termina de hablar antes de que acabe el enunciado. Él también las denomina “Stockpausen” y pueden ser debidas a distintos motivos: a razones cognitivas, a despertar la atención del interlocutor u otros. Bergmann dice que estas pausas se pueden interpretar como un LTP, pero


          según su posición, el turno o el derecho para continuar hablando lo tiene el hablante porque aún no había terminado su enunciado.

          Las segundas, las pausas libres (freie Gesprächspausen), surgen cuando el enunciado está completado, pero nadie es seleccionado. En este caso pueden ocurrir varias cosas: uno se autoselecciona o el hablante continúa tras la pausa. Si hubiera solapamientos, el derecho para hablar lo tendría aquél que primero hubiera empezado. Estas pausas suelen aparecer ante un cambio de tema o en una fase previa al término de la conversación.

          Las terceras, las pausas vacantes o los silencios (Redezugvakanz), surgen cuando la reacción esperada del interlocutor no aparece, por ejemplo en los casos de pares adyacentes. Entonces el hablante tiene que saber interpretar el silencio del oyente:


          1. el hablante puede volver a repetir su enunciado (Wiederholung),


          2. el hablante puede corregir su intervención (selbstkorrigierende Interventionen) reformulando el enunciado o aumentando el tono de voz,

          3. el hablante puede hacer correcciones referente a su intervención anterior (korrekturinitierende Intervention), son unas técnicas para hacer que el oyente reaccione y hable; Bergman pone como ejemplo o bien los “pursuit tags” ([hm?] para el alemán, [eh?] para el italiano), o bien los “Fokussierungsaufforderung” una especie de llamamiento, por ejemplo, repitiendo el nombre del interlocutor para llamar su atención,


          4. el hablante puede confrontar al interlocutor con formulaciones explícitas que el hablante ha hecho de su silencio, es decir, a través de una caracterización metacomunicativa del enunciado (cf. Bermann, 1982).


          Bergmann (1982) insiste, sin embargo, que pueden haber más formas de intervención, que dependen de la situación, del contexto y de la interpretación. También dice que el silencio y la duración del mismo depende de las exigencias comunicativas y de las variaciones culturales.


          Para Gallardo (1993), el silencio debe ser tratado como los demás elementos conversacionales, por lo que su significado depende de su posición en una estructura. No es lo mismo un silencio que se produce a mitad de una unidad construccional del turno que un silencio que aparece al final del turno. Gallardo, basándose en los autores etnometodólogos Sacks, Schegloff y Jefferson (1974) también diferencia entre pausa (pause), intervalo (gap) y lapso (lapses), aunque los autores etnometodólogos hacen coincidir estos silencios con los LTP. Sin embargo, para Gallardo, las pausas se producen en el seno de una intervención, los intervalos entre las intervenciones y los lapsos entre intercambios.

          Entre las pausas, Gallardo diferencia por un lado entre pausas llenas u oralizadas (cuando el hablante rellena esas pausas con vocalizaciones de cualquier tipo) y entre pausas vacías o silenciosas, es decir, titubeos3 (cuando el hablante está buscando una palabra o haciendo planes sintácticos), y por otro lado entre pausas que respetan la organización sintáctica y pausas que la rompen. Las pausas sintácticas suelen coincidir con el límite de una unidad sintáctica y son


          predecibles, ya que dependen del contexto y de la entonación. Gallardo las compara con las pausas que pueden aparecer en un texto leído, aunque el porcentaje de frecuencia en una conversación es mucho mayor.

          Los intervalos son pausas entre los turnos. Son pausas interactivas importantes para establecer los límites entre los turnos. Estas pausas suelen coincidir con los LTPs, pero como hemos visto anteriormente, estas pausas o silencios se pueden interpretar de varias maneras.

          Los lapsos son silencios entre los intercambios, por lo que Gallardo considera al lapso como “no-conversación” (Gallardo, 1993: 204). Gallardo entiende el silencio como la ausencia de habla durante un tiempo que no forma parte de la conversación y que las normas conversacionales intentan evitar, aludiendo a la máxima de cortesía de Haverkate de “Sigue hablando” o “evita el silencio” (Haverkate, 1987: 30). Según Gallardo estos lapsos suponen, a veces, un cambio de secuencia, identificable por un cambio de tema.


          Para los lingüistas alemanes (Bergmann, 1982; Kotschi, 1996) las pausas o los silencios son fenómenos que se dan normalmente en las conversaciones alemanas y que dependen de la interpretación, aunque también de las exigencias comunicativas y de las variaciones culturales. En cambio, los lingüistas españoles (Gallardo, 1993; Hidalgo, 1998) tratan el silencio, sobre todo, como un fenómeno que “no forma parte de la conversación”, por lo que hay que evitarlo. Estas diferencias culturales referente al silencio y los distintos comportamientos de los


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          3 Bergmann las denomina “Stockpause”


          interlocutores en las conversaciones alemanas y españolas, lo veremos y argumentaremos en nuestro análisis de las conversaciones4.


        2. Las unidades mínimas de la conversación


          En la conversación existe una estructura que determina su carácter específico (cf. Levinson, 1989). Dicha estructura puede afiliar desde agrupaciones simples como los pares adyacentes (enunciados pareados del tipo pregunta- respuesta, saludo-saludo ), hasta otras más complejas como las secuencias de inserción, en que un par pregunta-respuesta se inserta en otro (situación que puede manifestarse de muy diversas maneras) (cf. Levinson, 1989: 293). Lo importante es que, el inicio y desarrollo de la conversación configuran un proceso de negociación derivado de la intencionalidad comunicativa, compartida o no, de los hablantes, lo que determina la estructura del intercambio verbal dado. La estructura de la conversación es, pues, esencialmente pragmática y condiciona, ya no sólo la sucesión aleatoria de turnos de habla, sino la agrupación de éstos en unidades superiores, organizadas de tal modo que la coherencia comunicativa queda garantizada.


          A continuación intentaremos sistematizar la sucesión o intervenciones de acuerdo con una escala de rango estructural. La configuración conversacional abstracta, de naturaleza pragmática, se asienta en unidades comúnmente aceptadas por los analistas de la conversación y del discurso oral; así se confirman dos


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          4 Véase capítulo 5 y 6.


          niveles estructurales, el monológico y el dialógico, a los que se asignan unidades con distinto rango jerárquico. Al primer nivel corresponden el enunciado (acto del lenguaje) y la intervención. En el segundo nivel actúan, por orden creciente de jerarquía, el intercambio y la secuencia (unidad estructural intermedia capaz de actuar tanto en el nivel monológico como en el dialógico) y, finalmente, como unidad global, la conversación (cf. Gallardo, 1996; Hidalgo, 1998).


          Briz (2003) distingue entre el nivel dialógico y el nivel monológico y entre el rango estructural y el rango social. Dentro del rango estructural estaría la intervención (unidad monológica máxima) y el intercambio (unidad dialógica mínima), mientras que al rango social pertenecerían el turno ( unidad monológica máxima) y la alternancia de turnos o par adyacente (unidad dialógica mínima).

          El diálogo es la combinación de intercambio sucesivos que da lugar a una unidad de rango superior. En el análisis conversacional existe una unidad similar, denominada secuencia, pero no son equivalentes. La secuencia es una unidad vinculada al desarrollo de la conversación (secuencia de apertura, central, de cierre, secuencia laterales y secuencias insertadas) o determinada por los criterios de cohesión y coherencia (secuencia de historia y secuencia argumentativa). El diálogo, por el contrario, se delimitaría mediante términos puramente estructurales: se inicia con una intervención iniciativa y se termina con una intervención reactiva, estando su cuerpo compuesto de intervenciones reactivo- iniciativas (cf. Briz, 2003).


          Nosotros también diferenciaremos entre el rango estructural y el rango social (turnos y alternancia de turnos) anteriormente analizados y prioritario para nuestro análisis. A continuación explicaremos el rango estructural.


          1. Análisis estructural de la conversación


            La escala de unidades que vamos a tratar a continuación consta de los siguientes elementos:


            (acto<) movimiento < intervención < intercambio (<secuencia)


            El acto de habla coincide con la unidad fundamental de la pragmática, lo que explica su carácter eminentemente enunciativo, que no exige la presencia de un interlocutor, aunque se puede encontrar tanto en la base del monólogo como del diálogo. El conjunto de actos de habla dotados de valor interactivo, es decir, que involucran a un hablante y a un oyente es lo que llamamos movimiento (Gallardo, 1996).

            El término move fue propuesto por Owen (1981). Los movimientos son unidades interactivas dirigidas a un oyente y son unidades en las que puede fragmentarse una intervención. Puede haber movimientos de enlace, que se dirigen a la intervención anterior o a la siguiente, y movimientos constiturivos son actos ilocucionarios y que suponen una aportación nueva por parte del emisor.


            Dentro de los movimientos de enlace, Gallardo (1996) diferencia entre enlace retroactivo y enlace proyectivo.

            Los movimientos de enlace retroactivo suponen una transición entre la intervención anterior y el movimiento constitutivo. Destacan los prefacios y los pre-inicios.

            El prefacio es un movimiento de enlace retroactivo cuya función es principalmente preparar al oyente sobre el contenido de los movimientos sucesivos. Los que se utilizan para prologar intervenciones no prioritarias son llamadas por Jefferson (1972) marcadores de posición errónea, y por Sacks y Schegloff (1973) marcadores de disyunción. Otro tipo de prefacio son los denominados por Keller (1979) con el término de gambitos en analogía con el término ajedrecístico de gambitos, refieríendose a un grupo de señales o tácticas al inicio de los intervenciones cuya función es introducir cambios la conversación, o preparar a los oyentes para la próxima intervención. Keller les atribuye cuatro funciones básicas:


            • introductores semánticos,


            • indicadores de la relación social entre los hablantes,


            • indicadores del grado de conocimiento sobre el mensaje y


            • controladores de la comunicación.


            Las cuatro funciones pueden aparecer combinadas en una misma emisión. La mayoría de los gambitos implica un aporte de información semántica e indica la estructura general del tema que va a ser tratado. Una noción próxima a los


            gambitos son los llamados marcos (Coulthard, 1977) que se sitúan también al inicio de las intervenciones y poseen una función demarcativa y que, básicamente, forman un inventario de cinco palabras “well, ok, good, no, right” (Coulthard, 1977: 123). Labov y Fanshel hablan de indicadores del discurso para ciertos elementos usados cuando se cambia de tema: “ahora bien”, “bueno” (cf. Labov y Fanshel, 1977: 156). Otro tipo de prefacios son los marcadores de contraste (Schegloff y Sacks, 1973: 320) del tipo “¿Qué iba a decirte?”. Se utilizan para introducir temas que no parecían pertinentes, o bien porque la conversación parecía estar acabando o por su falta de relación con los últimos temas tratados. Actúan siempre como cierre del tema anterior. El contraste se establece entre el tema en curso y otro tema que quería ser introducido pero que fue desplazado, por lo que el marcador advierte que dicho tópico va a ser aducido.

            Hay otros elementos de enlace que no proporcionan ninguna información sobre el contenido de la intervención. Se trata de movimientos iniciales con los que el hablante encabeza el turno cuando se autoselecciona. Sacks, Schegloff y Jefferson (1974: 719) los llaman “appositional beginnings, pre-starts” y Gallardo (1996: 82) preinicios. Su aparición está justificada porque se trata de casos de autoselección, donde puede ocurrir que el inicio de la intervención sea solapado. Para prever esta posibilidad asegurando la recepción completa del movimiento constitutivo, el hablante coloca al principio una unidad vacía, cuya función real es advertir de su posición de la palabra. De ahí que muchos solapamientos comiencen con este tipo de elementos “pero, bueno, es que, pues, sí” (Gallardo, 1996: 82).


            En cuanto a los movimientos de enlace proyectivo, que se dirigen hacia la intervención posterior, podemos dintinguir también dos tipos: Unos tienen la función específica de ceder el turno mediante la selección directa del hablante sigiente, y son los llamados post-cierres o preguntas añadidas (post-completers, tag questions). Igual que ocurre con los pre-inicios, se trata de elementos cuyo solapamiento no entorpece la comunicación fluida.

            Otro tipo de movimiento de enlace proyectivo son los prolongadores o espacios de observación, que no tratan de ceder el turno, sino de mantenerlo. Con ellos el hablante trata de evitar el silencio que a veces retrasa la intervención no deseada. De este modo el hablante puede examinar lo que ocurre y da tiempo al oyente para que reaccione. Son elementos que alargan la longitud de un turno y eliminan los silencios (cf. Gallardo, 1996).


            La intervención está constituida por el movimiento o conjunto de movimientos que rellenan un turno de habla único. Como se ha mencionado anteriormente, la intervención pertenece a la estructura de la conversación y el turno a la unidad social, es decir, no sólo a la conversación en sí, sino a la relación que se establece entre hablante y oyente y que necesita del reconocimiento de los interlocutores para instaurarse, por lo que es la responsable de la progresión conversacional.

            En cuanto a la intervención se distinguen tres funciones ilocucionarias básicas:


            • intervención iniciativa: es la que aparece en el primer turno del intercambio. Stubbs (1987: 143) las define por negación: “una emisión es inicial si su léxico o su sintaxis superficiales tienen que ser ampliados a partir de emisiones precedentes, ya que, en caso contrario no se pueden comprender de modo aislado”;

            • intervención reactiva: son aquellas provocadas directamente por una intervención previa, es decir, aquellas que son predichas y no pueden aparecer en posición inicial, p. ej. una respuesta;

            • intervención reactivo-iniciativa: con función ilocucionaria doble, debido a la pluralidad de movimientos que la integran.


              Otra unidad importante dentro del análisis estructural de la conversación es el par adyacente o el intercambio. El intercambio es una agrupación de intervenciones presididas por una intervención iniciativa. El intercambio es la unidad estructural máxima de la conversación, ya que sus posibilidades están determinadas por la combinación de los tipos de intervención. La versión mínima y prototípica consta de dos intervenciones con orientación interaccional complementaria, es decir, un inicio y una reacción. Esta estructura se llama par adyacente. Sacks y Schegloff (1973: 295 ss.) caracterizan a la estructura de par adyacente como una secuencia de dos emisiones que son:

            • sucesivas,


            • producidas por hablantes diferentes,


            • ordenadas en primera y segunda parte,


            - específicas, porque a una primera parte determinada le corresponde una (o varias) segunda(s) parte(s) también determinada(s).


            Hay, además, una regla básica: dada la emisión reconocible de la primera parte de un par, en el primer lugar de posible terminación el hablante dejará de hablar, y el siguiente hablante deberá comenzar con una segunda parte del tipo iniciado. Uno de los más estudiados es el par llamada-respuesta (LL-R), que se caracteriza por su imposibilidad de aparecer como intercambio final de una conversación. Este final abierto exige al interlocutor que llama la utilización de un tercer turno, frente a otros pares adyacentes, como, por ejemplo, el par pregunta respuesta (P-R). Otro rasgo que individualiza al par LL-R es su recursividad limitada: podemos enlazar cadenas más o menos largas de pregunta/respuesta, o de saludo/saludo, pero cuando el oyente contesta a la llamada, el primer hablante no puede volver a iniciar otra secuencia LL-R, esto es lo que Schegloff llama irrepetibilidad.

            Todos los pares adyacentes se caracterizan estructuralmente por estar limitados por fuertes restricciones de carácter sintáctico, semántico y pragmático. La segunda parte de un par se ve limitada por la primera, lo cual lo convierte en predecible: la competencia comunicativa nos permite predecir qué posibles turnos ocurrirán después de una llamada, una invitación o una pregunta.

            El par adyacente ocupa un lugar priviligiado dentro de la bibliografía etnometodológica, ya que es el intercambio prototípico, incluso han reconocido que se puede prolongar durante más de dos turnos y denominan a estas estructuras: versiones ampliadas de pares adyacentes, aunque esto ha provocado


            algunas críticas, ya que existen estructuras relacionadas no asimilables al par adyacente.


          2. El análisis secuencial


            La secuencia no es sólo una unidad estructural, determinada por la toma de turno, sino una unidad funcional. La secuencia supone el enfrentamiento perceptivo entre el enunciado (el contenido de las emisiones) y la recepción. Gallardo la define como “el intercambio o grupo de intercambios dotados de entidad temática y/o funcional” (Gallardo, 1996: 127). Ella adopta una perspectiva guestáltica en sus planteamientos e identifica, en primer lugar, unas secuencias nucleares o temáticas, que desarrollan los temas de conversación, y unas secuencias marco, de apertura y cierre, que se encargan de marcar los límites entre la conversación y el silencio.


            1. Las secuencias marco


              Gallardo (1996) pone el ejemplo de un cuadro en una sala de un museo y un cuadro sobre la pared. En términos perceptivos, la pared es el fondo, el lienzo del cuadro la figura, y el marco es la frontera perceptiva. Aplicando esta alegoría a la conversación, lo que permite aislar como figura cerrada una sucesión de turnos e intervenciones es el silencio que la precede y continúa. La ausencia de contacto


              verbal, ese silencio que la conversación tiende a minimizar es el fondo perceptivo que le concede entidad como objeto de análisis y la convierte en figura. Una figura, además, que está dotada de polaridad perceptiva natural. La frontera perceptiva que sirve para separar el silencio y la conversación son las secuencias marco, que son una serie de turnos que facilitan el tránsito entre ambas situaciones. Las secuencias marco, como se ha mencionado anteriormente, son las encargada de la apertura y el cierre conversacional. Entre ellas si sitúa el núcleo de la conversación, al que pertenecen las secuencias tópicas: de historia, de concordancia, de lateralización y de inserción.

              La mayoría de los autores que se han ocupado de las secuencias de apertura y cierre (Goffman, 1971; Kerbrat-Orecchioni, 1990; André- Larocheboury, 1984; Leech, 1989; Haverkate, 1987) señalan que en estos intercambios son habituales las fórmulas de cortesía y en general los elementos rituales y rutinizados. Las secuencias marco pueden considerarse como uno de los vestigios que conserva nuestra sociedad de la conducta ritual, concretamente lo que Goffman (1971) llama intercambios de apoyo, destinados a confirmar y apoyar la relación social que vincula al emisor y al receptor. De ahí que autores como Kerbrat-Orecchioni (1990) concedan a estas secuencias una función básicamente relacional, y una estructura fuertemente estereotipada que permite incluirlas entre las manifestaciones de cortesía.


              En las secuencias de apertura, la frontera perceptiva pertenece a la conversación y marca el tránsito desde el silencio, mientras que en las secuencias de cierre la frontera pertenece al fondo y actúa desde la situación de habla.


              Las secuencias de apertura sirven para negociar los papeles participativos de los hablantes, así como su relación social. De ahí que se incluyan en ellas las cinco fases que André-Larochebouvy (1984: 65 ss.) distingue:


              • saludos (remiten a las fórmulas de cortesía y a rutinas conversacionales),


              • presentaciones (posibilidad de acceso entre dos personas),


              • identificaciones telefónicas (secuencias de apertura estudiadas por Schegloff),

              • procedimientos de toma de contacto (función: abrir el canal, tipo llamada-respuesta),

              • estrategias de abordaje (carácter transaccional, suelen ir con fórmulas de cortesía).


                Las secuencias de cierre sirven para ratificar los papeles participativos y sociales entre los interlocutores que se han puesto de manifiesto durante el encuentro conversacional. Según la conversación, a menudo, se presenta en el cierre la despedida como algo lamentable, que muchas veces obedece a circunstancias ajenas a los hablantes.

                Estructuralmente, lo que permite identificar un cierre conversacional es la aparición de precierres, con dos posibilidades básicas:


              • turnos de paso, donde los interlocutores ceden la palabra para dar oportunidad de que otro hablante introduzca algún tema nuevo, o


              - intervenciones de límite de tópico, es decir, aquellas en las que el hablante emite algún tipo de emisión que da por terminado el tema que estaba desarrollando (cf. Gallardo, 1996: 134).


              Cuando tras el precierre otro interlocutor introduce un nuevo tema, nos encontramos ante una reapertura, en las que es frecuente hallar marcadores de contraste. Pero si ya no hay nada más que decir, el ofrecimiento de cierre será aceptado mediante la emisión de un turno simétrico. Esta simetría es la que caracteriza a las secuencias finales de conversación, y aparece por lo general en los turnos de paso y en las despedidas. Otros elementos frecuentes en las secuencias de cierre (Schegloff y Sacks, 1973) son los acuerdos para futuros contactos, puesto que el cierre del canal es algo que se presenta como no deseable, y las manifestaciones de cortesía intentan mitigar este efecto. Como consecuencia, se alude al momento del próximo encuentro, en el que el contacto podrá reanudarse. Así se explican también los deseos, elementos frecuentes de esta secuencia, que son emisiones dirigidas a reforzar la imagen positiva de los hablantes, deseando algo positivo al interlocutor.


            2. Las secuencias temáticas


      Las secuencias temáticas son las que se sitúan entre la apertura y el cierre, y se distinguen cuatro tipos básicos según las diferentes focalizaciones perceptivas que suponen (Gallardo, 1993). En cada tipo de secuencia podemos encontrar el


      predominio de un aspecto del lenguaje (forma, función, significado y uso). Estos cuatro tipos no son excluyentes.


      Las secuencias de concordancia se caracterizan por una distribución simétrica de los turnos (cf. Gallardo, 1996). Las secuencias de concordancia son aquellas en las que los interlocutores parecen respetar sus tomas de turno, que se desarrollan con fluidez, y la progresión de las intervenciones se realiza con un nivel máximo de cooperación. Por ejemplo, en el par adyacente pregunta- respuesta, los hablantes conforman la secuencia respetando la correlación sin desviarse del tema y, normalmente, sin solapamientos. Aunque, como anteriormente hemos dicho, la estructura mínima del par adyacente, con sólo dos turnos, puede ampliarse: En estas secuncias la conducta del segundo hablante es provocada, por regla general, por la intervención anterior. Sin embargo, puede ocurrir que el segundo hablante no respete las exigencias de prioridad, por ejemplo, con prefacios, silencios, indirectas etc., los que le puede da oportunidad al primer hablante para introducir argumentos intermedios que refuercen su postura.


      Las secuencias laterales se caracterizan porque provocan una discontinuidad que interrumpe momentáneamente el discurso, y se establecen siempre por referencia a una secuencia central que se estaba desarrollando. Desde el punto de vista de la distribución de papeles participativos, la secuencia lateral supone que un participante que tenía el papel de oyente pase a hablante con intervenciones iniciativas, aunque esto no supone necesariamente una ruptura.


      Estas intervenciones pueden quedar como meras intervenciones o pueden convertirse en turno desencadenando un habla posterior que dé pie a un secuencia completa. Por eso pueden aparecer o bien intervenciones de regreso con las que se marca explícitamente el restablecimiento de la secuencia central, o la secuencia lateral puede terminar desplazando la línea discursiva que la había originado, con lo que ya no hay regreso a la secuencia central y, por lo tanto, no aparece la estructura enmarcada (cf. Gallardo, 1993, 1996). Se distingue entre lateralización externa, originada por motivaciones contextuales, y lateralización interna, cuyas motivaciones son discursivas, entre las que se encuentran la corrección, la aclaración, el malentendido y el acertijo.

      La corrección tiene lugar cuando el hablante se equivoca de algún modo al emitir algún tipo de error e intenta corregirse. Las secuencias laterales internas de aclaración ocurren cuando uno de los oyentes no entiende lo que se acaba de decir, o sea, tiene problemas de recepción y pide al hablante que se lo aclare, quien, a su vez, suele repetir lo anteriormente dicho. Las peticiones de aclaración se deben, normalmente, a las dificultades de interpretación. Las secuencias laterales de malentendido se deben, sobre todo, a problemas de interpretación, pero en este caso es el oyente quien se equivoca en la interpretación de lo dicho (cf. Sacks, Schegloff y Jefferson, 1977). En las secuencias de acertijo, el hablante construye su enunciado intencionalmente de forma ambigua, jugando así con las diversas interpretaciones del oyente, bien para introducir sobrentendidos o bien para obligar al oyente a que le pida aclaraciones.

      En las secuencias de historia, el hablante monopoliza la palabra durante un rato y los demás participantes quedan relegados al sistema secundario de la toma


      de turno. El hablante cuenta algo a los demás, y este contar tiene un valor social concreto. De ahí que los verbos como “contar, decir, narrar, relatar” hayan sido denominados por Sacks (1986) “verbos de coparticipación”, pues se dirigen a la imagen positiva del hablante y del oyente: un hablante que informa y pone al día al interlocutor le está otorgando importancia social, considerándolo digno de estar al tanto de lo que ocurre. Una secuencia de historia se puede introducir con un prólogo para insertar el relato. Tras el prólogo tenemos los elementos que configuran la historia propiamente dicha, quedando evidente su vinculación con el habla en curso, es decir, su adecuación con la máxima de relevancia. La duración de la historia puede ser de un único turno, aunque es frecuente que se extienda a lo largo de varios turnos con la participación de los demás oyentes. Y el final de la historia, la evaluación, es un turno que corresponde, normalmente, al oyente. Mientras que a lo largo del relato la conducta del oyente se limita a ofrecer continuadores o a dar retroalimentación, al final de la historia el oyente suele emitir alguna intervención que demuestre que ha estado atento y ha entendido lo que le han contado.

      Las secuencias de inserción suponen un realce simultáneo de los aspectos formales, funcionales y semánticos, y transmiten una información que resulta necesaria para que la conversación pueda proseguir; al igual que las de concordancia, asumen una estructura de par adyacente; al igual que las de lateralización, rompen la predicitibilidad y presentan a un oyente que, en lugar del turno reactivo esperado, emite un turno iniciativo. Frecuentemente, las secuencias insertadas se dan cuando el oyente necesita más información (cf. Gallardo, 1996).


      4.5. Recopilación


      Resumimos brevemente este capítulo destacando que de las tres líneas de investigación en los estudios de la lengua hablada, nosotros hemos optado por la metodología del análisis conversacional, por ser la que más se acerca a las conversaciones reales. El análisis conversacional estudia las conversaciones como intercambios reales dentro de la vida cotidiana, dentro de su contexto situacional, contextual y cultural. Dentro del análisis conversacional hemos destacado nuestro objeto de estudio: la toma de turno, y dentro de la toma de turno los solapamientos y las interrupciones. Aunque también hemos hecho hincapié en las pausas y en los silencios, y en las diferentes interpretaciones que realizan los lingüistas alemanes y los lingüistas españoles del silencio. Hemos finalizado este capítulo repasando las unidades mínimas de la conversación, teniendo en cuenta la diferencia de Briz (2003) entre rango estructural y rango social, fundamental para nuestro análisis.


  2. Análisis de las conversaciones: La cortesía en el tratamiento de toma de turnos


    Este capítulo comprende el análisis de las actividades de cortesía que se realizan en la conversación y su relación con el tratamiento de toma de turnos. El objetivo principal será tratar de probar la hipótesis de que las actividades de cortesía1 lo son porque buscan beneficiar la imagen social tanto del oyente como del hablante de forma equilibrada. Apuntando hacia una situación equilibrada de sus respectivos deseos de imagen, los participantes estarían tratando de favorecer la interacción que llevan a cabo, de forma que esta pueda discurrir de forma grata y armónica. En ese sentido, consideramos que hay intervenciones con sobreposiciones que pueden ejercer actividades comunicativas de cortesía.

    Según Bravo (1999), consideramos la conversación como un medio de construcción de las relaciones sociales y, por tanto, de cortesía, es decir, que los deseos de imagen de los interlocutores que mantienen el equilibrio presentan unas características dadas por la comunidad cultural a la que pertenecen (para la cultura española las características de afiliación y de autonomía (cf. Bravo, 1999, 2000; Hernández, 1999, 2003) y para la cultura alemana las características de privacidad y de autonomía2). Estos deseos de imagen adquieren su sentido en la conversación en relación con el contexto situacional, o sea, con los roles desempeñados por los interlocutores en cada situación. Para realizar dicho análisis, usaremos los supuestos teóricos y metodológicos que hemos desarrollado en los capítulos precedentes.


    image

    1 Véase capítulo 2.


    Las muestras de habla con las que trabajamos son conversaciones reales, grabadas en situaciones comunicativas reales y, por tanto, los hablantes que intervienen son personas con sus propias personalidades, conocimiento del mundo y experiencias vividas; por lo tanto, forman parte de una comunidad social y cultural, conocen unas normas o supuestos sociales existentes y, en principio, las siguen, puesto que esas normas suponen para los miembros una guía de cómo comportarse y de qué pueden esperar del comportamiento de los otros. Estos supuestos sociales abarcan aspectos sobre cómo se evalúan las situaciones sociales en que se encuentran, cuál es el comportamiento comunicativo que se espera en esas situaciones, cómo son los deseos de imagen y, también, cómo se realizan y se interpretan en esas situaciones o contactos sociales las sobreposiciones.


    Este capítulo sobre el análisis de la cortesía y las sobreposiciones en las conversaciones se realizará sobre secuencias extraídas de nuestro corpus: ocho conversaciones transaccionales españolas y seis conversaciones transaccionales alemanas, ambas en agencias de viajes en los respectivos países3, así como dos conversaciones coloquiales españolas, tomadas del corpus del grupo Val.Es.Co. (2002), y una conversación coloquial alemana, procedente del Institut für Deutsche Sprache4. Referente a las conversaciones formales (transaccionales), hemos elegido un corpus de conversaciones producidas en agencias de viaje por considerar que pueden ser de interés para futuras investigaciones didácticas en lo


    image

    2 Véase capítulo 2.

    3 Las conversaciones españolas están realizadas en agencias de viajes de Valencia y las conversaciones alemanas en agencias de viajes de Berlín y de Lippstadt.


    que se refiere a la enseñanza de lenguas extranjeras, ya que estas conversacioes transaccionales son de un tipo de conversación semiformal, dentro de situaciones formales y, por lo tanto, asequible a otros contextos situacionales parecidos, donde los estudiantes han de saber cómo actuar teniendo en cuenta las diferencias culturales. En ese sentido, hemos elegido también conversaciones coloquiales para poder contrastarlas y ver las similitudes y diferencias dentro de cada contexto sociocultural.


    Empezaremos nuestro análisis con las conversaciones formales (transaccionales) españolas y alemanas, continuaremos después con las conversaciones coloquiales españolas y alemanas y finalmente destacaremos las similitudes y las diferencias entre ambas conversaciones y ambas culturas.

    El material conversacional se dispondrá de la siguiente manera para su análisis:



    En el análisis propiamente dicho nos fijamos, por una parte, en cómo se realiza la cortesía en la actividad conversacional mediante estrategias comunicativas y, por otra parte, nos centramos en los solapamientos e interrupciones: en la función que presentan las intervenciones y, por tanto, en el tipo de sobreposición, en la causa de realización de esa sobreposición y en la reacción de los interlocutores. En este último caso, nos referimos a cómo se interpretan los solapamientos de acuerdo con las propiedades que suponemos de la imagen social de los hablantes que dependen de las características culturales (las necesidades de autonomía y afiliación para los hablantes españoles y las necesidades de autonomía y privacidad para los hablantes alemanes).

    El objetivo final de este análisis será verificar si la hipótesis inicial de este trabajo se ve confirmada: comprobar si, por un lado, como hemos supuesto, las actividades de cortesía de los interlocutores logran un efecto positivo para la imagen tanto del oyente como del hablante, de conseguir mantener en equilibrio la imagen de ambos interlocutores, teniendo también en cuanta que hay intervenciones con sobreposiciones que pueden ejercer actividades comunicativas de cortesía y, por otro lado, comprobar que las sobreposiciones se interpretan de diferente manera según el contexto situacional y el contexto cultural. Así, nuestro análisis se adecúa a los dos objetivos interrelacionados de la tesis: contrastar y


    contribuir a una caracterización de la cortesía española y de la cortesía alemana desde la pragmática cultural, dando cuenta de qué estrategias comunicativas se usan y de cómo éstas responden a unos deseos de imagen caracterizados culturalmente de acuerdo con las características socioculturales analizadas en el capítulo dos, y contrastar y contribuir a una caracterización de las sobreposiciones según el contexto situacional y cultural, analizando la función y la interpretación de las sobreposiciones en las respectivas conversaciones.


    1. Análisis de las conversaciones formales y transaccionales españolas y alemanas referentes a la cortesía en la alternancia de turnos


Antes de proceder al análisis, destacaremos las cuestiones más importantes que vamos a tener en cuenta para el análisis:



Según estos rasgos, distinguen dos tipos de conversaciones prototípicas:


“ a) La conversación coloquial, con + (mayor) relación de proximidad, + saber compartido, + cotidianidad, - (menor) grado de planificación, + finalidad interpersonal […] b) La conversación formal: - relación de proximidad, - cotidianidad, + planificación, + finalidad transaccional. […] Según la mayor o menor presencia de estos rasgos, pueden reconocerse grados de coloquialidad o de formalidad” (Briz y grupo Val.Es.Co., 2000: 52).


Nosotros nos basamos también en estos rasgos para distinguir dos modalidades en el discurso en función de la situación comunicativa en la que se desarrollan: las conversaciones formales (transaccionales) de nuestro corpus, que vamos a analizar en este apartado, y las conversaciones coloquiales, que analizaremos en el próximo apartado.


Las conversaciones de nuestro corpus, que analizaremos en este apartado, son conversaciones formales y transaccionales, ya que están grabadas en agencias de viajes, donde la relación de proximidad es mínima, puede haber relación de


desigualdad social entre los interlocutores, no son temas cotidianos, es una conversación más o menos planificada, en el sentido de que los clientes saben, en principio, las preguntas que quieren formular al agente de la agencia y, sobre todo, son conversaciones con una finalidad transaccional, puesto que los clientes van a informarse sobre un viaje que les interesa hacer, o directamente van a reservar un viaje.


A continuación mostramos en un cuadro las diferencias entre la imagen social española (cf. Bravo, 1999; Hernández 2002) y la imagen social alemana, propuesta por nosotros.5 Como habíamos dicho anteriormente, la cortesía constituye en sí misma una presentación del yo frente al otro, por ello la cortesía está íntimamente ligada a la imagen social en una interacción y esta, a su vez, está relacionada con el contexto situacional y sociocultural.


Cuadro de la imagen social española versus. alemana:


Imagen social española

Imagen social alemana

Autonomía:

Autonomía:

- “Autoafirmación: mostrarse original y

- Autoafirmación: mostrarse orgulloso de

consciente de las buenas cualidades

tener confianza en sí mismo y habilidad

propias.”

crítica.

- “Verse o ser visto diferente a los otros”.

- Verse o ser visto en delimitación con los


otros.

Afiliación:

Privacidad:

- “Confianza: saber a qué atenerse con

- Separación de las esferas privada y ajena

respecto al otro y que se puede hablar sin

o pública.

temor a ofensas.”

- Intensificación de las relaciones internas

- “Verse o ser visto en identificación con el

(+íntimas) y externas (-íntimas).

grupo.”



Respecto a las sobreposiciones, distinguimos entre solapamientos e interrupciones6. Hablamos de solapamientos cuando tenemos una sobreposición de dos o más hablantes. Las intervenciones solapadas se diferencian en: totalmente solapadas, donde el hablante anterior continúa con su contribución sin reconocer la intervención, y parcialmente solapadas, en las que hay un turno parcialmente rellenado por dos intervenciones, pues una de las dos se corta y la otra se hace definitivamente con el turno. Los solapamientos se suelen producir en el interior de una intervención anterior y están causados por distintos motivos, aunque también denominaremos solapamiento al arranque simultáneo. Hablaremos de interrupción en los casos en que hay una intervención competitiva, esto es, cuando los hablantes tienen la voluntad de apoderarse del turno. En lo que se refiere a los parámetros que vamos a utilizar para clasificar las funciones de los solapamientos y de las interrupciones, tomamos los propuestos por Briz y el grupo Val.Es.Co. (2003), aunque añadiremos uno más, puesto que pensamos que a veces los interlocutores intervienen con una función diferente a las sugeridas por Briz y Val.Es.Co. (2003), a saber, intervención sin voluntad de apoderarse del turno. Por lo que el resultado es el siguiente:


image

5 Véase capítulo 2.

6 Véase apartado 4.3.1.



Funciones de la sobreposición

Significado

a) Función fática

Oyente se confirma en su papel de oyente

b) Función colaborativa

Oyente completa la intervención del hablante

c) Interpretación errónea de un LTP7

El oyente interpreta el turno del hablante

como finalizado.

d) Arranque simultáneo

Dos o más interlocutores empiezan a hablar a la vez.

e) Intervención sin voluntad de apoderarse del turno8

El oyente interviene para aportar una

información que considera importante pero sin la intención de apoderarse del turno.

f) Interrupción o intervención con voluntad de apoderarse del turno.

El oyente interviene con el fin de apoderarse del turno.


Estos solapamientos no son excluyentes, es decir, aunque se pueda interpretar una intervención con una determinada función, a la vez, podría coincidir con otra función, especialmente en el caso de la interpretación errónea de un LTP.


Para el análisis hemos optado por elegir, en principio, tres ejemplos con el fin de explicar las funciones de las distintas intervenciones y sus relaciones con la cortesía; porque pensamos que a través de ellos, debido a sus diferentes rasgos, podemos alcanzar los objetivos que nos plantemaos al principio de esta tesis.

En ese sentido, tendremos en cuenta las seis máximas conversacionales referentes a la aceptación de la interrupción, establecidas por Lycan (1977)9, y compararemos también las sobreposiciones, de nuestro corpus con algunas de las veinte consideraciones propuestas por Bañón (1997)10 para distinguir las sobreposiciones corteses de las no corteses. Finalmente, también consideraremos


image

7 LTP (Lugar de transición pertinente), en este trabajo utilizaremos la apreviatura LTP .

8 Nuestra propuesta

9 Véase capítulo 4.3.1

10 Véase capítulo 4.3.1


las pausas y los silencios11 que se producen en las conversaciones, ya que, como veremos posteriormente en el análisis, son características importantes referentes a la imagen social y se utilizan con mayor o menor frecuencia dependiendo, sobre todo, del contexto sociocultural.


      1. Función fática


        La función fática se relaciona con las respuestas fáticas, que se producen cuando un oyente/emisor se confirma en su papel comunicativo de oyente. A continuación presentamos primero unos ejemplos del corpus español y después del corpus alemán.


        1. La función fática en el corpus español


          El primer ejemplo para ilustrar la función fática es de la grabación ‘Fiordos’ (457 líneas). En esta grabación A es el agente de la agencia de viajes, y B y C son una pareja que vienen a informarse, porque desean hacer un viaje a Noruega y a los Fiordos.


          1. C §en avión ¿no?

          2. A (( )) va a ser la ida en avión↓

          3. luego lo que es/ la estancia allí todo

          4. en autobús o sea (( [ ))] 14 B [ sí]


          image

          11 Véase capítulo 4.3.2.


          1. A y la vuelta a Madrid↓ ida (( )) todos

          2. los circuitos son// ida y vuelta en/ en

          3. avión

          4. B vaale


          En la línea 14, el hablante B interrumpe a A. Esta sobreposición cumple una función fática: se trata de una intervención totalmente solapada, donde B interrumpe sólo para confirmarse en su papel de oyente y A continúa su turno. Según Bañón (1997), sería una interrupción menos descortés, ya que es coincidente y pertinente. Nosotros también la consideramos una intervención cortés, dado que equilibra tanto la imagen suya, de oyente, como la del hablante, confirmándole su atención. A (el hablante) también lo considera meramente una intervención fática, es decir, en la que el cliente le manifiesta que le está siguiendo, por lo que continúa con su turno.


          A continuación mostramos otra secuencia de la misma grabación, donde A (agente) les explica las posibilidades de alojamiento. Hay dos secuencias laterales que, en principio, provocan una discontinuidad de la secuencia central, pero que se establecen por referencia a esa secuencia central para aportar más información y, además, está provocada por los mismos clientes, que piden al agente esa información, por lo que se puede hablar de una secuencia de lateralización interna, motivada por el discurso, con el fin de aclarar ciertos temas.



          ↑ ↑ ↑

          §



          100

          101

          102 ↑

          103

          §

          §lo de Finlandia es

          106 increíble// que vas a comprarte (( )) como aquí

          107

          108 (( )) vamos///

          109 C ↓


          En esta secuencia, en la línea 94, se produce una intervención con función fática por parte del cliente, que se confirma en su papel de oyente repitiendo lo que el cliente acaba de decir. El cliente hace uso del recurso lingüístico de la alorrepetición, así, además de ofrecerle retroalimentación, le expresa su conformidad total (cf. Haverkate, 2004). En ese sentido, consideramos esta intervención una estrategia comunicativa de cortesía por el efecto perlocutivo que suministra. Por ello, el agente no considera esta intervención como interrupción, sino todo lo contrario: esta intervención anima al agente a que siga haciendo comentarios personales y a darles consejo. Esta forma de actuar es, como hemos mencionado, una estrategia comunicativa de cortesía y, a la vez, una característica de la imagen social española de afiliación y confianza. Así, el agente, se identifica de alguna forma con la pareja y se atreve, sin temor a ofensas o reproches, darles consejo y hacerles unos comentarios muy familiares. Según las máximas de Lycan (1977)13, los interlocutores no lo consideran un obstáculo para el desarrollo de la conversación, sino más bien un aumento de la eficacia conversacional. Tampoco


          image

          12 No está claro si es un ruido o si interrumpe alguien.


          lo ven como una violación de las reglas formales que definen la situación de habla. Este tipo de intervención (comentarios personales/familiares), por parte del agente, no aparecen en ninguna de las grabaciones de nuestro corpus alemán.


          En la línea 105, A también interviene14, en principio, con una intervención fática que luego se convierte en turno:


          §

          §lo de Finlandia es

          106 increíble// que vas a comprarte (( )) como aquí

          109

          110 (( )) vamos///


          La intervención de A se considera una intervención reactivo-iniciativa15, puesto que a través de la alorrepetición le confirma al cliente que está en lo cierto; pero, a la vez, se apodera del turno dando su opinión. Los demás interlocutores aceptan esta intervención, que aunque se podría considerar interrupción, es decir, intervención con voluntad de apoderarse del turno, no la consideran interrupción. Según Bañón (1997), sería una intervención más descortés al no devolver el turno, pero, a la vez, este autor lo consideraría una intervención menos descortés, por una parte, por no tratarse de una sobreposición y, por otra parte, por haber sido provocada de alguna manera por la persona interrumpida y porque la interrupción se justifica con lo que se dice después. El agente vuelve a dar su opinión personal, que equilibra tanto su imagen (estrategia de cortesía ofreciendo su saber y opinión) como la de los oyentes, puesto que la alorrepetición utilizada por el


          image

          13 (1) Interrumpe sólo cuando aumente la eficacia conversacional. (2) Trata de que la intervención sea el obstáculo menor. (6) No violes las reglas formales que definen la situación de habla.

          14 Sucesión inmediata sin pausa apreciable.

          15 Véase apartado 4.4.1.


          agente refuerza la imagen de los interlocutores generando la implicatura de que su opinión es correcta. Además, los oyentes reciben una sugerencia y, en ese sentido, más información. Esta estrategia comunicativa de la cortesía también está ligada a la imagen social española de autonomía (autoafirmación) y afiliación (confianza). Respecto a la autonomía, el agente se muestra original y consciente de las buenas cualidades propias en cuanto a su rol de agente de viajes que da una buena información a los clientes. En lo que se refiere a la afiliación, el agente muestra tener confianza, es decir, sabe a qué atenerse con respecto al otro y puede hablar sin temor a ofenderle. Esto también se podría ver, según las máximas conversacionales y permisibles de Lycan (1977), como un aumento eficaz para la conversación, aunque se trate de una secuencia de lateralización, ya que el agente da su opinión y con este acto representativo se aparta, mientras tanto, de la secuencia central. A la vez, también se puede considerar como un par adyacente de pregunta – respuesta: el cliente inicia esta secuencia lateral y con esta actitud le invita al agente a que haga un comentario o responda, por lo que, como antes hemos mencionado, no consideramos la intervención de A una interrupción, es decir, una intervención con voluntad de apoderarse del turno.


          A continuación vamos a analizar otros ejemplos de función fática en la conversación ‘Zanzíbar’ (90 líneas), donde la clienta va a informarse sobre un posible viaje de novios a Zanzíbar para la Semana Santa.



          »


          ↓ ↓



          45


          [ ]

          [ ]


          La interrupción del cliente B, en la línea 26, presenta una función fática. Es un marcador discursivo del control del contacto que funciona como función fática, ya que el cliente, manteniendo el contacto de la conversación, confirma su papel de oyente, una vez terminado el turno del agente A. El enunciado de A está sintácticamente completo y además termina con un tonema descendente, por ello, no se trata ni de un solapamiento ni de una interrupción. En términos de Bañón (1997) se podría calificar como una intervención cortés, ya que no se trata de una interrupción con sobreposición. Además, se puede considerar una estrategia comunicativa cortés, ya que, en términos de Bañón, ha sido provocada de alguna manera por el agente. El agente, en la línea 23, le hace una pregunta, para averiguar si le parece bien el viaje que van a tratar, espera unos instantes y, al no


          recibir respuesta, continúa con su turno. Después de haber acabado su turno, el cliente se confirma en su papel de oyente y el agente continúa inmediatamente su turno.

          Por parte del agente, la pregunta es una estrategia comunicativa cortés que equilibra tanto la imagen del hablante como del oyente: el hecho de que el hablante A le pregunte con un tono coloquial al oyente B, el hablante expresa, por una parte, que le ofrece al cliente que muestre sus deseos a fin de comprobar si le parece bien el viaje que le está ofreciendo, lo cual es positivo tanto para su propia imagen como para la imagen del cliente, y, por otra parte, al tratarse de un expresión coloquial (¿vale?), muestra su proximidad y confianza con el cliente, aspecto propio de la imagen social española de afiliación.

          El cliente interviene mucho, confirmándose en su papel de oyente. Esta es una actividad de imagen que se considera positiva tanto para el propio oyente como para el hablante, aunque intervenga de diferentes formas.


          En la línea 38, el agente no ha acabado sintácticamente su enunciado, aunque sí lo termina con un tonema ascendente. Esto lo considera el cliente como pregunta e interrumpe directamente, pero de forma cortés, puesto que lo afirma y lo acompaña con una risa. La risa, además de atenuar el enunciado (cf. Bravo, 1996), se muestra aquí como señal de compañerismo y afiliación.


          En la línea 42, el cliente interviene después de un tonema descendente y de una breve pausa, o sea, que utiliza la pausa para confirmarse en su papel de oyente, por ello presenta una función fática.




          Este marcador de regularización que para nosotros cumple una función fática, se puede también considerar como una intervención errónea de un LTP, ya que su intervención aparece después de una pausa.


          A continuación, en la línea 43, el agente utiliza también una estrategia comunicativa cortés, explicándole todo exactamente y dándole su opinión:


          47



          Esta estrategia, como ya hemos analizado anteriormente, es una actividad de cortesía positiva tanto para la imagen del propio hablante como para la del oyente. Por ello, el cliente, en la línea 46, interrumpe confirmándose en su papel de oyente con un marcador del control del contacto, para acentuar la relación interactiva, ofreciéndole al agente retroalimentación. El agente también lo considera una intervención positiva, ya que continúa con su turno y con su estrategia comunicativa cortés.


          En la línea 52, el cliente interviene nuevamente con un marcador de regularización que tiene una función fática:



          [ ]

          [ ]


          Aunque la intervención del cliente se solapa con el turno del agente, no se considera descortés, puesto que solamente se afirma en su papel de oyente, actividad de imagen necesaria en la conversación y positiva para la imagen social de los interlocutores; por otro lado, el cliente no muestra intención de continuar, hecho que el agente también lo interpreta así y continúa con su turno.


          En la línea 55, el cliente interviene nuevamente con un marcador del control del contacto:


          A través de este marcador, que presenta una función fática, el cliente cumple también con su papel de oyente, confirmándole al agente que entiende lo que le está explicando, ya que el agente termina su enunciado sintácticamente y con un tonema ascendente, que el cliente lo interpreta como petición por parte del agente para asegurarse que lo ha entendido y para mantener el contacto. Esta intervención también se podría interpretar como una intervención errónea de un LTP.


        2. La función fática en el corpus alemán


          Este tipo de intervenciones también se da en las conversaciones alemanas y tampoco se consideran interrupciones, aunque sí hemos observado en nuestro corpus de las conversaciones formales alemanas que no aparecen con tanta frecuencia como en las conversaciones formales españolas y, generalmente, no se solapan.


          A continuación analizamos una secuencia de la conversación ‘Teneriffa’ (149 líneas), donde A es el agente y B es un cliente que va a informarse sobre un posible vuelo a Tenerife.


          13

          A

          und wie lange? (wie lange wollen sie bleiben?)

          14

          B

          zwei wochen↓ (5 >)

          15

          A

          sie können hingehen→ am dreißigsten januar→ sind

          16


          zwei flüge→ natürlich die flüge sind alle mit

          17


          UMsteigen§

          18

          B

          §ja ja↓(( ))

          1. A ja↑/ weil die im winter immer zusammengefügt werden

          2. und am dreißigsten januar können sie hinfliegen und

          3. dann (( )) am zwanzigsten februar zurück↓// und das

          4. würde dann KOSten→/ es gibt zwei FLÜge/ den einen

          5. flug der eine (findet) um fünf uhr mogens (statt) der

          6. andere um sechs uhr vierzig am dreißigsten januar↓/ 25 B (( ))

          1. A ja↓ es ist nur// äh die zeiten kann man nicht/

          2. versprechen dass es/ sie bleiben aber§

          3. B §ja↓ ja↓§

          4. A §und der

          5. rückflug ist entweder um zehn uhr vierzig oder

          6. dreizehn uhr dreißig/// (vom preis her spielt es keine

          7. rolle)


          En esta conversación podemos observar que en la línea 18 B interrumpe para confirmar, por una parte, su papel de oyente y, por otra parte, que acepta las condiciones de que los vuelos no sean directos. Aunque este enunciado también se podría interpretar como un acto de habla aserverativo, a través del cual, el efecto


          perlocutivo que se pretende conseguir, es que el cliente sea consciente del hecho de que los vuelos sean con transbordo.

          B interviene sin sobreposición una vez terminado sintácticamente el enunciado de A. Según Bañón (1997) sería una interrupción menos descortés, ya que se produce sin sobreposición; además, según las consideraciones de Bañón, es menos descortés porque es coincidente, resulta pertinente y devuelve el turno. Y, según Lycan (1977), sería una interrupción permisible, ya que ha interrumpido en el más amplio punto de entrada y, además, la interrupción aumenta la eficacia conversacional, puesto que implica el deseo del cliente de que continúe hablando el agente. Esta intervención con función fática también se puede considerar una estrategia comunicativa de cortesía que beneficia tanto la imagen social del oyente como la del hablante: el hablante B, al ofrecer retroalimentación, está favoreciendo positivamente su imagen como la del oyente A, al indicarle su atención y conformidad y el deseo de que el agente continúe.


          En esta secuencia, en la línea 14, también podemos observar una larga pausa16, de varios segundos, que ninguno de los interlocutores aprovecha para intervenir. Como hemos visto en el apartado 4.3.2., las pausas o los silencios se interpretan de diferente forma según las culturas. Según Bergmann (1982), es normal que surjan pausas largas o silencios en una conversación. Para este lingüista alemán, la pausa indicada en nuestra secuencia sería una pausa libre (freie Gesprächspause), que suele aparecer cuando el enunciado está completado y, sobre todo, previa a un cambio de tema o en una fase previa al término de la conversación. Pero en nuestra secuencia, aunque el enunciado está terminado, no


          hay cambio de tema ni es una secuencia previa al término de la conversación. Para Gallardo (1993) esta pausa sería un ejemplo de intervalo: los intervalos son pausas entre los turnos, pero se pueden interpretar de varias maneras. En principio, para Gallardo las pausas largas o los silencios no forman parte de la conversación, por lo que habría que evitarlos. Estas diferencias culturales se ven reflejadas en las características de la imagen social. La imagen social española de afiliación, es decir, verse o ser visto en identificación con el grupo y de confianza, hace que los hablantes españoles aprovechen las pausas para hacer alguna intervención y de esta forma colaborar y mantener la conversación viva, mientras que la imagen social alemana de privacidad, es decir, la intensificación de lo privado y lo ajeno o público, hace que los interlocutores se mantengan más distantes en una conversación formal y no violen las reglas formales que definen la situación de habla (cf. Lycan, 1977).


          El agente también interpreta la intervención de B como intervención positiva, ya que en la línea 19, emplea dos estrategias comunicativas de cortesía:


          19 A ja↑/ weil die im winter immer zusammengefügt werden


          Por una parte se asegura que realmente lo ha entendido con un tonema ascendente después del ‘ja’ y, por otra parte, le explica el por qué no hay vuelos directos en inverno. Esta forma de actuar favorece tanto la imagen del hablante A como del oyente B: el hablante le ofrece información adicional mostrando interés


          image

          16 En negrita


          por el cliente y la imagen del oyente también se ve favorecida al recibir esta información adicional.


          En la línea 28, B vuelve a interrumpir para ofrecer retroalimentación y mostrar que entiende lo que le está explicando el agente:


          1. A ja↓ es ist nur// äh die zeiten kann man nicht/

          2. versprechen dass es/ sie bleiben aber§

          3. B §ja↓ ja↓§

          4. A §und der

          5. rückflug ist entweder um zehn uhr vierzig oder


          Esta vez no se producen después del final sintáctico de la oración, sino al inicio, ya que con el ‘aber’, en la línea 27, el agente está indicando que desea continuar, en un principio, su turno. Y, aunque, en la línea 29 continúa inmediatamente con su turno, lo hace con una secuencia de lateralización externa, motivada contextualmente: al parecer el cliente ha comprendido lo que el agente le estaba explicando, por lo que ya no considera necesario continuar con el enunciado que había iniciado; por lo que se podría decir que esta intervención de B no se considera ni negativa, ni una amenaza para la imagen, como lo definirían Brown y Levinson (1989), sino todo lo contrario: se considera como una estrategia comunicativa de cortesía que aumenta la eficacia conversacional.


          Otros ejemplos de la función fática, lo vemos en la secuencia de la conversación ‘Mallorca’ (40 líneas), donde el cliente B va a informarse sobre las posibles ofertas para Mallorca.




          En la línea 27 tenemos un ejemplo de función fática. Esta intervención es sin sobreposición y el agente interviene al final del enunciado sintácticamente completo de B, que se puede considerar como respuesta a la intervención anterior, en la línea 26, ya que termina con tonema ascendente y que sería una intervención iniciativa, dando lugar a la intervención reactiva de B (línea 27) con función fática y provocada por la intervención previa, o sea, la pregunta del cliente B. En ese sentido, se puede considerar como un par adyacente de llamada-respuesta. Así, esta respuesta sería, según Lycan (1977), una interrupción permisible y, según Bañón (1997), sería menos descortés, ya que ha sido provocada, es coincidente, resulta pertinente y se realiza para corresponder a la petición de información.


          En la línea 33, el agente vuelve a interrumpir para confirmarse en su papel de oyente y para confirmar lo que el cliente está suponiendo:




          El turno del cliente, aunque sintácticamente está completado, porque termina con infinitivo y tonema descendente, para el cliente no lo está, ya que,


          después de la intervención del agente, interrumpe, sin sobreposición, para terminar su turno, añadiendo una intervención de poca relevancia, frecuente en el discurso oral alemán, según Auer (1996).

          Las intervenciones o respuestas del agente no son interpretadas negativamente por el cliente. Lo que el cliente interpreta como algo más negativo17 es la falta de colaboración por parte del agente. El agente simplemente respondía a sus preguntas sin ofrecerle información adicional; es más, parece que el propio cliente es quien tiene que sonsacarle la información que necesitaba. Esto muestra la característica que le hemos atribuido a la imagen social alemana de autonomía. El cliente tiene confianza en sí mismo para hacer los comentarios y preguntas que necesita, a pesar de la falta de colaboración del agente. Por otra parte, el agente se muestra distante: para él es una conversación formal o transaccional y no una conversación coloquial o privada. Esta forma de actuar tiene que ver con la característica de la imagen social alemana de privacidad, es decir, de la intensificaciones de las relaciones internas y externas.


          En cambio, en la siguiente conversación ‘Dalmatien’ (101 líneas) el agente se muestra más dispuesto a cumplir con su trabajo y ofrecerle al cliente la información necesaria. En esta conversación, el cliente quiere ir con su familia de vacaciones a Dalmacia:


          ↓ »



          image

          17 El cliente nos lo comentó posteriormente.


          »


          En la línea 13 tenemos un ejemplo de función fática. El cliente se confirma en su papel de oyente aumentando la rentabilidad comunicativa, que sería una estrategia comunicativa de cortesía y que favorece tanto la imagen social del hablante B como la del oyente A. El hablante B, aparte de ofrecer retroalimentación, confirma la intervención aclaratoria del oyente A, por lo que sería, según Bañón (1997), una interrupción menos descortés, ya que es coincidente, pertinente y sin sobreposición.

          En esta conversación, el agente se muestra más colaborador que en la conversación anterior, ya que no solamente se ofrece a dar al cliente la información necesaria, sino que, además, utiliza estrategias comunicativas de cortesía. En la línea 9, por ejemplo, se ofrece para mirar distintas formas de alojamiento y en la línea 12 le aclara la diferencia que existe entre los distintos alojamientos:



          Estas estrategias también favorecen tanto la imagen social del hablante como la del oyente, ya que el hablante se muestra dispuesto a ofrecerle la máxima


          información y el oyente está agradecido por recibir esa información. Esto cumpliría la máxima de cantidad de Grice (1975) y también estaría relacionado con la tercera norma de cortesía de Lakoff (1973): haz que el oyente se sienta bien; sé amable. Aunque con este acto de habla directivo, el agente parece estar dando una orden, pero en realidad es una estrategia comunicativa de cortesía: como hemos visto en el capítulo 2.2.7., Koike (1989) opina que una acto de habla no es en sí cortés o no cortés, sino que depende de la interpretación, o sea, del contexto situacional y de las normas de conducta establecidas por la sociedad. Arundale (1999)18 también propone, por esta razón, un modelo alternativo al de B/L (1987) y lo denomina “Modelo constituyente de la comunicación y teoría de la constitución de la imagen”. Para él, los actos de habla no han de considerarse aisladamente, ya que son intervenciones dentro de un sistema de interacción. La comunicación es para él un fenómeno que surge por darse en interacciones dinámicas y los enunciados que los interlocutores producen influyen tanto en la formulación de los demás enunciados, como en la interpretación de los mismos; y al mismo tiempo que se interacciona, se establece la unidad social y la imagen social. Por eso, para Arundale tanto los actos de habla como la imagen son fenómenos intrínsecos a la conversación y deben ser estudiado dentro del análisis conversacional. Si se hubiese analizado este enunciado aisladamente, como lo enunciados que analizan B/L (1987), se hubiera clasificado como una orden y no como una estrategia comunicativa de cortesía de disponibilidad por parte del agente.


          Esta conversación19, a pesar de la disponibilidad de colaboración por parte del agente, no muestra señales de afiliación, por ello, se asemeja a las características que hemos propuesto para la imagen social alemana de privacidad, más que a las características de la imagen social española de afiliación y que a los postulados propuestos por B/L20, referente a la cortesía negativa. La imagen social alemana de privacidad, o sea, de intensificación de las relaciones internas y externa, se ve reflejada en la conversación por distintos motivos: el discurso se realiza en un tono formal y meramente transaccional, las pausas largas y los silencios no son aprovechados por los interlocutores y hay muy pocas sobreposiciones.


      2. Función colaborativa


        Hablamos de ‘función colaborativa’ cuando un oyente completa la intervención del hablante. Estos solapamientos tampoco se consideran interrupción grave, incluso, la mayoría de las veces, el hablante interrumpido continúa después de la intervención con su turno y lo termina. En nuestro corpus, estas intervenciones no son tan frecuentes como las intervenciones con función fática.


        1. Función colaborativa en el corpus español


          image

          19 Véase el resto de la conversación en el apéndice 1.

          20 Véase capítulo 2.


          En la conversación ‘Fiordos’ (457 líneas) una pareja (B y C) va a informarse sobre un viaje a Noruega y a los Fiordos. La cliente C supone que las ciudades escandinavas deben de ser todas muy semejantes. El fragmento que vamos a analizar es una secuencia de lateralización externa21, motivada por el contexto, para hablar sobre las diferencias más obvias entre las ciudades escandinavas y las ciudades europeas, pero luego, en la línea 47, la agente vuelve a retomar la secuencia central, o sea, temática. Las secuencias de lateralización son muy frecuentes, sobre todo, en nuestro corpus español. Estas secuencias reflejan el fenómeno de afiliación, ya que, a través de ellas, se aporta tanto información adicional a la conversación como colaboración, que, a su vez, es señal de cortesía.



          En la línea 36, la agente, A, emplea una estrategia comunicativa de cortesía que favorece tanto la imagen social del hablante A como del oyente B, ya que le demuestra su interés por lo que va a contar y, a su vez, a través de esta estrategia le anima a continuar. B continúa y en la línea 40, A interrumpe a B con una aportación colaborativa, completando la intervención de B. Para ello, hace uso del


          recurso lingüístico de la alorrepetición: inicia su intervención repitiendo las palabras del cliente.

          Las intervenciones colaborativas no se consideran descorteses, pues aportan información y eficacia al discurso conversacional. Además, esta intervención no es una intervención solapada, por lo que, según Bañón (1997), sería una interrupción más cortés y también se puede considerar menos descortés, porque la agente la realiza para corresponder lo más rápidamente posible a información que cree que está requeriendo el cliente B, después de que éste realice un alargamiento vocálico. Esta intervención es una intervención discontinua, en el sentido de que B, el interrumpido, termina con su turno en la línea 41. En la línea 42, A vuelve a interrumpir con una intervención colaborativa, después de un alargamiento vocálico y una pausa. A nuevamente interpreta este alargamiento vocálico y la pausa como una pausa cognitiva, donde el cliente está pensando en la palabra que desea utilizar. En esta ocasión, sí se produce un solapamiento, pero ninguno de los interlocutores lo interpreta como amenaza para la imagen, sino, todo lo contrario: como rentabilidad comunicativa. Incluso, en la línea 46:


          B interrumpe a A con una intervención colaborativa y solapada. Aunque en toda la secuencia se refleja la característica de la imagen social española de afiliación, en esta intervención solapada, debido a la repetición de una parte del enunciado del interrumpido, se hace más patente esta característica. B recurre a la estrategia lingüística de la alorrepetición, generando la implicatura de que


          comparte la opinión del agente. Además, las repeticiones en la lengua española se utilizan como estrategias discursivas de cortesía. Entre las distintas funciones conversacionales que puede desempeñar esta estrategia, se destaca la de reforzar la imagen social del interlocutor (cf. Calsamiglia y Tusón, 1999; Haverkate, 2004).


          En la siguiente secuencia de la conversación ‘Fiordos’ se vuelve a iniciar una secuencia de lateralización externa para contrastar las diferencias de precio entre los dos países.


          1. A entonces cuatro días estás en el BArco↑ (( )) la

          2. verdad es que§

          3. B §claro claro

          4. A (( )) o sea dos botellas de vino ((allí))

          5. valía mil quiNIENtas (( [ )) 299 ? [(( ))]

          1. A y entonces todo el mundo sobre todo la gente mayor se

          2. iba a comprar tabaco y todo eso↑/ a PaRIS↓/// y yo fui

          3. el mismo día ida vuelta↑// y estuve en el centro ((

          4. ..)) y SÍ↓ que me gustó porque era todo/ muuuy↑ todas

          5. las ((tiendas)) muuy↑§

          6. B §como muy [(( ))]

          306 A [sí sí sí] (( )) yo

          1. eso SI que lo contraté o sea/ sacarte el billete de

          2. ida y vuelta para el mismo día y ya está↓/ ¿sabes?///

          3. y es que claro yo Noruega nooo// no


          La agente A empieza, en la línea 300, con una estrategia comunicativa de cortesía empleando una anécdota personal. Este acto de habla representativo muestra la confianza que la agente tiene con los clientes, a la vez, que es también un reflejo de la característica de la imagen social española de afiliación: el agente sabe que puede hablar sin temor a ofensas y muestra, a la vez, el deseo de


          identificación con los clientes. Los clientes también lo interpretan así y no como una amenaza para la imagen. Esta aceptación también se ve reflejada en el hecho de que el cliente B, en la línea 305, interrumpa con una intervención colaborativa, pero lo hace después de que la agente se autorrepita y, ambas veces, con tonema ascendente. Esta autorrepetición genera la implicatura de que el agente está buscando la palabra adecuada. Por ello, la interrupción de B también se puede interpretar como estrategia comunicativa de cortesía que favorece la imagen de ambos interlocutores. Por una parte, porque el cliente le proporciona la palabra que él presupone que el agente está buscando y, por otra parte, porque de esta forma el cliente también muestra su compañerismo, o sea, el deseo de afiliación: el verse identificado con el agente. Por ello, esta interrupción tampoco se interpreta como amenaza o intervención descortés que viole las reglas formales de la situación de habla, ya que el agente en la siguiente línea, aunque sea con una intervención solapada, le agradece cortésmente (dice tres veces que sí) su comentario, o sea, su intervención. Entre las distintas funciones de las repeticiones, se destaca la función de enfatizar el valor argumentativo del enunciado y, por consiguiente, la consideramos una estrategia comunicativa de cortesía. Después de la respuesta enfatizada, el agente continúa con su turno, terminando su anécdota y volviendo a la secuencia central. En ese sentido, también podríamos considerar la repetición un recurso lingüístico “Redeübernahmesignal” (Willkop, 1988: 87) para iniciar su turno. En este turno, en la línea 308:


          305

          B

          como muy [(( ))]


          306

          A

          [sí sí sí] ((

          )) yo

          307 eso SI que lo contraté o sea/ sacarte el billete de


          308 ida y vuelta para el mismo día y ya está↓/ ¿sabes?///

          309 y es que claro yo Noruega nooo// no


          la agente vuelve a emplear nuevamente una estrategia comunicativa de cortesía, utilizando una pregunta retórica para hacer partícipe al interlocutor y reforzar la confianza existente entre los interlocutores. Según Lakoff (1973), expresiones como “sabes” son un recurso lingüístico de su tercera norma de cortesía: haz que el oyente se sienta bien; sé amable. También B/L (1987), propone en su tercera estrategia para la cortesía positiva expresiones como “sabes”, ya que, según él, intensifica el interés del interlocutor. Nosotros también lo interpretamos como interés por parte del hablante para afiliarse con el oyente e indicar su confianza; por lo tanto, es un reflejo de la característica de la imagen social española. Chodorowska (1997) analiza marcadores del discurso como “¿me entiendes?” y explica que estas expresiones son marcadores del discurso interpersonal para expresar la actitud cortés del hablante hacia el oyente, por ello, la autora opina que estas expresiones deben ser gramaticalizadas como marcadores del discurso, ya que son manifestaciones lingüísticas de la cortesía que aparecen en enunciados, cuando la fuerza ilocutiva de éstos necesita ser atenuada. Referente a esto, pensamos que estas expresiones sí deberían ser gramaticalizadas como marcadores del discurso interpersonal, pero, pensamos que en las conversaciones españolas un consejo o una sugerencia, no se considera, a priori, un acto amenazante para la imagen que necesite de atenuadores, sino que consideramos estas expresiones como marcadores del discurso que se utilizan para intensificar las relaciones de confianza y afiliación.


          En la siguiente conversación, ‘Asturias’ (275 líneas), una pareja entra en una oficina de viajes para informarse sobre un viaje de siete días que desean hacer a Asturias. La agente le muestra diferente posibilidades, explicándoles todos los detalles muy cortésmente y en un tono coloquial y de confianza.


          ↑ ↓

          ↑ ↑


          → ↓


          En esta conversación el tono de confianza se refleja en la línea 58, la agente utiliza una pregunta retórica a través de un marcador del discurso interpersonal (cf. Chodorowska, 1997) “sabes” con tonema ascendente y, a continuación, le explica muy detalladamente la diferencia entre las excursiones facultativas y las no facultativas. Esta explicación tan exhaustiva, junto con la pregunta retórica en segunda persona, es una estrategia comunicativa de cortesía que refleja, como antes también hemos mencionado, las características de la imagen social española tanto de autonomía como de afiliación.


          En la línea 67, la clienta C interrumpe, sin sobreposición, para terminar el enunciado de la agente A. La agente no termina sintácticamente el enunciado22, sino que utiliza un alargamiento vocálico y un tonema suspendido, como si estuviera pensando en la palabra que quiere utilizar, por ello, la clienta le interrumpe con una intervención colaborativa y con una expresión coloquial. Esta interrupción no se interpreta como amenaza, sino que la agente lo agradece, repitiendo, en la línea siguiente, el mismo sintagma. El agente, es decir, el interrumpido, también se comporta de forma cortés: utiliza el recurso lingüístico de la alorrepetición para expresar su conformidad con el oyente, a la vez que hace que trascienda el contenido de la información (cf. Bañón, 1997). Vemos también en esta conversación que, tanto por la parte del agente como por la parte de los clientes, hay una actitud de afiliación y confianza, incluso un tono coloquial que, en principio, no es característico de las conversaciones formales. Aunque, como iremos viendo a lo largo del análisis de este apartado, el tono coloquial se repite en muchas secuencias y en varias conversaciones formales españolas. Este hecho apoya la hipótesis de que las estrategias comunicativas de cortesía favorecen tanto la imagen del hablante como la del oyente y que las interrupciones, en este caso una intervención colaborativa, son aceptadas por el interrumpido, favoreciendo también, a la vez, tanto la imagen del hablante como la del oyente.


        2. Función colaborativa en el corpus alemán


          image

          22 El anacoluto y la elipsis son muy frecuentes en el discurso oral, sobre todo, en el español.


          En la conversación alemana ‘Teneriffa’ (149 líneas) también vemos un ejemplo de interrupción colaborativa. En esta conversación, un cliente va a informarse sobre un posible viaje a Tenerife.


          1. A und der rückflug ist entweder um zehn

          2. uhr vierzig oder dreizehn uhr dreißig/// (vom

          3. preis her spielt es keine rolle)§

          4. B §jaaa↑§

          5. A §ich kann einfach

          6. nur→/// nehmen sie lieber diesen um zehn uhr vierzig

          7. der ist ohne umsteigen↓/// das ist [einzige rückflug

          8. B [rückflug↑§

          9. A §der

          10. rückflug↓ der geht direkt

          11. B mhm→ ja→


            En la línea 34, la agente A emplea una estrategia comunicativa de cortesía. La agente le aconseja al cliente el vuelo que cree más oportuno para él. A través de este acto de habla representativo, ella favorece, por una parte, la imagen de ella misma, es decir, del hablante, al mostrar confianza en sí misma y en su posición de agente (esta forma de actuar representa la característica que hemos propuesto para la imagen social alemana); por otra parte, esta estrategia comunicativa de cortesía favorece también la imagen del cliente, o sea, del oyente, al ofrecerle un consejo. Si comparamos, sin embargo, estas estrategias de utilizar el consejo como cortesía en las conversaciones españolas y alemanas, nos damos cuenta de que aunque es la misma estrategia, la forma difiere: la agente española utiliza el consejo, entre otras cosas, para verse identificada con los clientes (confianza). Además, la agente española utiliza un tono más informal (aunque se trata igualmente de una conversación formal), con recursos lingüísticos coloquiales o, como lo hemos denominado, marcadores del discurso interpersonales y, sobre


            todo, utiliza los verbos en segunda persona del singular/plural y un vocabulario, en general, más coloquial. En cambio, la agente alemana se distancia más del cliente, utilizando los verbos en tercera persona del singular/plural y el pronombre personal formal (Sie)23. Así, la agente alemana cumple con las cuatro máximas de Grice (1975) y con las normas de cortesía de Lakoff (1973). Con este ejemplo podemos observar que las normas del principio de cortesía, establecidas por Lakoff –como apuntábamos en en capítulo 2- se contradicen: si bien, parece que se cumplen las tres normas de cortesía de esta autora:

            1. no te impongas, utilizándose el pronombre personal formal “Sie”, recurso lingüístico que crea distancia entre hablante y oyente, y que reduce la carga emocional, dando sensación de objetividad,

            2. da opciones, utilizándose como recurso lingüístico el adverbio “lieber”24,


            3. haz que el oyente se sienta bien; sé amable,


          pero los recursos lingüísticos que propone para la tercera norma se contradicen con los recursos propuetos para la primera. Lakoff explica que para esta tercera norma, los recursos lingüísticos más adecuados son los pronombres personales informales “du”, mientras que para la primera norma dice utilizar como recurso lingüístico el pronombre personal formal (Sie).


          En la línea 36 el cliente B interrumpe al agente A y completa la intervención del agente:


          1. B [rückflug↑§

          2. A §der


            image

            23 En Alemania es obligatorio utilizar el pronombre formal, a no ser que sean familiares o amigos.

            24 “lieber” referente a nuestra secuencia.


          3. rückflug↓ der geht direkt


            Este solapamiento tampoco se considera interrupción, el hablante simplemente continúa con su intervención y termina su turno de habla. En estos casos, se habla de interrupciones discontinuas (cf. Gallardo 1996, Briz 2003): El hablante que tiene el turno de habla, a pesar de la breve interrupción, continúa y termina con su intervención. Según Bañón (1997), sería una interrupción menos descortés, ya que acaba con la devolución del turno. El cliente sólo quiere colaborar, anticipándose a la palabra del agente. Esta sobreposición también se podría considerar como una estrategia de la función fática: el oyente ofrece retroalimentación y se afirma en su papel de oyente. Nosotros también consideramos este solapamiento, en línea 36, una estrategia comunicativa de cortesía, que favorece tanto la imagen social del hablante como la del oyente, por la disponibilidad de colaborar.


            En la siguiente conversación: “Gespräch Vier Personen”, (125 líneas), una pareja (B y C25) quiere informarse sobre un posible viaje en verano con sus dos hijos. La secuencia que vamos a analizar es una secuencia de lateralización externa, es decir, motivado por el contexto: para ello, la agente utiliza como recurso lingüístico la repetición (alles auf Antrag). A través de esta estrategia discursiva enfatiza la importancia de la información. La agente le explica a los clientes que, dado las fechas en que se encuentran, lo más posible es que sólo pueden solicitar el viaje, pero no reservarlo.

            51

            A

            ((

            ))

            52

            B

            ((

            ))


            image

            25 C participa muy poco en la conversación.



            53

            A

            das sind 1210 für VIER personen→

            54

            B

            und dafür auch ein ANtrag↓

            55

            A

            alles auf antrag?

            56

            B

            alles auf antrag↓

            57

            A

            alles auf antrag↓/ das kann auch damit zusammenhängen

            58


            dass heute schon zum beispiel der neunte ist und dass

            59


            ab (( ))schon zu kurz ist/ die veranstalter haben

            60


            dann halt die KontiNENte die sie gefauft haben

            61


            ABgegeben↓§

            62

            B

            §ahaa→

            63

            A

            und jetzt einfach nur wenn jemand etwas HAben will↓/

            64


            beKOMmt man das/ aber das ist auch eine entscheidung

            65


            von drei (bis sechs tagen)

            66

            B

            mhm→

            67

            A

            das heißt ich kann das jetzt (auch nicht)sofort§

            68

            B

            §BUchen↓

            69

            A

            (5») (tippt)(obwohl) das geht eigentlich


            En la línea 68, el cliente B interrumpe al agente con una intervención colaborativa. Durante el proceso inferencial en esta secuencia, el cliente combina la información que está recibiendo con las representaciones mentales que tiene almacenadas en su mecanismo cognoscitivo (cf. Sperber y Wilson, 1994). De esta forma, hace el procesamiento necesario y que él considera relevante, y se anticipa, o sea, interrumpe el turno del hablante. Según Sperber y Wilson (1994), la cognición humana está orientada hacia la búsqueda de la relevancia. Prestamos atención a la información que nos parece relevante, por ello, tanto el cliente como la agente consideran esta intervención colaborativa relevante y no como una amenaza para la imagen. Según Bañón (1997), se consideraría una interrupción menos descortés, ya que resulta conservadora del tema y, sobre todo, pertinente. Por otra parte, con este ejemplo, también queremos comentar nuestro desacuerdo con Bañón respecto a su primera consideración: “1. La interrupción voluntaria es menos cortés que la involuntaria.” (Bañón, 1997: 107). Como apuntábamos al principio de este capítulo, pensamos que una interrupción no se puede calificar de voluntaria o involuntaria en una conversación, a no ser que sea una interrupción


            con voluntad de apoderarse del turno, pero para Bañón interrupción es un sinónimo de sobreposición. Y en nuestro ejemplo de la línea 67, el cliente ha interrumpido debido a un procesamiento cognoscitivo y al contexto.

            En esta secuencia también podemos observar una larga pausa de varios segundos que ningún interlocutor aprovecha para intervenir26, frecuente en las conversaciones formales alemanas y característica de la imagen social alemana de privacidad.


            En la siguiente conversación “Dalmatien”, (101 líneas) un cliente quiere información sobre un posible viaje a Dalmacia con alojamiento en un hotel o en un apartamento. La posible reserva sería para cuatro adultos y un niño.


            ↓ ↓

            ↑ ↓


            El cliente B, en la línea 15, interviene produciendo un solapamiento con función colaborativa. Esta intervención sería, según Bañón (1997), menos cortés, puesto que se produce con sobreposición, pero, a la vez, sería menos descortés porque es conservadora del tema y resulta pertinente. Y para Lycan (1977) sería


            26 Véase 5.1.1.2.


            una interrupción aceptable, ya que cumple con su primera máxima conversacional:


            “Interrumpe sólo cuando, al hacerlo, aumente significativamente la eficacia de la conversación o cuando (más raramente) haya consideraciones externas de utilidad general que exijan supeditar los fines conversacionales a otros fines.” (cf. Lycan, 1977).


            Por una parte, esta intervención cumple una función colaborativa, en el caso de que el cliente presuponga que el agente va a decir lo mismo, y con su colaboración se anticipa, aumentando para él la eficacia de la conversación, que, a la vez, también se puede considerar como una estrategia comunicativa de cortesía. Por otra parte, esta intervención podría cumplir la función de una intervención sin voluntad de apoderarse del turno, es decir, sería simplemente intervención aclarativa. Esto sería el caso en el que el cliente presuponga que necesita aclarar, antes de que continue el agente buscando, que él prefiere media pensión. Así, según Lycan habría consideraciones externas de utilidad general que exigirían supeditar los fines conversacionales a otros fines.


            En la línea 09, la agente le hace al cliente un pregunta directa, atenuándola con el verbo modal sollen:



            De esta manera, la agente atenúa la posible fuerza ilocutiva de una pregunta directa, convirtiéndola en una estrategia comunicativa de cortesía. La agente cumple así con la segunda norma de cortesía de Lakoff (1973): da


            opciones. La agente, utilizando como recurso lingüístico el verbo modal sollen, le pide permiso al cliente. De esta forma favorece tanto la imagen del hablante, como la del oyente. Esta forma de actuar también refleja los rasgos característicos que hemos propuesto para la imagen social alemana de autonomía y privacidad: a la vez que la agente tiene confianza en sí mismo, es decir, en su rol como agente, muestra también un distanciamiento al no imponerse, dando opciones al cliente para que él decida, e intensificando la relación formal en la que se establece la conversación. Además, según Koike (1989) un aumento lingüístico refleja un mayor grado de cortesía. Aquí, el aumento lingüístico es la actitud deferencial de la agente, que utiliza como recurso o estrategia comunicativa la distancia interpersonal, codificada en este enunciado lingüísticamente a través de la distancia verbal del verbo sollen27.


      3. Interpretación errónea de un LTP


        Como señalábamos en el capítulo 4.3.1., los cambios de turno no están predeterminados. Según Sacks, Schegloff y Jefferson (1974), el cambio de turno se produce normalmente conicidiendo con el punto en el que finaliza un hablante su turno. Ellos lo denominan ‘lugares de transición pertinente’ (LTP). Según estos autores, las reglas para los LTP se reúnen en dos grupos, a saber:

        - la técnica de la selección directa,


        image

        27 Cf. también Heine et al., 1991; Traugott y König, 1991; Chodorowska, 1998.


        - la técnica de la autoselección;


        si no se dan ninguna de estas técnicas, el primer hablante puede seguir hablando hasta que se autoseleccione otro interlocutor. Las pausas, los silencios, los alargamientos vocálicos etc., se consideran LTP. Debido a que la alternancia de turnos no está predeterminada, estos factores se consideran, a priori, un indicio de que el hablante ha finalizado su turno. De este modo se evitan los silencios y se regula el acceso a la palabra y a la sucesión fluida de turnos.


        1. Interpretación errónea de un LTP en el corpus español


          En la conversación ‘Fiordos’, (457 líneas), donde una pareja (B y C) va a una agencia para informarse sobre un viaje a Noruega y a los Fiordos, encontramos un ejemplo de sobreposición con la función de una interpretación errónea de un LTP:





          La agente A, en la línea 19, aprovecha el tono sostenido y la pausa relativamente larga del cliente B, para iniciar su intervención y tomar el turno de habla, aunque no lo consigue, puesto que B termina con su intervención. Como


          antes hemos mencionado en el apartado 6.1.1.2, las pausas, por una parte, se consideran un indicio de un LTP y, por otra parte, aprovechando las pausas para intervenir, se evitan los silencios y se regula el acceso a la palabra y a la sucesión fluida de turnos. Por ello, Gallardo (1993) opina que las pausas y los silencios deben tratarse como los demás elementos de la conversación, y que el significado de la pausa y del silencio depende de su posición. Para Bergmann (1982) esta pausa sería una “redezuginterne Sprechpause bzw. Stockpause”. Según él, estas pausas se deben normalmente a razones cognitivas y lo importante es saber interpretarlas.

          La agente, debido a la repetición de palabras (a ver entonces, vamos a ver) del cliente y al tonema sostenido con el que termina, no la ha interpretado como una pausa o “Stockpause”, sino más bien como un intervalo o “freie Gesprächspause”28.

          Según Kotschi (1996), además de las pausas, los fenómenos prosódicos son también indicios para la interpretación de un LTP. Por ello, a pesar de la sobreposición, línea 19, no se puede considerar esta intervención descortés. La agente interrumpe presuponiendo, que es un LTP y así evita el silencio, aunque, al darse cuenta de que el cliente desea continuar, inmediatamente devuelve el turno. Por ello, nosotros lo consideramos una estrategia comunicativa de cortesía para la cultura española, porque evitando el silencio, se mantiene la fluidez de la conversación.



          image

          28 Véase capítulo 4.3.2.


          En la conversación ‘Ibiza’ (45 líneas) una pareja va a la agencia para informarse sobre el precio y los horarios para realizar un viaje a Ibiza en barco.


          → →

          → ↓

          ↓ →

          → →

          ↑ →

          ↓ →


          En la línea 24 tenemos un ejemplo de interpretación errónea de un LTP, totalmente solapado, que impide entender lo que dicen. En este fragmento, la agente interpreta el tonema sostenido y la pausa, en la línea 23, también como un indicio para poder intervenir y apoderarse del turno. Aunque, en esta secuencia parece evidente, que a pesar de la pausa “Stockpause”, debido a razones cognitivas, la clienta desea continuar y, efectivamente, ignora la intervención de la agente y continúa con su turno. Pero la clienta no interpreta esta interrupción como amenaza para la imagen, ya que continúa su turno utilizando la expresión “sabes” como recurso lingüístico. Este recurso lingüístico, como hemos apuntado anteriormente, hace que el oyente se sienta bien (cf. Lakoff, 1973), y es una estrategia comunicativa de cortesía positiva que intensifica el interés del interlocutor (cf. B/L, 1987), a la vez que expresa una actitud cortés del hablante hacia el oyente (cf. Chodorowska, 1997). En esta conversación, tanto la clienta como la agente utilizan mucho este marcador discursivo interpersonal, en segunda


          persona del singular. Esto es un indicio de la característica de la imagen social española de afiliación y confianza.


          En la siguiente conversación “Sevilla” (36 líneas) vemos otro ejemplo de interpretación errónea de un LTP. En esta conversación, una señora va a la agencia para informarse sobre un posible viaje a Sevilla, que le gustaría hacer con su marido en el mes de julio. La agente le explica que existe la posibilidad de hacer un viaje organizado a Andalucía.


          → → → →

          ↓ →

          → →

          → → →

          → → ↓

          → ↑ ↑

          → ↓

          ↓ → → ↓

          → ↑ →

          → →

          → →


          En la línea 24, la agente A interrumpe a la clienta B y se produce una sobreposición. Esta sobreposición también es un ejemplo de interpretación errónea de un LTP. La agente interpreta el marcador del control de contacto (ah) con tonema sostenido como retroalimentación y, por lo tanto, como indicio de final de su turno; por ello, aunque la agente continúa con su turno y no lo


          devuelve, no lo consideramos descortés. Por una parte, la clienta no pretende continuar con el turno, puesto que sólo añade el adverbio bien y, por otra parte, el enunciado de la clienta se puede considerar sintácticamente completo. En este caso, y referente a los LTPs, dice Auer (1996)29 que tanto la prosodia como la sintaxis dependen principalmente del oyente, ya que es él quien decide cuándo tomar el turno. En este sentido, sería también según Lycan (1977) una interrupción permisible, ya que, según al agente, interrumpe en el más amplio punto de entrada disponible, además de que con su intervención aumenta la eficacia de la conversación. También, se puede decir, que, a pesar de la sobreposición, esta intervención cumple con las cuatro máximas30 de Grice (1975) y con lo que él denomina “implicatura conversacional”, que necesita del contexto para transmitir un significado adecuado.


          En esta secuencia se aprecia también que tanto la agente como la clienta utilizan estrategias comunicativas de cortesía que reflejan las características de la imagen social española de autonomía y afiliación:


          ↓ →


          En la línea 12, la agente no solamente le habla en segunda persona del singular a la señora mayor, sino que también utiliza una acto de habla representativo, dando su opinión. Este acto de habla no es una amenaza para la imagen social del oyente, sino que es una estrategia comunicativa de cortesía que


          image

          29 Véase capítulo 4.3.1.

          30 Cantidad, calidad, relación y manera.


          favorece tanto la imagen de la agente como la de la clienta: la agente, a la vez, que se afirma en su rol de agente, mostrando sus buenas cualidades como tal (característica de la imagen social de la autonomía), tiene la suficiente confianza para identificarse con ella y tratarla como igual (característica de la imagen social de afiliación). Esta forma de actuar no le molesta a la clienta, ya que ella lo considera normal y actúa de la misma forma:


          → → ↓

          → ↑ ↑


          En la línea 17, la clienta utiliza una expresión coloquial (aunque se encuentra en una situación formal) y una pregunta retórica con función fática con la que pretende llamar la atención. Además, la expresión coloquial (caray) también refuerza este recurso lingüístico fático. Estas estrategias comunicativas de cortesía, frecuentes en las conversaciones formales españolas, se utilizan no sólo para llamar la atención, sino para intensificar la relación de afiliación.


        2. Interpretación errónea de un LTP en el corpus alemán


En las conversaciones alemanas de nuestro corpus, hemos observado muy pocos ejemplos de este fenómeno, aunque las pausas largas y los silencios son mucho más frecuentes que en las conversaciones españolas.


En la secuencia de la conversación ‘Gespräch vier Personen’ (125 líneas), vemos un ejemplo de interpretación errónea de un LTP:


23

A

((wie)) in der anlage wenn es dabei steht dann ist es

24


das (schon) inklusive aber es kann sich auch (( ))

25


das da noch ((endreinigungen)) oder stromkosten oder

26


so was noch daZUkommt↓

27

B

ja↓

28

A

hier zum beispiel (Endmon) abn zehn/ (Zuindandui) abn

29


neunzehnten für vier personen→ ohne verpflegung für

30


zwei wochen 1960€/// (Su[perstEIger↓)

31

B

[schon billiger geFLOgen↓/

32


(lacht)

33

A

jaa→


En la línea 31, el cliente interrumpe después de una pausa relativamente larga y después de haber finalizado el enunciado sintácticamente. Por ello, esta interrupción, con sobreposición, se puede interpretar como una intervención errónea de un LTP. Referente a los LTP dice Auer (1996) que le concierne principalmente al oyente decidir cuándo tomar el turno, aunque es de la opinión que también es tarea del hablante, puesto que según él, hay expansiones vulnerables de solapamientos. Auer se centra en la sintaxis gestáltica, según la cual hay señales sintácticas, que indican que la sintaxis está cerrada. Para ello, es necesario, además de una habilidad sensitiva del contexto, también ciertas reglas como el paréntesis oracional alemán (Satzklammer), que indican el final de una oración, aunque en una oración es probable que se produzcan expansiones, sobre todo, expansiones de poca relevancia (cf. Auer, 1996: 94/95). Esto ocurre en nuestra secuencia: la agente A ya ha finalizado su turno, aunque después de una pausa, añade una acto de habla representativo, dando su opinión. A pesar de ello, esta interrupción no se considera ni descortés ni amenazante para la imagen, sino


todo lo contrario: la agente utiliza la ironía asertiva (Supersteiger) que es una estrategia conversacional, cuya esencia radica en que el hablante manipula el valor veritativo de lo que asevera. Debido a ello, el uso de la ironía representa una labor interpretativa compleja, dado que el hablante irónico defrauda el patrón de expectativa del oyente violando intencionadamente la primera máxima de la calidad de Grice (1975). A través de este recurso retórico, la agente da su opinión y lo mismo hace el cliente con su interrupción. Por lo que se podría decir, que aunque se trate de una sobreposición, ambos están utilizando una estrategia comunicativa de la cortesía haciendo comentarios matizados. Estas estrategias favorecen tanto la imagen social del hablante como la del oyente. Por lo tanto, no consideramos estos actos aservativos una amenaza para la imagen, sino una característica de afiliación. Bravo (1996, 1999) rellena esta característica vacía con el concepto de confianza para la imagen social española y la define como “verse o ser visto en identificación con los demás”. Para la imagen social alemana, nosotros hemos propuesto rellenar esa característica vacía con el concepto de privacidad, porque la característica de afiliación se refleja de diferente forma en la cultura alemana y, por ende, en las conversaciones formales alemanas. En esta conversación, como se puede comprobar en el apéndice 2, los interlocutores mantienen una relación cortés, pero a la vez, distante31, es decir, respetan el contexto situacional en el que se encuentran y tratan al interlocutor con respeto, utlizando un lenguaje formal con recursos lingüísticos formales, por ejemplo, con el pronombre personal formal. Esto es para nosotros un reflejo de la característica


image

31 Haverkate sostiene que en los enunciados irónicos españoles aparecen marcadores lingüísticos, mientras que estas señales pragmalingüísticas faltan por completo en el discurso holandés, ya que cualquier enunciado holándes encierra una carga irónica potencial. De ello deduce, que la


de la imagen social alemana de privacidad, es decir, la intensificación de las relaciones externas (-íntimas) e internas (+íntimas).

En la línea 32, el cliente se ríe para atenuar la fuerza ilocutiva de su acto representativo. El comentario del cliente, en la línea 31 (schon billiger geflogen), se podría considerar también un enunciado grosero en ese contexto situacional, por ello, se ríe a continuación, con el fin de atenuar el posible riesgo que pueda haber provocado su enunciado para la imagen social del oyente (cf. Bravo, 1996).


En la conversación Mallorca (40 líneas), donde una clienta va a una agencia para ver las ofertas que tienen para un viaje a Mallorca, vemos, en el siguiente fragmento, también un ejemplo de interpretación errónea de un LTP:


↓ → ↓

04 A [


En la línea 04, el agente interrumpe y termina el turno. Aquí, la clienta también había terminado sintácticamente su turno con un tonema descendente y, además, con una pausa, aunque después de la pausa intenta continuar su turno, iniciando un nuevo enunciado con una expansión de muy poca relevancia: un recurso lingüístico (aa) con tonema sostenido, que puede deberse a razones cognitivas de la clienta. Por ello, el agente interpreta el turno como finalizado e interviene, solapándose con el turno anterior.



image

convencionalidad de l a ironía es un reflejo del carácter distanciador de la cultura holandesa (cf. Haverkate, 2004: 59).


Según Lycan (1977) no sería una interrupción descortés y, por lo tanto, una interrupción permisible, ya que interrumpe en el más amplio punto de entrada disponible, además su intervención presenta un obstáculo menor y aumenta la eficacia conversacional. Y, según Bañon (1997), sería una interrupción menos cortés, porque se produce con sobreposición y porque no devuelve el turno, aunque, por otra parte, Bañón la consideraría menos descortés, porque es conservadora del tema, coincidente, pertinente y porque se realiza para corresponder lo más rápidamente posible a la petición de información. En este sentido, nosotros tampoco interpretamos la interrupción del agente como descortés.

Se podría decir que esta intervención del agente cumple con las máximas conversacionales de Grice (1975) y la primera norma de cortesía de Lakoff (1973): no te impongas. Aunque, al mismo tiempo, el agente violaría con su actitud, de respuestas escuetas32, la tercera norma de cortesía de Lakoff: haz que el oyente se sienta bien; sé amable. También violaría algunos de los principios de cortesía de Leech (1983), a saber, “tacto, generosidad, simpatía”. Este agente, según nos confirmó posteriormente la clienta, no rebosaba ni de tacto, ni de generosidad ni de simpatía. Se mostraba formal, objetivo y escueto en sus respuestas.


El último ejemplo de interrupción errónea de un LTP, lo hemos encontrado en la conversación ‘Teneriffa’ (149 líneas):


    1. A das ist dann→/// das sind dann die gan[zen

    2. B [gut↓]

    3. A möglichkeiten von Paderborn↑ 142 B (( ))

143

A

mmm mmm↓

144

B

ruf ich sie einfach an

145

A

gerne

146

B

vielen dank für (( ))

147

A

gern geschen’/ [schönen tag noch

148

B

[wiedersehen] ihnen auch§

149

A

§danke

150


wiedersehen→


Antes de comentar la sobreposición con función de interpretación errónea de un LTP, analizaremos la secuencia de cierre. En la línea 144, el cliente B inicia una secuencia de precierre, que es una intervención indicando el límite del tópico de la conversación, es decir, que para él ya está terminada la conversación. Como la agente no continúa con un nuevo tema, sino que también considera finalizada la conversación, el cliente inicia, en la línea 146, la secuencia de cierre, agradeciendo la labor de la agente. En los cierres son muy frecuentes las fórmulas de cortesía, como vemos aquí, donde a través de unos turnos simétricos, ambos interlocutores intervienen con actos de habla expresivos, agradeciendo la atención prestada y deseándose mutuamente un buen día.

Para Kerbrat-Orecchioni (2004), estos actos sería un ejemplo de lo que ella propone como “acto agradador de imagen” (face flattering act) en oposición a los actos amenazadores de B/L (1978). Según esta autora, el agradecimiento es menos frecuente en la sociedad española que en la francesa. Referente a las conversaciones formales de nuestro corpus, hemos encontrado en las secuencias de cierre menos fórmulas de agradecimiento en las conversaciones españolas que en las alemanas. Y, en las conversaciones formales españolas, en las secuencias de


image

32 Véase el resto de la conversación en el apéndice 2.


cierre, no hemos encontrado ni un solo acto halagador, como en la secuencia de cierre de esta conversación formal alemana, donde el agente le desea al cliente que tenga un buen día. Dado, pues, las fórmulas de cortesía empleadas en las secuencias de cierre, no consideramos la sobreposición, en la línea 148, ni amenazante, ni delito conversacional, sino todo lo contrario: consideramos esta intervención una estrategia comunicativa de cortesía:


146

B

vielen dank für (( ))

147

A

gern geschen’/ [schönen tag noch

148

B

[wiedersehen] ihnen auch§

149

A

§danke

150


wierdersehen→


El cliente interpreta el turno de la agente como finalizado, ya que está sintácticamente completo y, además, hay una pausa. Por ello, él lo considera un LTP, pero como la agente continúa con el turno después de la pausa, se produce la sobreposición. La intervención de la agente es una intervención reactiva- iniciativa, con una función ilocutiva doble: por una parte responde al agradecimiento del cliente y, por otra parte, le desea un buen día. El cliente también interviene con una función reactiva-iniciativa: se despide y también le desea un buen día.

En este caso, también podemos considerar la intervención errónea de un LTP como un arranque simultáneo, ya que después del agradecimiento y de la finalización sintáctica de enunciado, ambos intervienen a la vez.


En la misma conversación ‘Teneriffa’ (149), hemos encontrado numerosos ejemplos con pausas muy largas33, indicadores de un posible LTP:


92

A

§in MÜNchen↓ (tippt)(5»)

93

B

(( ))

94

A

im NOVember JEtzt/// januar (haben wir keine planung)

95


(( )) (tippt)() neunzehnter elfter ist? ()(( ))

96


günstig ()(tippt)

97

C

(KURZES TELEFONGESPRÄCH)

98

A

(( )) zweihundertachtzig euro im novEMber↓/ wobei

99


der→/// HINflug und der RÜCKflug wieder Stuuttgart

100


sind↓ ()

101

C

[(KURZES TELEFONGESPRÄCH)]

102

A

[(tippt)] (5»)

103

C

[(KURZES TELEFONGESPRÄCH)]

104

A

[(( )) am achtundzwanzigsten FLIEgen↓ da ist der

105


preis ein bisschen GÜNstiger↑

106

B

(( ))

107

A

geht nicht?


En las líneas 92, 95, 96, 100 y 102 se producen silencios, es decir, pausas muy largas de más de cinco segundos, que ninguno de los interlocutores aprovecha para hacer una intervención y rellenar así ese fondo silencioso. Obviamente, el agente de la agencia de viajes está ocupado, mirando y buscando la información requerida. Pero lo mismo hace el agente de la agencia de viajes española, con la diferencia de que en las conversaciones españolas ni agente, ni clientes dejan que una pausa se pueda convertir en silencio. Y es que el español necesita de los intercambios de apoyo para establecer la relación social que los vincula, intensificando la relación de afiliación y confianza, y manteniendo la conversación viva. Con esto no queremos decir que los alemanes no sean sociales, que, por supuesto lo son, sino que le dan otro valor la silencio y lo interpretan de forma diferente. Para los lingüistas alemanes (Bergmann, 1982; Kotschi, 1996) las


image

33 Véase apartado 5.1.1.2.


pausas o los silencios no son anormales en una conversación, sino que, según ellos, son fenómenos que ocurren en las interacciones alemanas y que dependen de la interpretación y de las exigencias comunicativas. Por ello, la interpretación del silencio está relacionado con la característica de la imagen social alemana de autonomía y privacidad. Como vimos en el capítulo 5, por una parte, para los alemanes es muy importante la independencia, además están más acostumbrados a la soledad y al silencio34, en el sentido de que se separa la esfera privada de la externa: y, por otra parte, acentúan las relaciones internas y externas, es decir, que para ellos, una conversación en una agencia de viajes es una conversación formal, donde hay que mantener la distancia.


      1. Arranque simultáneo


        El arranque simultáneo es un fenómeno que se produce cuando dos o más interlocutores empiezan a hablar a la vez. En ocasiones, las intervenciones están tan solapadas que es difícil entender lo que dicen. Normalmente, uno de los interlocutores consigue apoderarse del turno y termina su intervención. Las sobreposiciones por arranque simultáneo no se consideran interrupciones en ninguna de las lenguas en cuestión, es decir, ni en la alemana, ni en la española.


        1. Arranque simultáneo en el corpus español


          image

          34 Como apuntábamos en el apartado 2.4, a los alemanes les gusta estar en su esfera privada y mantenerse en ella.


          En la conversación ‘Fiordos (457), una pareja (B y C) pide información sobre un posible viaje a Noruega y a los Fiordos. En la siguiente secuencia, donde están hablando sobre las diferencias de las horas de luz solar entre Noruega y España, hay un ejemplo de arranque simultáneo, pero está tan solapado que resulta difícil determinar qué dicen:


          41

          B

          y ((por))

          invierno

          pasa todo el díaaa→/ [de noche]

          42

          A [de NOche↓)

          43

          C

          [(( ))]



          44

          A

          [(( ))]y

          por mayo

          así estaba normal no se notaba

          45


          tanto [la



          46

          B

          [no

          se notaba

          tanto la diferencia]


          En este fragmento, los interlocutores, tanto la clienta C como la agente A, empiezan a hablar la vez (líneas 43 y 44), pero es A quien se apodera del turno y termina su intervención. Este solapamiento también se puede interpretar como que A en la línea 42 interrumpió, apoderándose del turno. En este caso, sería C quien interrumpe considerando el tono descendente de A como un LTP; en cualquier caso, no se interpreta como amenaza para la imagen social, sino que se considera una actitud colaborativa de los interlocutores.

          Como los solapamientos por arranque simultáneo no se consideran interrupción, aunque se produzca una sobreposición, no se consideran descorteses.


          En el conversación ‘Fiordos’ hay bastantes ejemplos de arranque simultáneo. Por ello, vamos a analizar otra secuencia de la misma conversación. En esta


          secuencia, la agente, que ya estuvo en el país del que hablan, le cuenta a los clientes sus experiencias:


          232

          A ellos te llevan allí te trasladan al hotel (( ))

          233

          tienes el coche ((para dar una vuelta))

          234

          B eso también debe estar muy bien

          235

          A [(( ))]

          236

          B [(( ))]

          237

          A (( )) me fui a un pueblecito de al lado/ con una

          238

          cabaña y estaba la cabaña (( )) o sea el lago estaba

          239

          congelado/ o sea no (( )) o sea un lago andando por

          240

          el hielo o sea que no se te acababa nunca o sea (( ))

          241

          era ese de ahí/ ese laguito de ahí chiquitín

          242

          B sí sí sí

          243

          A nada ((a mí es que)) me encantó y luego más arriba hay

          244

          o sea/ una especie de parques natuRAles/ preciosos↓

          245

          C ¿y las ciudades son bonitas o tampoco es mucha cosa de

          246

          de (( ))§

          247

          A §a mí sí que me ha gustado/ [(( ))]

          248

          B [(( ))]

          249

          A porque la cultura es diferente↑ ooo [porque

          250

          B [noo]

          250

          B [noo]

          251

          A bueno sí es diferente↓ pero que a mí me ha gustaoo/

          252

          mujer↓ (( )) a lo mejor era porque estaba muy

          253

          cansaaada pero yoo (( ))§

          254

          B §sí sí sí

          255

          A (( )) a mí me ha encantado ((...)) tenías el PUErto↑

          256

          o sea que estaba todo así (( ))

          257

          B sí sí sí sí

          258

          A ¿sabes?

          259

          C [(( ))

          260

          A [y luego ((lo del))] MEtro que te vas con el metro

          261

          como allí hace tanto frío/ te vas al metro y hay

          262

          centros comerciales digamos o sea el CENtro y debajo

          263

          del centro tienes otra ciudaad↓/ ¿sabes? y luego

          264

          [(( ))

          265

          B [aha claro claro]

          266

          A yo me imagino que/ ¿sabes? que también [(( ))

          267

          B


          [sí sí sí]

          268

          A

          la cultura ((

          ))§

          269

          B

          §claaaro/ es un poco (( )) el

          270


          lugar (( )) donde estuvimos en ((Carlo Divari))

          271


          también tienes hay muchas religiones↑ entonces tie[nes

          272

          A

          [(( ))]

          273

          B

          para el culto de cada una de ellas↑/ un edificio↓

          274

          A

          y aparte que allí como se respeta Todo/ o sea (( ))

          1. ibas andando↑/ que alguien se le ha perDIdo pero la

          2. gente la ata a donde se la ha encontrado/ o sea que yo

          3. eso (( )) o sea hay ((cámaras)) por la CAlle↑

          4. ((aunque)) tampoco me gustooo/ perooo hay cámaras 279 [(( ))))

          280 A [hay cámaras] por el centro y cámaras que están/



          281


          o sea no vigilando CONtrolando

          282

          B

          madre mía§


          Esta secuencia es una secuencia de lateralización interna, debido a una motivación discursiva de aclaración. Pero esta aclaración se convierte, prácticamente, en secuencia de historia, donde la agente casi monopoliza la palabra durante un rato, contándoles a los clientes una experiencia muy personal; por lo que esta secuencia sería más normal encontrarla en conversaciones coloquiales, que no en conversaciones formales y transaccionales. Aunque, a la vez, sería también una estrategia comunicativa de cortesía por parte de la agente: el contar algo tan personal tiene un valor social concreto, ya que a través de su relato, el hablante le otorga al oyente una gran importancia social digna de su confianza (característica de la imagen social española de afiliación). Con esta actuación favorece tanto la imagen del hablante como la del oyente. Los oyentes también lo interpretan como una actuación cortés por parte de la agente y, aportándole retroalimentación muestran el interés y la atención que le están prestando. Una actitud de esta índole no la hemos encontrado en nuestro corpus alemán de las conversaciones formales, y pensamos que no es fácil encontrarlo, debido a la característica de la imagen social alemana de privacidad.


          En las líneas 243, 247, 251, 255, 277 y 278, la agente utiliza unas valoraciones muy personales en el relato que está contando. Estas valoraciones tan personales acentúan aún más la imagen social española de confianza.

          Además, utiliza frecuentemente la expresión “sabes” como estrategia de cortesía. Este recurso lingüístico, que se utiliza para que el oyente se sienta bien (Lakoff, 1973); y, para expresar la actitud cortés del hablante hacia el oyente


          (Chodorowska, 1997). Según nuestro criterio, este marcador discursivo interpersonal intensifica la relación social de confianza entre los interlocutores.


          A continuación analizaremos los arranques simultáneos dentro de esta secuencia:


          1. A ellos te llevan allí te trasladan al hotel (( ))

          2. tienes el coche ((para dar una vuelta))

          3. B eso también debe estar muy bien

          235

          A

          [((

          ))]

          236

          B

          [((

          ))]

          237 A (( )) me fui a un pueblecito de al lado con una


          En la línea 232, la agente empieza contando el procedimiento del viaje y B le ofrece retroalimentación. Por ello, este arranque simultáneo se puede deber a que, tanto A como B, deseaban continuar con su turno35. Al final es A quien se apodera del turno y continúa con su relato. Aunque sean dos intervenciones a la vez, y sea A quien continúa, pensamos que el cliente ni se ofende ni se ve amenazado, ya que como acabamos de decir, la agente le esta relatando una experiencia personal, mostrando al cliente que es digno de su confianza y, de esta forma, favoreciendo su imagen social. El cliente enseguida se retira y se limita a ofrecerle retroalimentación, favoreciendo así ambas imágenes, tanto la de la agente como la del cliente.


          En las siguientes líneas vemos otro ejemplo de arranque simultáneo:


          258

          A

          ¿sabes?

          259

          C

          [(( ))



          image

          35 Tambén se podría interpretar como un LTP, por lo que ambos interlocotures se autoseleccionan al mismo tiempo.



          260

          A [y luego ((lo del))] MEtro que te vas con el metro

          265

          como allí hace tanto frío te vas al metro y hay

          266

          centros comerciales digamos o sea el CENtro y debajo

          267

          del centro tienes otra ciudaad↓ ¿sabes? y luego


          La pregunta “sabes” es para la agente una pregunta retórica y una estrategia comunicativa de cortesía, como acabamos de analizar. Pero la clienta lo interpreta como invitación para que le ofrezca retroalimentación. Por ello, se produce la sobreposición y después continúa la agente nuevamente con su relato. En este caso, la clienta también se retira inmediatamente, devolviéndole el turno a la agente. Aquí la clienta tampoco se siente ofendida, sino orgullosa de que la agente la considere digna de su confianza.


          En la conversación ‘Sevilla’ (36 líneas), donde una clienta quiere información para hacer un viaje a Sevilla con su marido, vemos también un ejemplo de arranque simultáneo:


          ↓ →

          → ↓

          → →

          → ↑

          → →



          En esta secuencia, es la clienta B quien empieza con un tono coloquial (informaras, oye) en una conversación formal. La agente no considera este acto de habla directivo de petición como una amenaza para su imagen social, más bien lo


          interpreta como una estrategia comunicativa de cortesía que refleja la característica de confianza de la imagen social española. Lo mismo ocurre en la línea 8 (a ver si me lo dices). La clienta utiliza un acto una acto de habla directivo que implicaría una fuerza ilocutiva de imposición, ya que la clienta no realiza una petición, sino una orden. Esto sería para B/L (1987) una ejemplo de acto amenazante para la imagen, pero la clienta no considera este acto como amenaza, sino también como una estrategia comunicativa de cortesía, típica de la característica de la imagen social española de afiliación y cortesía, ya que ella también utiliza estrategias similares con valoraciones personales36. Por ello, según nuestro criterio, es importante analizar los actos de habla y, en concreto, las estrategias comunicativas de cortesía dentro de la conversación y no aisladamente, es decir, fuera de contexto. Correlativamente al concepto de acto de habla, la cortesía no es una propiedad de las oraciones, sino de los enunciados y del contexto situacional y cultural. Por consiguiente, ningún enunciado, fragmento o secuencia, puede ser calificado, a priori, como cortés, descortés o amenazante. En este sentido, y debido al efecto perlocutivo que provoca este acto en este contexto situacional, no lo interpretamos como intervención descortés. Tampoco interpretamos el arranque simultáneo que se produce en las líneas 07 y 08 como una amenaza para la imagen social o un acto descortés.


          La cliente, en la línea 06, después de haber finalizado su enunciado con un tonema sostenido y una pausa, continúa con el turno, con una expansión que la finaliza con tonema descendente. Así lo interpreta la agente y le ofrece


          image

          36 Véase el resto de la conversación en el apéndice 2.


          retroalimentación. Pero para la clienta el enunciado no está finalizado, por lo que se produce la sobreposición, y es la clienta quien termina el turno; por lo que este arranque simultáneo también se podría considerar como interpretación errónea de un LTP.


        2. Arranque simultáneo en el corpus alemán


Mientras que en las conversaciones españolas las intervenciones con función de arranque simultáneo son más frecuentes, en las conversaciones alemanas no hemos encontrado muchos ejemplos de este fenómeno.


En la conversación ‘vier Personen’ (125 líneas), una pareja (B y C) entra en una agencia de viajes para informarse sobre un posible viaje en julio para cuatro personas:


01

A

(( )) für vier personen 1554 €

02

?

[(( ))

03

?

[(( ))]

04

A

und das ist immer der termin vom neunzehnten bis

05


(( [ ))

06

B

[(( ))

07 A mhm→ (5») (tippt) und von (( )) zwanzigster juli für 08 vier personen 1848 [((

09 B [(( ))](lachen)

10

C

MEIne güte↓

11

A

TJAA→ wenn schon→ DENN schon↓ wir suchen gleich ein

12


(blitz)HOtel↑ (tippt)


En las líneas 02 y 03 se produce una sobreposición con función de arranque simultáneo, que está tan solapado que ni siquiera se puede descifrar quién habla. Al parecer, la agente no ha terminado de hablar, cuando uno de los clientes interviene, produciéndose así el arranque simultáneo y la sobreposición; pero la agente termina su turno. Según Bañón (1997) sería una interrupción menos cortés, ya que se produce con sobreposición, pero, a la vez, sería menos descortés, por una parte, porque se podría entender como provocada por el interrumpido y el contexto situacional y, por otra parte, porque el interruptor devuelve el turno, el agente continúa en la línea 04 con su turno. En cualquier caso, pensamos que no se interpreta como interrupción o como amenaza para la imagen social de los interlocutores. Este se podría justificar porque el cliente en la línea 09, aunque vuelve a interrumpir, se ríe37:


08


vier personen 1848 [((


09

B

[((

))](lachen)


La risa, como apuntábamos anteriormente, es un atenuante del enunciado y una señal de compañerismo (cf. Bravo 1996). Aquí la risa podría atenuar la interrupción del cliente, a la vez que produce una relación de compañerismo y afiliación. La agente también interpreta esta risa como señal de compañerismo, ya que en la línea 11, ella interviene con un enunciado coloquial:


  1. A TJAA→ wenn schon→ DENN schon↓ wir suchen gleich ein

  2. (blitz)HOtel↑ (tippt)


image

37 Este fenómeno no es muy común en nuestro corpus de las conversaciones formales alemanas


Además, en este enunciado, la agente se identifica con los clientes (wir suchen), que es un rasgo más característico de la imagen social española. Por lo que se podría decir que en esta conversación38, la agente no delimita tanto la esfera privada de la pública, sino que acentúa también (al igual que el cliente) la relación de compañerismo y confianza. Aunque, por otra parte, también observamos muchas pausas largas, como por ejemplo, en la línea 07:


07 A mhm→ (5») (tippt) und von (( )) zwanzigster juli für


que ninguno de los interlocutores aprovecha para intervenir. Esto es una característica típica de la imagen social alemana de privacidad, es decir, de respeto por los demás y de intensificación de las relaciones internas y externas. Como ya hemos analizado, las pausas largas, que abundan en las conversaciones formales alemanas, no son muy frecuentes en las conversaciones españolas, donde se suelen evitar para mantener la conversación viva.


Queremos mostrar también otro ejemplo (en cursiva), característico de la imagen social alemana de privacidad en la secuencia de precierre de esta conversación:


115 A jaa→ möchten sie nochmal (( ))

116 B ja/ ich guck mir des nochmal durch↓ (( ))

117

A

wenn sie die nicht mehr brauchen/ würde ich die gerne

118


zuRÜCKnehmen↓

119

B

ja↓

120

A

die laufen langsam aus↓

121

?

(( ))



image

38 Véase el resto de la conversación en el apéndice 2.



122

?

((

))

123

B

ja↓/

gut→/ schönen dank erstmal

124

A

gern

geschehn↓/ tschüs→

125 B tschüüüs→


Aunque la clienta, en la línea 115, ofrece a los clientes el folleto de viajes para que se lo lleven a casa con el fin de que se lo vuelvan a mirar y a pensar, en la línea 117, les pide cortésmente que se lo devuelvan. Esto es una actuación que no se observa en las conversaciones de nuestro corpus de la agencia de viaje española, y que se asemeja más a las características propuestas para la imagen social alemana de autonomía y privacidad. La agente atenúa la fuerza ilocutiva del enunciado impositivo, utilizando el condicional (Konjunktiv II: würde zurücknehmen): la agente elige la forma condicional en oposición al tiempo de presente de indicativo (realidad) para distanciarse de un acto que puede ser percibido como impositivo. En lo referente al condicional, la cortesía se manifiesta por la asociación de metonimia de la distancia modal en el lenguaje (irrealidad) con la distancia interpersonal. La distancia que impera entre el presente de indicativo y el condicional es mayor que la que hay entre el presente y el pasado de indicativo, por el aspecto de irrealidad del condicional. Además, el condicional se suele considerar como la manera, por excelencia, de expresarse de forma cortés. Por ello, Haverkate (1994) y Chodorowska (1998) hablan del condicional de mitigación para obtener el efecto de atenuación.


En la siguiente conversación ‘Dalmatien’ (101 líneas), un cliente desea información sobre un viaje a Dalmacia para cuatro adultos y un niño. La agente le busca los posibles lugares y los alojamientos:



→ → →

→ ↑ ↑ ↑

[ ]

[ ] →

→ →


En este fragmento, en las líneas 84 y 85 se produce un ejemplo de arranque simultáneo con sobreposición. También en este caso, la sobreposición está totalmente solapada, es decir, que no se entiende lo que dicen.

Esta sobreposición, que tampoco se interpreta como amenaza para la imagen social de los interlocutores, se pudo haber producido porque el cliente interpretó el tonema ascendente de la agente, en la línea 82, como pregunta, mientras que la agente tenía la intención de continuar con su turno. Por ello, este ejemplo también se puede interpretar como intervención errónea de un LTP por parte del cliente.


      1. Intervención sin voluntad de apoderarse del turno


        Bañón (1977), aunque estudia las interrupciones, no las especifica, sólo las clasifica, según su grado de cortesía o descortesía. Gallardo (1993) estudia los solapamientos y las interrupciones. Ella solamente diferencia entre interrupción o solapamiento no competitivo e interrupción o solapamiento competitivo.


        Según esta autora, en las interrupciones o solapamientos competitivos, el oyente/emisor intenta imponerse, normalmente con voluntad de apoderarse del turno, aunque enfatiza que según el contexto situacional, también se pueden interpretar como una intervención errónea de un LTP. Las interrupciones o solapamientos cooperativos son para Gallardo interrupciones que conllevan discontinuidad en la interacción, aunque no suponen un obstáculo para la comunicación eficacz. Hidalgo (1998) diferencia entre solapamientos, es decir, habla simultánea, superposiciones e interrupciones. Para Hidalgo, los solapamientos se originan cuando ningún interlocutor está claramente designado por el hablante que tiene el turno, por lo que puede ocurrir, que cada interlocutor desarrolle su intención de tomar (o mantener) la palabra en el primer LTP reconocible. Así, de los solapamientos se derivan respectivamente los procesos de superposición o de interrupción. La superposición constituye para él un caso de simultaneidad de habla de corta duración, por lo que no se percibe como violación, ya que no perturba la comunicación porque es demasiado breve. Debido a ello, él considera las superposiciónes de habla como intervenciones no competitivas, puesto que lo deseable es la evolución fluida de la conversación, de modo que no llega a producirse la interrupción del turno. Estas intervenciones pueden tener diferentes causas:

        • expansión sintáctica del hablante, en consecuencia, interpretación errónea de un LTP por parte del oyente,

        • afán cooperativo del oyente, sin llegar a constituir un turno colaborativo,


        • emisión fática de apoyo por parte del oyente,


- cooperación comunicativa del oyente respecto al hablante, como apoyo comunicativo o como apoyo temático (cf. Hidalgo 1998).

Para Hidalgo, las interrupciones se consideran turnos competitivos, es decir, procesos competitivos de lucha por el turno. Aunque, basándose en Briz (1998), afirma que en la conversación coloquial el habla simultánea casi nunca debe interpretarse como interruptiva, sino más bien como mera intromisión.


En la literatura alemana estudiada, hemos encontrado lo siguiente: Deppermann (2001) afirma que no hay investigaciones exhaustivas sobre las sobreposiciones, por ello, opina que se debería investigar si una sobreposición es cooperativa o competitiva. Henne y Rehbock (2001) solamente diferencian entre la función fática (“Rückmeldungsverhalten”) y la interrupción con voluntad de apoderarse del turno (“Gesprächsbeanspruchendes Verhalten des Hörers”). Finalmente, Heilmann (2002) sí diferencia entre solapamientos (“Überlappungen”), intento de interrupción (“Unterbrechungsversuch”), interrupción (“Unterbrechung”), interrupción reactiva (“reaktive Unterbrechung”), impedimento de expansión (“Expansionsverhinderung”), intervención (“Einwurf”), arranque simultáneo (“Simultanstart”) y función colaborativa (“Satzvervollständigung”), pero sólo se centra en ellas para investigar si la interrupción ha tenido éxito (“erfolgreich”), no ha tenido éxito (“erfolglos”) o ha sido neutral (“neutral”).

Nosotros opinamos que el “Expansionsverhinderung” (impedimento de expansión), según el contexto situacional, se puede considerar una interpretación errónea de un LTP o una interrupción con voluntad de apoderarse del turno. Sin


embargo, hemos adoptado el término “Einwurf” (intervención) parta nuestra propuesta de intervención sin voluntad de apoderarse del turno. También las propuestas de Hidalgo (1998) de afán cooperativo del oyente, sin llegar a constituir un turno colaborativo o la cooperación comunicativa del oyente como apoyo argumentativo o temático pueden compararse a lo que nosotros denominamos intervención sin voluntad de apoderarse del turno.

Esta función se relaciona, según nuestro criterio, con las intervenciones en las que los interlocutores no pretenden apoderarse del turno, simplemente desean aportar alguna información o aclaración. Por ello, aunque nosotros adoptamos los parámetros propuestos por Briz y Val.Es.Co. (2003), pensamos que habría que añadir una función más, que dé cuenta de las sobreposiciones que se producen por añadir una información adicional o una aclaración al contexto, pero que no son ni función fática, ni función colaborativa, ni arranque simultáneo, ni interrupción con voluntad de apoderarse del turno.


        1. Intervención sin voluntad de apoderarse del turno en el corpus español


          En la conversación ‘Manchester’ (19 líneas), un joven desea saber el precio de un vuelo de ida a Manchester:


          ↓ →

          → ↓ → ↓

          ↓ → →


          → → ↓ →


          → ↑

          → → ↑

          → →


          En la línea 10, observamos una sobreposición con función de interrupción sin voluntad de apoderarse del turno. El cliente ya sabe el precio del viaje, por lo que para él ya esta finalizada la conversación. Pero la agente le interrumpe con un acto de habla directivo, para preguntarle por la fecha. Este acto ilocutivo tiene dos funciones: por una parte, la agente inicia una secuencia de precierre con un turno de paso para introducir un nuevo tema, que ella considera importante, por ello, esta interrupción tiene la función de aclarar un tema pertinente e importante, por lo que para Bañón (1997), aun produciéndose la intervención con sobreposición, no sería descortés, puesto que es pertinente y aumenta la eficacia conversacional (cf. Lycan, 1977); y, por otra parte, es una estrategia comunicativa de cortesía, por parte de la agente, que se ofrece para aportarle una información adicional que ella considera que le puede interesar. Por lo que esta intervención se puede interpretar como una estrategia de cortesía que favorece tanto la imagen social del hablante como la del oyente: la agente se afirma en su rol de agente, mostrando sus buenas cualidades como profesional y la imagen del oyente también se ve beneficiada, ya que no solamente recibe un trato cortés y una información adicional, sino que aprecia el interés que le muestra la agente. La agente, en la línea 13:


          → → ↓ →

          → ↑

          → → ↑


          le confirma que quedan plazas y utiliza nuevamente una estrategia comunicativa de cortesía, dándole la opción de que vuelva cuando quiera en un tono muy coloquial, que muestra la confianza que se ha establecido en esta conversación. Por lo tanto, esta intervención y estrategia comunicativa de cortesía cumpliría con las características de la imagen social española de autonomía y afiliación.


          En la conversación ‘Actividades’ (91 líneas), un cliente va a la agencia a informarse sobre un viaje ‘paquete’ que incluya actividades:


          → →

          ↓ → →

          → → →

          ↓ ↑

          ↓ ↓ →

          ↓ ↓

          → → → →

          ↑ → ↑

          → ↑ ↓

          → → →

          → →

          → →


          En la línea 62, la agente inicia una secuencia de cierre, pero en la línea 66, el cliente inicia una secuencia de precierre. El cliente, en la secuencia de precierre interviene con un turno de paso para introducir un nuevo tema que no le ha quedado claro. Con la perífrasis (vamos a ver) y el conector (mira) está atenuando


          su intervención. El conector mira desempeña aquí una función fática, en el sentido que es una llamada de atención al oyente (cf. Pons, 1998: 184). Al mismo tiempo, el cliente justifica su intervención (una pregunta intrascendente), por lo que la consideramos una estrategia comunicativa de cortesía. Esta estrategia es una característica de la imagen social española de afiliación, ya que, por una parte, utiliza una expresión coloquial y, por otra parte, muestra tener confianza, explicándole que no lo tiene claro y que se confunde. Por ello, el turno del cliente, que termina su enunciado con una pausa (aunque luego continúa con una breve expansión, por lo que también se podría considerar intervención errónea de un LTP por parte de la agente) da paso y justifica la intervención de la agente en la línea 72. Esta sobreposición ejemplifica la función de intervención sin voluntad de apoderarse del turno, ya que es una intervención para aclarar la duda del cliente. Esta sobreposición, en lugar de considerarse descortés o amenazante para la imagen social, se considera una estrategia comunicativa cortés, que beneficia tanto la imagen del hablante como la del oyente.


          En la siguiente conversación ‘Ibiza’ (45 líneas), una pareja (B y C) desea información sobre el precio de un viaje a Ibiza en barco:


          ↓ ↓

          → ↑

          → →

          ↓ ↓


          ↑ →

          → →

          ↓ →

          → ↑ ↑


          En esta secuencia tenemos dos ejemplos de intervención sin voluntad de apoderarse del turno. En la línea 06, el cliente interrumpe con una secuencia de lateralización interna, cuya motivación discursiva es una aclaración. El cliente interviene sin sobreposición para informar a la agente, que tenga en cuenta que llevan coche. Esta intervención sería según Bañón (1997) menos descortés, puesto que es sin sobreposición, en el turno interruptor se justifica la intervención, es pertinente, conservadora del tema y devuelve el turno, puesto que el cliente no pretende apoderarse del turno, sino simplemente informarle de que llevan coche. Para Lycan (1977), también sería una interrupción permisible, ya que interrumpe en el más amplio punto de entrada, la intervención es un obstáculo menor y aumenta la eficacia de la conversación.

          En la línea 08, el cliente vuelve a interrumpir para aclararle a la agente que se ha producido un malentendido, puesto que se trata de dos coches. Aunque esta vez su intervención es con sobreposición, pero tampoco pretende apoderarse del turno, sino simplemente aclarar el malentendido. Por ello, esta intervención, aunque sea con sobreposición, tampoco se interpreta como amenazante para la imagen social, sino como necesaria para el buen desarrollo de la conversación.


          En la conversación ‘Asturias’ (275) una pareja (B y C) desea información sobre un viaje a Asturias de siete días. La agente les explica diferente posibilidades y recorridos y les da un folleto:


          → ↓

          ↓ → →

          → →


          En esta secuencia también podemos apreciar dos intervenciones aclaratorias con la función de intervención sin voluntad de apoderarse del turno. En las líneas 256 y 257 se produce una sobreposición. La agente interviene, en la línea 257, con una estrategia comunicativa de cortesía para informa a los clientes, que si tardan en decidirse, existe la posibilidad de que se queden sin plazas. Ella no pretende apoderarse del turno, sino informarles brevemente de que existe esa posibilidad. Esta intervención, más que una amenaza, se puede interpretar como una estrategia comunicativa de cortesía que favorece tanto la imagen del hablante como la de los oyentes: la agente muestra sus buenas cualidades como profesional, a la vez que enfatiza el interés que tiene por lo clientes. Así, al avisarles del riesgo que pueden correr, ambas imágenes se ven beneficiadas.


          A continuación, en las líneas 258 y 259, se vuelve a producir una sobreposición:


          → ↓


          En la línea 259, la cliente interviene para dejar claro que lo que les interesaría sería la segunda semana. Esta intervención la consideramos también como intervención sin voluntad de apoderarse del turno, aunque sea una intervención más larga, ya que la clienta explica el porqué les interesa la segunda semana. Se trata de un comentario personal y, aunque con esta intervención no aumenta la eficacia conversacional, sí aumenta la relación interpersonal de confianza, característica de la imagen social española de afiliación, por lo que ninguno de los interlocutores la considera como obstáculo para la conversación o como amenaza para la imagen social. Además, la clienta, al final de su intervención se ríe. Como hemos analizado anteriormente, la risa atenúa el enunciado y es una muestra de la señal de compañerismo y de afiliación de los interlocutores.


        2. Intervención sin voluntad de apoderarse del turno en el corpus alemán


En la conversación ‘vier Personen’ (125 líneas), una pareja (B y C) desea información sobre un viaje en julio para cuatro personas:


07 A mhm→ (5») (tippt) und von (( )) zwanzigster juli für 08 vier personen 1848 [((

09 B [(( ))](lachen)

10

?

MEIne güte↓

11

A

TJAA→ wenn schon→ DENN schon↓ wir suchen gleich ein

12


(blitz)HOtel↑ (tippt)

13

B

(( [ ))

14

A

[also pass mal auf ich§

15

B

§ich mein (( ))§

16

A

§ich

17


kann gleich mal (( [ ))

18

B

[mhmm→]

19

C

(( ))

20

A

das ist je nach dem wie es im hotel(abe) geschrieben

21


ist↓ also das ist§

22

B

§mhm

  1. A (wie) in der anlage wenn es dabei steht dann ist es

  2. das (schon) inklusive aber es kann sich auch (( ))

  3. das da noch (endreinigungen) oder stromkosten oder

  4. so was noch daZUkommt↓

  5. B ja↓


En esta secuencia, en la línea 09, el cliente se ríe, después de haber interrumpido el turno de la agente. Esto se puede interpretar como atenuación de la interrupción o del enunciado (que no se entiende debido a la sobreposición) o como señal de compañerismo con el fin de relajar la conversación formal en la que se encuentran. Así lo interpreta la agente, utilizando, como anteriormente hemos analizado, expresiones coloquiales y afiliándose con el cliente, hasta el extremo de que lo tutea (also pass mal auf). También se podrìa interpretar esta intervención, en la línea 16, como una intervención para atenuar la posible ofensa o imposición y aclarar, de forma más objetiva, lo que pretendía decir: que puede averiguar la información.

Aunque la agente puede haber presupuesto que los clientes han interpretado su enunciado como ofensa o amenaza y, por lo tanto como una


descortesía39, en el resto de la comunicación se observa que no lo han interpretado como tal. Más bien se establece una conversación distendida, pero en un tono formal y adecudo al contexto situacional. Según Bañón (1997), esta intervención sería una interrupción menos descortés, ya que se produce sin sobreposición, el turno interruptor se presenta con atenuante (la partícula modal “mal”), es coincidente, conservador del tema y resulta pertinente.


En la conversación ‘Teneriffa’ (149 líneas), un cliente desea información sobre un posible viaje a Tenerife. En esta conversación la agente también se muestra colaboradora, aunque formal, según requiere el contexto situacional, en que se establece la interacción.


66 A zweihundertneunundsiebzig euro inklusive steuern und

67


gebühren↓/// ich gucke nochmal bei (herbert neu) oder

68


bei condor↓

69

B

ja↓

70

A

weil die/ die oft (( )) das ist dass im im WINter

71

B

ja↓/ (( )) fliegen weniger (( ))

72

A

genau↓ (tippt) (5») die CONdor fliegt AUCH/ und zwar

73


die fliegen die alle drei vier TAge→ das wär zum

74


beispiel im januar↓/ der einundzwanzigste januar

75


HIN↓/// und→ zurück/ der einundzwanzigste FEbruar→

76


(tippt)(5») (( )) und der preis ist zweihundertacht

77


-undsiebzig mark↓// auch inklusive steuern und

78


gebühren↓

79

B

mhm↓/// und die zeiten da?

80

A

ja→ dreizehn uhr fünfundvierzig bis siebzehn uhr↑/

81


(( )) voraussehen das kann sich SO schnell ändern→

82


(tippt) (( )) ohne umsteigen↓§

83

B

§condor?

84

A

condor↓ ohne umsteigen↓ ja (( )) soll ich auch im

85


november gucken?

86

B

ja↓

87

A

vielleicht ist es interessanter vom preis her↑§



image

39 “No violes las reglas formales que definen la situación de habla” (cf. Lycan 1977).


  1. B § ja↓

  2. ja↓

  3. A oder von umsteigemöglichkeiten↑ beziehungsweise KEINE

  4. umsteigemöglichkeiten ↑ (tippt)(5»)zweihun

  5. dertachtundsiebzig→ (tippt)(5») aber hier sind dann

  6. beide flüge/ mit umsteigen/

  7. B ja/ ja


Como podemos apreciar en esta conversación, se producen muchas pausas largas que ninguno de lo interlocutores aprovecha para intervenir. Esto muestra la característica de la imagen social alemana de privacidad, es decir, de respeto y de intensificación de las relaciones internas y externas. Esta característica también la podemos observar en el acto ilocucionario de las líneas 84 y 85. La agente emplea en este acto de habla directivo una estrategia comunicativa de cortesía, pidiendo (con el verbo modal sollen) al cliente permiso para mirarlo también en el mes de noviembre. El verbo modal sollen atenúa la fuerza ilocutiva de la pregunta, a la vez que le deja libertad de acción para que él decida si lo desea o no. Por otra parte, la agente muestra confianza en sí misma y habilidad crítica, ofreciéndole otra posibilidad. Esto refleja las características que le hemos atribuido a la imagen social alemana de autonomía y privacidad, es decir, confianza en sí mismo y habilidad crítica y separación de las esferas privadas y públicas, así como respeto y libertad de acción. En este sentido, este enunciado sí se podría caracterizar con lo propuesto por B/L (1987) para la cortesía negativa, aunque pensamos que los interlocutores no lo perciben como amenaza para la imagen, sino como estrategia comunicativa de cortesía que favorece tanto la imagen del hablante como la del cliente.

En la línea 83 vemos un ejemplo de intervención sin voluntad de apoderarse del turno:



  1. A ja→ dreizehn uhr fünfundvierzig bis siebzehn uhr↑/

  2. (( )) voraussehen das kann sich SO schnell ändern→

  3. (tippt) (( )) ohne umsteigen↓§

  4. B §condor?

  5. A condor↓ ohne umsteigen↓ ja (( )) soll ich auch im


El cliente interviene para que la agente le confirme de qué compañía aérea le está hablando. Por lo tanto, lo consideramos como una intervención sin voluntad de apoderarse del turno, sino como una intervención de aclaración o petición de información, ya que quiere asegurarse de su suposición. La agente, por su parte, no considera esta intervención como amenaza para la imagen o como interrupción descortés. Bañón (1997) tampoco la consideraría descortés, ya que no se produce con sobreposición, es coincidente, resulta pertinente y, se puede interpretar como que ha sido provocada por el interrumpido, en el sentido que ha olvidado decir esta información, generando así la implicatura conversacional y la intervención del cliente.

Esta intervención con función de intervención sin voluntad de apoderarse del turno también se podría interpretar como intervención errónea de un LTP, ya que la agente termina su enunciado y lo finaliza con un tonema descendente.


En la conversación ‘Mallorca’ (40 líneas), una señora desea información sobre las ofertas que tienen para realizar un viaje a Mallorca. En esta conversación, el agente no se muestra muy colaborador, sino que es escueto en sus respuestas y más bien descortés40, por ello, hemos marcado las respuestas, que consideramos descorteses, en cursiva.


40 La clienta posteriormente nos confirmó nuestra impresión..


↓ ↓


↓ ↓ ↑


En esta secuencia, observamos que es la clienta quién tiene que sonsacarle al agente la información y él, a su vez, responde muy escuetamente. Por ello, las intervenciones de la clienta, en las líneas 34 y 36, se pueden considerar como intervenciones de petición de aclaración. Estas intervenciones, por lo tanto, no las consideramos descorteses, sino necesarias para la información que necesita la clienta, aunque podría ser que este agente, tan poco colaborador, sí la considere una amenaza para su imagen. Incluso, en la línea 41, se puede apreciar, que ni siquiera responde a la pregunta indirecta de la clienta. La clienta necesita averiguar qué hacer - ya que el agente se muestra poco colaborador - si no entiende las indicaciones del folleto. La clienta no le pregunta esta vez directamente, sino que atenúa la fuerza ilocutiva de la imposición, utilizando una pregunta indirecta. “Las formas indirectas, como señalan Held (1992) y Escandell (1995), se utilizan como una técnica para preservar la imagen, en el sentido de que rebajan las obligaciones de ambos interlocutores: al emisor lo coloca en posición de espera y al destinatario le ofrece libertad de decisión.” (Contreras, 2003: 225). Por lo que se puede decir, que a través de la pregunta indirecta, la clienta utiliza una estrategia comunicativa de cortesía, no imponiéndose y dejando libertad de acción al agente. El agente, a su vez, se toma esa libertad de decisión que le ha


ofrecido la clienta con su pregunta indirecta y no contesta. Es más, en lugar de responder, interviene con una secuencia de cierre para finalizar la conversación.


En la conversación ‘Dalmatien’ (101 líneas), un cliente desea información para realizar un viaje a Dalmacia. En la siguiente secuencia, en la que se producen dos intervenciones sin voluntad de apoderarse del turno, podemos apreciar que la agente de esta agencia es más colaboradora:


→ ↓ ↑


↓ ↓

→ →

→ →

↓ ↓


El cliente desea viajar una semana o diez días, si es posible, pero intenta no imponerse, utilizando el condicional. El cliente emplea el condicional para atenuar el enunciado. Al tratarse de un aspecto hipotético, se crea una distancia inferencial, que separa el significado codificado de la interpretación: a mayor recorrido inferencial, mayor cortesía. Por lo tanto, el cliente utiliza una estrategia comunicativa de cortesía de no imponerse y de libertad de acción. A continuación, el cliente enfatiza esta estrategia comunicativa de cortesía, ya que le dice que si es


para una semana solamente, tampoco pasaría nada. Él no termina su turno, porque la agente le interrumpe:



Esta intervención, aunque se produce con sobreposición, no se considera descortés. La agente interviene para tranquilizarlo y para informarle que va a mirar lo que encuentra, pero no es su intención robar el turno al cliente. Además, la agente utiliza una estrategia comunicativa de cortesía: por una parte, ella se identifica con el cliente (wir gucken) y, por otra parte, utiliza la partícula modal “mal”, cuya función es atenuar el enunciado. Esta estrategia comunicativa favorece, por tanto, la imagen social del hablante como la del oyente, ya que la agente muestra tener confianza en sí misma, a la vez, que le transmite confianza y paciencia al cliente. Aunque, a primera vista, esta actuación se podría asemejar a la característica de la imagen social española de afiliación, pero si vemos el resto de la conversación41, observamos que la conversación transcurre en un tono formal, que define el contexto situacional, o sea, la conversación formal en la que se encuentran, que se interpreta más bien con la característica de la imagen social alemana de privacidad: la agente, aunque se muestra colaboradora, mantiene cierta distancia y respeto. Esa conducta refleja la característica de privacidad: de intensificación de las relaciones internas y externas.

Finalmente, en la línea 38, la agente vuelve a interrumpir el turno del cliente con una intervención sin voluntad de apoderarse del turno:


image

41 Véase apéndice 2.



↓ ↓

→ →


Esta vez, la agente tampoco pretende robar el turno al cliente. Ella interviene, aunque nuevamente con sobreposición, para que el cliente le confirme los lugares que ella está buscando, por lo que, se puede clasificar como una intervención por necesidad de información o aclaración y no como una interrupción con voluntad de robar el turno al interlocutor.


      1. Interrupción o intervención con voluntad de apoderarse del turno


        Nosotros consideramos interrupciones o intervenciones competitivas a las intervenciones con voluntad de apoderarse del turno. Estas interrupciones se consideran, como veremos en el próximo capítulo (análisis de las encuestas), interrupciones graves, sobre todo, para los hablantes alemanes. Por este motivo, en las conversaciones españolas formales de nuestro corpus, hemos encontrado varios ejemplos donde un interlocutor interrumpe con el fin de robarle el turno al interlocutor, mientras que en las conversaciones alemanas formales, no hemos encontrado ningún ejemplo de esta índole.


        1. Intervención con voluntad de apoderarse del turno en el corpus español


Gallardo (1996) opina que la interrupción es algo frecuente en el marco de la conversación y que no por ello equivale a descortesía, ya que se realiza por una necesidad comunicativa y, por lo tanto, no perjudica el buen desarrollo de la conversación. Según ella, lo único que puede ocurrir es que el fragmento solapado no sea entendido.

A continuación analizaremos secuencias de las conversaciones formales del corpus español. Aunque hemos encontrado varios ejemplos, las interrupciones, o sea, las intervenciones con voluntad de apoderarse del turno, no son las intervenciones que más abundan en el corpus de las conversaciones formales españolas.


En la conversación ‘Fiordos’ (457 líneas), donde una pareja (B y C) desea información sobre un viaje a Noruega y los Fiordos, hemos encontrado algunos ejemplos de interrupción, sobre todo, por parte de la clienta C, que no participa tanto en la conversación como su pareja B.






En esta secuencia de apertura, el cliente que comienza a hablar es el cliente B para explicar a la agente lo que desean, la clienta C interrumpe al cliente B para explicitar su deseo. Esta interrupción de la clienta, que se apodera finalmente del turno, no se considera grave ni amenazante para la imagen de los interlocutores, ya que la clienta lo que hace es añadir una información adicional. Por ello, según la interpretación de los interlocutores y del investigador, también se podría considerar como una función colaborativa, que termina el enunciado del cliente B, o como una interpretación errónea de un LTP, ya que parece que el cliente ha terminado su turno, finalizando el enunciado con un tonema ascendido, o, incluso, como intervención sin voluntad de apoderarse del turno, ya que lo que la clienta pretende, es añadir una información adicional o aclaración. En cualquier caso, no la consideramos una interrupción descortés, ya que cumple las cuatro máximas conversacionales de Grice (1975), no viola las normas de cortesía de Lakoff (1973), ni los principios de cortesía de Leech (1983), ni viola tampoco el contrato conversacional de Fraser (1980, 1990). Y, según Lycan (1977) sería una interrupción permisible, ya que aumenta la eficacia conversacional sin que presente un obstáculo mayor para el desarrollo de la interacción. Según Bañon (1997), esta interrupción no sería descortés, puesto que se produce sin sobreposición, es conservadora del tema y resulta pertinente. Por otra parte, según este mismo autor, sería descortés, ya que no ha sido provocada por el interrumpido y no devuelve el turno.


En la línea 08, la clienta C intenta de nuevo robarle el turno a B:



Esta vez, la intervención se produce con sobreposición, y no consigue a la primera robarle el turno a su pareja, puesto que el cliente B termina su intervención. Por ello, la clienta C, interviene de nuevo en la línea 10. Esta intervención no se solapa, aunque se apodera del turno, repitiendo el contenido proposicional del enunciado del interrumpido. Pero la clienta atenúa su intervención con un marcador discursivo fático (¿no?) o tag question “Vergewisserungsfragen” (cf. Willkop, 1988). Los marcadores discursivos42 o “Gliederungspartikeln”, tienen, según Willkop (1988) diversas funciones. En este enunciado tiene la función de regir la participación de los interlocutores: la clienta indica la finalización de su turno, cediéndole el turno a la agente y, además, esta expresión muestra cierta vaguedad, con la que la clienta pretende obtener una confirmación por parte de la agente.

Para nosotros, en este fragmento, las intervenciones de la clienta B, son un claro ejemplo de interrupción, con las que la clienta C muestra la intención de apoderarse del turno, puesto que no añaden ninguna información nueva, que sería una función colaborativa o una intervención sin voluntad de apoderarse del turno para añadir una aclaración o información adicional, ni una función fática de retroalimentación, ni una interrupción errónea de un LTP, ya que no se produce en un lugar de transición pertinente, sino que interrumpe al interlocutor. Pero, a pesar de ser interrupciones con voluntad de apoderarse del turno, los interlocutores no


las consideran un delito conversacional, ni amenazantes para la imagen, sino que las interpretan como un fenómeno normal que suele darse en las conversaciones, aunque sean formales, y que tiene la función de hacer partícipe a todos los interlocutores y de mantener la conversación viva.


En la conversación ‘Sevilla’ (36 líneas), donde una clienta requiere información para realizar una viaje a Sevilla en el mes de julio con su marido, también hemos encontrado un ejmplo de interrupción:


→ →


→ ↑


Este fragmento es una secuencia de lateralización interna, puesto que la agente se ofrece para añadir una información adicional sobre el precio del viaje y que ella considera importante y necesaria. Esta actuación es una estrategia comunicativa de cortesía, ya que es un ofrecimiento adicional, por el que la clienta no ha preguntado. Además, es una característica de la imagen social española de autonomía: la agente muestra sus buenas cualidades como profesional.

La agente inicia su turno en la línea 22, pero no lo puede terminar, puesto que la clienta interpreta el alargamiento vocálico y el tonema sostenido como un LTP e interviene con una función fática, repitiéndo el precio del viaje y


image

42 Para un estudio más exhaustivo de los marcadores discursivos alemanes véase Ferrer Mora (2000), Helbig (1977, 1990), Helbig / Buscha (1988), Held (1983).


confirmándose así en su papel de oyente. Pero, como la agente no había terminado, interrumpe a la clienta, en la línea 25, con la intención de apoderarse del turno y terminar su enunciado:


→ ↑


Por ello, aunque es una interrupción, o sea, una intervención con la voluntad de apoderarse del turno43, no la consideramos descortés. La clienta tampoco la considera descortés, porque hace que trascienda el contenido de la información (cf. Bañón, 1997), repitiendo el contenido proposicional y finalizando el enunciado con una marcador discursivo (¿no?) con tonema ascendente, que, como apuntábamos antes, tiene la función de ceder el turno a la agente, a la vez, que requiere de la agente que se lo confirme; y la agente efectivamente toma el siguiente turno para confirmárselo. Por ello, aunque se produce una sobreposición y un apoderamiento del turno, no la consideramos una interrupción que implique un delito conversacional, sino una estrategia comunicativa de cortesía para ofrecer a la clienta la información completa.


La conversación ‘Actividades’ (91 líneas) es la última conversación que vamos a analizar para ejemplificar una interrupción con la intención de apoderarse



image

43 Esta intervención también se podría considerar como intervención para aportar una información adicional, ya que termina su enunciado, aportando una información que creía necesaria añadir.


del turno. En esta conversación un cliente va a la agencia de viajes para informarse sobre viajes paquetes que ofrezcan actividades.


→ ↓ → →

↓ →

↓ →

↓ →

↓ ↑

→ →

→ →

→ →


En esta secuencia también vemos que la agente interrumpe con el fin de apoderarse del turno. Al igual que en la conversación anterior, la agente también interrumpe para conseguir el turno y explicar al cliente una información pertinente y necesaria. En ese sentido, también se podría interpretar como intervención sin la intención de apoderarse del turno, sino con la intención de añadir una aclaración. Nosotros la interpretamos más bien como interrupción, puesto que la agente interrumpe al cliente en dos ocasiones y se apodera finalmente del turno. En la línea 25, la agente interrumpe al cliente, que muestra, en la línea 26, que pretendía continuar. La intervención en la línea 25 es con sobreposición, mientras que la intervención en la línea 27 no lo es, es decir, la agente puede haber interpretado el alargamiento vocálico y el tonema sostenido del cliente, en la línea 26, como un LTP.


Aunque la agente interrumpe dos veces al cliente con el fin de apoderarse del turno y terminar su enunciado, el cliente no lo interpreta como amenaza para la imagen o como delito conversacional, ya que con estas interrupciones aumenta la eficacia comunicativa de la conversación, por lo que según Lycan (1977), sería una interrupción permisible, aunque, por otra parte, la interrupción en la línea 25, sería una interrupción descortés para este autor, puesto que no ha interrumpido en el punto más amplio de entrada. Según Bañón (1997), la interrupción en la línea

25 también sería más descortés, porque se produce con sobreposición y no devuelve el turno, pero, para Bañón, las interrupciones de la agente serían menos descorteses, ya que la agente ha intervenido para corresponder lo más rápidamente posible a una información que considera pertinente; además, también sería menos descortés, porque la interrupción es conservadora del tema y, en el turno interruptor, en la línea 27, se justifica la interrupción, al mismo tiempo, que se presenta con atenuantes (pero es que). Estas interrupciones se podrían considerar como una estrategia comunicativa de cortesía para justificar el hecho de que está buscando la información pero no la encuentra y, debido a ello, las pausas largas que se han producido en la secuencia, en las líneas 13, 18 y 23, que, como hemos apuntado anteriormente, no es un fenómeno que suela producirse en las conversaciones españolas.


Tal como veremos también en los resultados de nuestras encuestas44, los interlocutores españoles no consideran ni graves ni descorteses estas interrupciones, sino todo lo contrario. Según los encuestados, las interrupciones sirven para otorgar a la conversación un ambiente más familiar, de más confianza


y para “dar vida a la conversación”. Esto refleja la característica de la imagen social española de afiliación y cortesía.

Como antes hemos mencionado, Gallardo (1996) es de la opinión de que interrupción no equivale a descortesía y no puede desfavorecer el buen desarrollo de la conversación. Pero nosotros pensamos que esto no se debería generalizar: puesto que hay que distinguir entre el contexto y la situación, entre lo formal y lo informal y, sobre todo, entre las diferentes culturas. En nuestro corpus de las conversaciones formales alemanas no hemos encontrado ningún ejemplo de interrupción con la voluntad de apoderarse del turno, y es que, como veremos también en el análisis de las encuestas, los alemanes consideran las interrupciones con el fin de apoderarse del turno molestas y descorteses. Por ello, en Alemania, en un contexto situacional formal como son las conversaciones en agencias de viajes, estas interrupciones no se suelen producir. Esto refleja la característica de la imagen social alemana de privacidad que hemos propuesto. Los interlocutores alemanes intensifican las relaciones internas y externas, por lo que separan la esfera privada de la pública. Una conversación formal pertenece a la esfera pública, por lo que hay que mantener cierta distancia, dejando libertad de acción, sin intrometerse y, sobre todo, respetando al interlocutor. Esto no quiere decir que los interlocutores españoles no se respeten, sino que la característica vacía de la imagen social de afiliación (cf. Bravo 1996) no se puede rellenar para la imagen social alemana con el concepto de confianza, sino con el concepto de privacidad.



image

44 Véase capítulo 6.


5.2. Análisis de las conversaciones coloquiales españolas y alemanas referentes a la cortesía en la alternancia de turnos


Las conversaciones de nuestro corpus, que analizaremos en este apartado, son conversaciones coloquiales, ya que están grabadas en residencias familiares, donde hay una relación familiar y/o de amistad. Debido a esto, la interacción se establece con una mayor relación de proximidad y, por lo tanto, con un mayor rasgo de cotidianidad. Las conversaciones coloquiales presentan un menor grado de planificación, una mayor finalidad interpersonal y, normalmente, un mayor saber compartido (cf. Briz y grupo Val.Es.Co., 2000)


A continuación, analizaremos las sobreposiciones y las estrategias comunicativas de cortesía referentes a la imagen social alemana y española. La conversaciones de nuestro corpus tienen como secuencia central (conversación alemana) y como secuencia lateral (conversaciones españolas) la narración de un viaje. Consideramos en estas conversaciones, el hecho de narrar el viaje del que se habla una estrategia con finalidad cortés. Supone una forma de dinamizar la conversación, ya que se cuenta algo que capta la atención de los demás y que deja en todo momento espacio para sus posibles intervenciones. Con la narración, los deseos de imagen del narrador y de los oyentes se ven satisfechos y juntos colaboran en la creación de una actividad social placentera.

Para el análisis de este apartado, utilizamos dos conversaciones tomadas de Briz y grupo Val.Es.Co (2002) y una conversación cedida por el Institut für Deutsche Sprache, pero transcrita por nosotros.


En lo referente al propio análisis, procederemos de la misma manera que en análisis de las conversaciones formales del apartado precedente:


image

12 Véase Briz y grupo Val.Es.Co. (2002).

Ficha técnica (BR001B) ‘Auf Nietzsches Spuren’


Textsorte : Reiseerzählung

Ort : Ostberlin, Wohnung der Familie Müller Datum : August, 1985

Dauer : 30 Min., 10 Sek.

Kontext : Abendbrot bei Familie Müller ; die Anwesenden haben sich versammelt, um von Dirks Reise nach Naumburg zu hören.


Sprecher :

β


schulbescuh in Weiβensee und –Buch, Krankenpfleger

TK Thomas Konopke, geb. etwa 1960 in Berlin-Weiβensee, Schul- und Fach- schulbesuch in Berlin-Weiβensee und –Buch, Krankenpfleger

OM Ottilie Müller, geb. etwa 1960 in Ostberlin, Tochter von Martin und Gisela

Müller, Schul- und Fachschulbesuch in Berlin-Weiβensee und –Buch, Krankenschwester

MM Martin Müller, geb. etwa 1935 in Sachsen-Anhalt, lebt seit etwa 1960 in Ostberlin, verheiratet mit Gisela Müller, Vater von Ottilie Müller, Ingenieur

GM Gisela Müller, geb. etwa 1935 in Potsdam, aufgewachsen in Mecklenburg und Brandenburg, lebt seit etwa 1960 in Ostberlin, verheiratet mit Martin Müller, Mutter von Ottilie Müller, wissenschaftl. Angestelte, berlinisch gefärbte standardnahe Sprechweise


Datenschutz : Personennamen maskiert

Apéndice 3


ENCUESTA


Esta es una encuesta anónima sobre hábitos sociales. Señale y rellene, por favor, sus datos personales en los espacios correspondientes.

Edad: 18-30 31-50 51-80


Sexo: Mujer Hombre Lugar de nacimiento:

Lugar de residencia:


Estudios: Primarios Secundarios Universitarios Profesión:


1ª Parte


  1. ¿Cómo podría ser caracterizado el comportamiento del español, en general?

    1. Individualista, más orientado a su privacidad/terreno, es decir, prefiere que no se intervenga en sus asuntos privados. ¿Por qué?


    2. Social, más orientado a la comunidad, es decir, prefiere las relaciones sociales y/o compartir vivencias. ¿Por qué?


    3. Otro ¿cuál y por qué?


  2. ¿Cómo son los españoles en su modo de comunicarse con los demás?

    1. Frontales y directos ¿Por qué?


    2. Indirectos y ambiguos ¿Por qué?


  3. ¿Cómo podría ser caracterizado el comportamiento español en las conversaciones cotidianas entre conocidos?

    1. Respetuoso ¿Por qué o por qué no?


    2. Mantiene viva la conversación ¿En qué se nota?


    3. Le gusta entablar conversaciones. ¿Por qué o por qué no?


    4. Otro(s)


  4. ¿Se respetan los turnos de habla en las conversaciones cotidianas con conocidos y/o amigos?

    1. Sí.

    2. No.


  5. ¿Hay interrupciones?

    1. Sí.

    2. No.

  6. ¿Qué opina usted de las interrupciones?


  7. ¿Cómo son las conversaciones entre vecinos/conocidos? ¿Indique cómo se manifiesta esta relación interaccional?

    1. Personal e informal ¿Por qué?


    2. Impersonal y formal ¿Por qué?


    3. Otro(s) ¿Por qué?


2ª Parte


  1. ¿Qué es para usted la cortesía?


  2. ¿Puede dar ejemplos reales donde ve usted cortesía?


  3. ¿Por qué usa la cortesía? ¿Para qué sirve en su opinión?


  4. ¿Usa usted la cortesía entre familiares y amigos (en casa, con amigos, con compañeros de trabajo)? ¿La usa más o menos que en situaciones más formales?


  5. ¿Usa usted la cortesía en situaciones más formales (agencias, oficinas, tiendas)? ¿La usa más o menos que en situaciones más informales?


  6. ¿Caracterizaría usted al español como una persona cortés? ¿Por qué?


  7. ¿Piensa que los españoles son más o menos corteses que las personas de otras culturas? ¿Qué culturas y por qué?


UMFRAGE


Das ist eine anonyme Umfrage über soziale Gewohnheiten. Bitte markieren Sie bzw. füllen Sie die Lücken aus.


Alter:

18-30

31-50

51-80

Geschlecht:

weiblich

männlich


Geburtsort:




Wohnort:




Ausbildung:

Hauptschule

Realschule

Gymnasium Universität

Beruf:




Erster Teil


  1. Wie würden Sie das Verhalten eines Deutschen, im allgemeinen, charakterisieren?

    1. Individuell, tendiert eher zu seinem Terrain/Eigentum (Mag es nicht, wenn jemand sich in seine Angelegenheiten einmischt). Warum?


    2. Sozial, ist eher gesellig. (Zieht es vor, mit anderen Menschen zusammen zu sein und evt. mit ihnen Erfahrungen (aller Art) auszutauschen. Warum?


    3. Eine andere Eigenschaft. Warum?


  2. Sind die Deutschen, Ihrer Meinung nach, in ihrer Art sich mit anderen zu unterhalten

    1. frontal und direkt? Warum?


    2. indirekt und zweideutig? Warum?


  3. Wie würden Sie das Verhalten eines Deutschen in einem alltäglichen Gespräch mit Bekannten charakterisieren?

    1. Respektvoll. Warum bzw. warum nicht?


    2. Hält das Gespräch im Gange. Woran merkt man das?


    3. Fängt gerne Gespräche an. Warum bzw. warum nicht?


    4. Eine andere Eigenschaft. Warum?


  4. Wird die Reihenfolge beim Sprechen in einem alltäglichen Gespräch mit Freunden bzw.

    Verwandten eingehalten?

    1. Ja.

    2. Nein.


  5. Wird beim Sprechen unterbrochen?

    1. Ja.

    2. Nein.


  6. Was halten Sie selbst davon, wenn beim Sprechen in einem alltäglichen Gespräch unterbrochen wird?


  7. Wie sind die Gespräche zwischen Nachbarn bzw. Bekannte?

    1. Persönlich und informell. Warum?


    2. Unpersönlich und formell. Warum?


    3. Etwas anderes. Warum?


Zweiter Teil


  1. Was bedeutet für Sie ‚Höflichkeit‘?

    1. Können sie einige Beispiele nennen, wo man die Höflichkeit sieht?


    2. Warum gebrauchen Sie die Höflichkeit? Wofür ist sie, Ihrer Meinung nach, wichtig?


    3. Gebrauchen Sie die Höflichkeit unter Freunden und Verwandte? Gebrauchen Sie sie mehr oder weniger als in formellen Situationen?


    4. Gebrauchen Sie die Höflichkeit in formellen Situationen (Ämter, Büros, Läden)? Gebrauchen Sie sie mehr oder weniger als in nicht formellen Situationen?


    5. Würden Sie einen Deutschen als höflich einschätzen? Warum?


    6. Wie verhalten sich die Deutschen, Ihrer Meinung nach, im Vergleich zu anderen Völkern? Mehr oder weniger höflich? An welche Völker bzw. Kulturen denken Sie da und warum?